El viernes pasado, en su discurso de apertura del 142º período de sesiones legislativas en el Congreso de la Nación, Javier Milei intentó un juego a dos bandas. Durante el 90% de su discurso, el Presidente se dedicó a reafirmar su perfil anti política con los fuegos de artificio que le sirvieron en campaña para conseguir el voto de una sociedad hastiada de una clase política endogámica e ineficaz para resolver los problemas estructurales de la población. Medidas ínfimas en lo económico pero muy pesadas en lo simbólico para el sentido común de la sociedad, como reducciones de flotas de autos oficiales o la eliminación de las jubilaciones de privilegio para ex presidentes y vices (no así las de la Corte Suprema), por citar ejemplos, florecieron de a montones en las palabras del libertario. Pero eso no era nuevo y, fundamentalmente, era poco para maquillar el catastrófico momento económico que atraviesa el país y que se siente en la calle y no en el palacio.

Esa realidad fue generando paulatinamente los pronunciamientos de múltiples sectores sociales, productivos y de la política en contra no sólo de la brutalidad del modelo económico de Milei, sino también contra su inflexibilidad para trazar acuerdos con otros actores de la vida nacional. La eliminación del Fondo de Incentivo Docente (FONID), el Fondo Compensador para el transporte público en el interior, la suspensión total de la obra pública nacional, escalaron en la agresión del Gobierno nacional a las provincias con la quita de fondos coparticipables a Chubut y la eliminación del Fondo Fiscal para el Fortalecimiento de la Provincia de Buenos Aires. En menos de tres meses de gobierno, el Presidente veía surgir un heterogéneo bloque de gobernadores caminando hacia una rebelión, y buena parte del establishment, con el FMI incluido, empezaron a reclamarle con firmeza que reviera su lógica de gobierno, interpretando que el camino actual llevaría inexorablemente al caos político.

De esas presiones surgió la idea, que se le atribuye al publicista y principal asesor del Presidente, Nicolás Caputo, de una convocatoria al diálogo y al acuerdo que metiera la cuña entre los gobernadores y partiera cualquier alianza incipiente de las provincias contra el Gobierno central. La “sorpresa” que tanto agitaron desde el oficialismo en la previa a la apertura de sesiones terminó siendo el llamado al “Pacto de Mayo”, una especie de gran acuerdo nacional para el cual el mismo Milei preparó 10 puntos a firmar entre el Ejecutivo, gobernadores y ex presidentes.

La jugada tuvo su lógico impacto en el sistema político y la agenda mediática. Los aduladores del Presidente no tardaron en llamarlo “estadista” y buena parte de los mandatarios provinciales, algo desconcertados por el anuncio, celebraron en primera instancia el “llamado al diálogo”. Pero con el paso de los días el efecto se fue diluyendo y poco a poco van ganando espesor las críticas al supuesto pacto, que no tiene nada de acuerdo, sí mucho de imposición, más presión a las provincias y una evidente intención de estirar tiempos en medio del ajuste brutal a los sectores medios y populares de la sociedad.

WASHINGTON VS. CAMPO NACIONAL Y POPULAR

Uno de los que le respondió a Milei fue el ex candidato a presidente de UP, el dirigente social Juan Grabios. El abogado fue una de las voces que planteó la poco casual y total coincidencia entre los planteos del libertario y los del llamado “Consenso de Washington”, un recetario neoliberal con el que la Casa Blanca buscó y en muchos casos logró colonizar a países afectados por la deuda y crisis financieras recurrentes durante la década del 90. El catálogo de reformas privatistas, desreguladoras y pro mercado terminó marcado en la historia argentina como el rumbo que condujo a la crisis del 2001.

“El (pacto) del Presidente es el Consenso de Washington. No es una hipótesis, es un copy paste” fulminó Grabois en una entrevista con Pedro Rosenblat en el canal de streaming Gelatina. Su crítica se sumó a la que emitió, por ejemplo, el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, que afirmó que la propuesta de Milei “es una copia del Consenso de Washington, un fracaso absoluto”. Otros referentes de UP como el diputado nacional y dirigente de La Bancaria, Sergio Palazzo, el dirigente del Movimiento Evita, Leonardo Grosso, o el ex ministro de Agricultura, Julián Domínguez, expresaron el rechazo al Pacto de Mayo con la misma crítica.

Pero Grabois avanzó este martes un paso más. “Vamos a hacer los 10 puntos del pacto de mayo de nuestro campo” afirmó en la mencionada entrevista, donde también expresó que la redacción del primer borrador ya a está a cargo de Paula Abal Medina, la socióloga que lo acompañó como candidata a vicepresidenta en las PASO de UP.

El dirigente de Patria Grande, que viene siendo un actor protagónico en la resistencia ideológica al gobierno libertario, le puso picante al tema al expresar que “lo vamos a presentar el 25 de mayo en Córdoba, al lado de donde lo presente Milei”. Grabois agregó que el pacto nacional que pretende construir “va a ser producto de una discusión que tendremos de acá al 25 de mayo”, contraponiéndolo al copy paste de Milei, y que “lo vamos a discutir de verdad y vamos a convocar a la dirigencia y a la militancia para que lo firmen”.

