La camporista que reemplazará a Kueider y la derrota del Gobierno en el Senado
Stefanía Cora fue segunda en la lista de 2019 y entraría a la Cámara Alta para sustituir al peronista colaboracionista de Milei caído en desgracia. La tropa de CFK queda a tres bancas de quórum propio y de la mayoría mientras que el Gobierno pierde un voto clave en medio de la tensión con Villarruel.
Finalmente tras varios días de especulaciones, el Senado de la Nación expulsó del cuerpo este jueves al ahora ex senador Edgardo Kueider, retenido por la justicia paraguaya en el país vecino por haber intentado contrabandear 210 mil dólares en una mochila. El escándalo pegó fuerte en el sistema político y su resolución deja tela para cortar: fuerte derrota del Gobierno pese al intento forzado de Milei por despegarse de su aliado entrerriano, doble victoria para CFK, que gana una banca y reafirma sus principales líneas en torno al debate por la reorganización del peronismo, y puño apretado para Macri, que asestó un golpe desde el lugar de marginal al que lo empujó el ejercicio del poder libertario.
El título más resonante del caso es la victoria de CFK. La flamante titular del PJ nacional sumó una militante de su riñón a uno de los territorios claves de batalla como es el Senado. Con los dos interbloques del peronismo conducidos por aliados, José Mayans y Juliana Di Tullio, ahora la ex presidenta quedó a tan solo tres bancas del quórum propio y la mayoría simple, una posición que el peronismo perdió en 2021 por primera vez desde el retorno de la democracia.
Quien ocuparía esa banca es Stefanía Cora, una militante de La Cámpora de Entre Ríos con un largo recorrido en la organización y experiencia legislativa en la provincia. Con inicios en la organización de Máximo Kirchner en 2010, Cora fue electa como concejala de Paraná en 2015, justo cuando el kirchnerismo perdió el poder a nivel nacional y el peronismo perdió la capital de Entre Ríos.
Cora llegó a presidir el bloque kirchnerista en Paraná, desde donde ejerció una fuerte oposición al radical intendente Sergio Varisco, lo que le valió una catapulta a la Cámara de Diputados de la provincia, posición que ocupó entre 2019 y 2023. El año pasado Cora renovó su banca provincial por otros cuatro años, pero ahora su futuro inmediato podría estar en la CABA.
En 2019, la camporista fue segunda candidata a senadora en la boleta que llevaba a los Fernández para la fórmula presidencial y a Kueider como cabeza de lista para el Senado de la Nación. En las elecciones PASO de ese, que a nivel nacional arrojaron una diferencia de 15 puntos entre el FdT y Cambiemos, el peronismo ganó en Entre Ríos. Ese resultado le hubiera valido a Cora entrar a la Cámara Alta, pero la remontada del macrismo en las generales terminó dejándola en la puerta. Cambiemos ganó levantando unos 10 puntos y por tan solo unos 1000 votos las dos bancas por la mayoría para el Senado quedaron para Alfredo de Angeli y Stella Olalla.
CFK recordó el episodio en la sanción de la Ley Bases, para la cual el voto de Kueider fue decisivo y determinante. En ese momento, la ex presidenta retuiteó un mensaje que expresaba que la historia hubiera sido otra si en lugar de Kueider la banca hubiera sido de Cora, al igual que el caso de Corrientes con Camau Espíndola y Anita Almirón.
Allí está la segunda victoria de CFK en el caso Kueider. Más allá del evidente triunfo político de quitarle al oficialismo un aliado clave en un territorio que le es hostil, de haber metido la cuña en la interna entre Villarruel y Milei, y de haber obligado al oficialismo a tener que salir a sacrificar públicamente a un colaboracionista, la flamante presidenta del PJ nacional se anotó un poroto en el debate interno del peronismo. Cuando CFK planteó que el peronismo “se torció y se desordenó”, lo argumentó en gran medida a partir de los gobernadores y legisladores del PJ que le garantizaron triunfos parlamentarios a Milei. Kueider era uno de los principales exponentes de ello y hoy, con el ex senador detenido por contrabandear miles de dólares sospechados de provenir de una compra de su voto, y su reemplazo por una dirigente de La Cámpora, la victoria también es interna en tanto se ve reforzada su línea de purificar un peronismo desviado.
Como contracara, el gran perdedor es Milei. El presidente se vio forzado a una posición incómoda: ejecutar a uno de los alfiles que había logrado robarle al peronismo y que funcionaba como una pieza clava para la batalla en la Cámara Alta. Tanto es así que Santiago Caputo intentó colocarlo al frente de la Comisión Bicameral de Inteligencia, y con esa batalla perdida por la unión de UP y la UCR de Lousteau, el oficialismo terminó ubicándolo al frente de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado.
Más allá del humo que Milei destiló en el stream del Gordo Dan, donde dijo que a Kueider había que echarlo como a una rata, y la campaña que sacó el oficialismo en redes en los últimos días con un león fumigando un Congreso lleno de roedores, lo cierto es que al Gobierno le resulta muy difícil despegarse del entrerriano. Aunque el caso no le pegue como un ejemplo de corrupción propia, de mínima no resulta creíble la pose de purismo moral que el armado libertario intentó instalar desde la explosión del escándalo. El impulso de CFK y el peronismo por ejecutar la expulsión y la resistencia que mostró el oficialismo los primeros días refuerzan esa cuestión. Aunque no lo defendió abiertamente, el Gobierno intentó salvar en la medida de lo posible a Kueider, y con su expulsión termina perdiendo en lo concreto (la banca), en lo político y en la construcción del relato.
Además, el caso expuso una vez más la interna entre Milei y Villarruel. La vicepresidenta, ausente en la mesa del mensaje grabado por el primer año del Gobierno, no logró contener el empuje de peronismo y tuvo que llamar a una sesión que el oficialismo pretendía evitar. De hecho, a pesar de que Manuel Adorni confirmó hace unos días por Twitter que se llamaría a sesiones extraordinarias, hasta ahora eso no sucedió y la explicación es que el Gobierno no quiera abrir el Congreso porque no tiene los votos para sacar adelante las iniciativas que plantea. Con el caso Kueider tampoco tenía los votos, pero la presidenta del Senado no pudo esquivar la sesión y termina siendo también una de las caras de la derrota.
El otro actor que metió su cuchara en todo esto es Mauricio Macri. El ex presidente fue muy desplazado de la escena por el oficialismo libertario en las últimas semanas y este jueves se anotó un poroto. Macri mandó a hacer lo que no se animó a concretar ni con la fórmula jubilatoria ni con el presupuesto universitario. En esos casos, luego de que sus legisladores votaran a favor de la medida en algunos casos, se abstuvieran en otros, finalmente Macri mandó a respaldar los sucesivos vetos de Milei. Panquequeadas que mostraron la debilidad del líder del PRO, que primero le mostró los diente al león y luego fue para atrás sin obtener nada concreto en sus negociaciones.
Esta vez Macri sí puso los votos del PRO para que el Senado expulse a Kueider, en una ocasión que le vino como anillo al dedo en el momento en el que su relación con Milei pasa por uno de los peores momentos. De cara al futuro, restará ver si el ex presidente profundiza o no su capacidad de daño institucional contra el gobierno libertario, pero lo cierto es que por primera vez y tras varios amagues y retrocesos, en esta oportunidad ese poder de daño quedó expuesto en toda magnitud.