En la tarde del lunes, quien también lanzó su propuesta de siete puntos para trazar un acuerdo fue el gobernador bonaerense, Axel Kicillof. En la apertura de sesiones de la Legislatura bonaerense, Kicillof se despachó en críticas al Gobierno Nacional y su plan de motosierra y licuadora, posicionándose con firmeza como la principal referencia de oposición a Milei. Tras una cuantiosa enumeración de indicadores económicos y precios de la economía que grafican la durísima situación que atraviesan la mayoría de los argentinos a partir de las decisiones del Gobierno, Kicillof pasó a la ofensiva por la propositiva y lanzó una serie de puntos que cuentan, a su vez, con el acuerdo de los 135 intendentes de la provincia.

“1. La inmediata reactivación de las obras públicas frenadas caprichosamente que afectan la vida de los 135 municipios; 2. El respeto al federalismo y la inmediata reposición de los fondos vengativamente birlados a las provincias; 3. La devolución de los fondos del FONID para los salarios docentes y los fondos para las universidades y el transporte; 4. La urgente distribución de los recursos destinados a los comedores y los medicamentos que se interrumpieron de manera tan insensible como incomprensible; 5. La derogación del DNU ilegal, anticonstitucional según todos los especialistas de todas las vertientes y que es el marco para el saqueo de recursos provinciales que se viene realizando; 6. El firme rechazo al delirante proyecto de dolarización, que debilitaría la soberanía monetaria, multiplicaría la desigualdad y que favorece únicamente al narcotráfico; 7. El dragado del Canal Magdalena y la defensa irrestricta de nuestra patria y nuestra historia, con el firme reclamo por la soberanía en Malvinas” enumeró el gobernador.

OTRAS VOCES CRÍTICAS

No solo desde UP surgieron los reparos al pacto propuesto por Milei. Otros actores, de peso en el escenario político nacional, también salieron a cuestionar el fondo y la forma de la convocatoria del Presidente. Entre ellos, resaltaron los gobernadores de Córdoba y Santa Fe, dos “dadores de gobernabilidad” naturales para el gobierno de Milei que el propio libertario se puso en contra por su inflexibilidad y los brutales recortes a las provincias.

“Para mayo falta mucho” fue una de las frases que más retumbó el viernes en el Salón delos Pasos Perdidos del Congreso tras el discurso de Milei. Su autor fue Martín Llaryora, quien además reclamó incorporar al diálogo “un plan productivo”, algo totalmente ausente en los 10 puntos del Ejecutivo. Lo cierto es que el gobernador de Córdoba mantiene una fuerte posición por el restablecimiento del FONID y el Fondo Compensador del trasporte público, una línea que comparte con su par bonaerense, además de sostener un reclamo por unos $11 mil millones mensuales que la nación debe depositar en la caja de jubilaciones cordobesa y que el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, dejó de enviar desde el inicio del nuevo gobierno.

A las críticas de sintonía fina contra el Gobierno nacional se sumó también Maximiliano Pullaro. El gobernador santafecino expresó este martes que “no hay claridad sobre cuál va a ser la propuesta del Gobierno nacional a las provincias”, al tiempo que reclamó deudas de la Nación para con su provincia, que alcanzarían los $600 mil millones. “Si vamos a discutir lo que las provincias le deben a Nación, que por supuesto deben pagar y encontrar el equilibrio fiscal, también tenemos que discutir las deudas que tiene Nación con las provincias, por ejemplo con la mía” disparó el mandatario radical.

El Presidente Javier Milei logró dos victorias con su discurso del viernes. En primer plano, volvió a marcar la agenda de la discusión política del país, poniendo a todos los actores del sistema a discutir su propuesta. Mantenerse en el centro de la escena polemizando permanentemente es un modus operandi que, hasta ahora, le resulta efectivo para contrapesar los pésimos resultados económicos de sus medidas. Por otro lado, Milei ganó tiempo en un escenario que se le complicaba con los gobernadores abroquelándose en su contra, pateó la discusión a la cancha de los mandatarios provinciales para intentar allí alguna fisura, y consiguió algo de margen político mientras sigue avanzando con su ajuste descarnado.

Las preguntas que surgen giran en torno a cuánto durará esa pantalla, cuánto calarán las divisiones entre los gobernadores, que ahora deben responder a la convocatoria o explicar por qué no lo harán y, con las novedades de las contrapuestas que empiezan a emerger en la oposición, cuánto podrán avanzar esos planteos alternativos para desnudar  el falso pacto de Milei y ofrecer otras posibilidades de acuerdos, más convocantes y que logren construir una mayoría opositora heterogénea y potente. La disputa por el Pacto de Mayo recién comienza.