Semana de garchar, porros en Palermo o la Villa 1-11-14, candidatos y funcionarios hablando con sus madres en spots de campaña, declaraciones y chicanas cruzadas de bajo contenido conceptual. Todo bastante alejado de las problemáticas que sufre la sociedad argentina, todavía golpeada por la pandemia y en plena crisis económica, a días de las PASO. Con los antecedentes recientes de una baja participación en las elecciones locales que se vienen dando desde fines del 2020, la pregunta que surge es si la sociedad no se siente convocada por la política, y si eso repercutirá en una baja participación el próximo domingo.

Con poco más de una semana para los comicios, estos últimos días vieron explotar la ya clásica danza de encuestas y mediciones, y el debate por la apatía de la sociedad frente a las elecciones fue uno de los temas centrales en las opiniones de analistas y encuestadores. Diagonales conversó con algunos de ellos para conocer su mirada sobre el escenario pre electoral y el posible impacto de esa indiferencia de la población de cara a una elección clave para la reorganización del mapa político en el país. ¿Puede vaticinarse una baja participación electoral? ¿Favorece eso al oficialismo o la oposición? Interrogantes para empezar a mirar la última semana de especulaciones, antes de los primeros resultados.

La política por un lado, la sociedad por otro ¿PASO en falso?

LA AGENDA DE LA POLÍTICA VS. LA AGENDA DE LA SOCIEDAD

No hay encuesta de las últimas semanas que no ubique a la inflación como principal preocupación de los argentinos y las argentinas. El aumento imparable de los precios castiga a salarios que van por su cuarto año consecutivo de caída en términos reales, y la economía resalta como la primer demanda de la sociedad. Dato poco auspicioso para el Gobierno, es un escenario similar en este aspecto al del 2019.

Junto con la inflación, y siempre en el plano económico, el desempleo y el temor a perder el trabajo van ganando protagonismo en las opiniones de los consultados. También reflota la inseguridad, y el viejo caballito de batalla de la actual oposición, la corrupción. Una agenda que pareciera quedarle servida a Juntos por el Cambio, mucho más si se considera el retroceso de la situación sanitaria como un tema central y, por ende, también de la consideración sobre la respuesta estatal y la vacunación, principales cartas del FdT.

Pero ni la oposición logra montarse eficazmente sobre este escenario para infringirle daños mayores al oficialismo, ni este logra revertir un debate que no le conviene y en el cual no puede hacer valer ni las medidas de respuesta a la pandemia ni la incipiente recuperación económica que empieza a vislumbrarse. “Las principales demandas sociales son de índole económica. La inflación y las problemáticas relativas al mundo del trabajo (desempleo, precariedad laboral y bajos salarios) dominan la conversación pública. La política no supo recuperar estas agendas y ponerlas en el centro de la campaña, se empantanó en debates personales, sobre declaraciones menores de los candidatos, intentando ganar visibilidad por medio de la confrontación y dejando de lado la voz de la calle” dice en conversación con Diagonales Shila Vilker, investigadora, analista de opinión pública y Directora de la consultora Trespuntozero.

La política por un lado, la sociedad por otro ¿PASO en falso?

Federico González, titular de Federico González & Asociados esgrime una mirada similar, pero agrega que ese comportamiento de la política no lo sorprende: “¿Si la agenda de la política está disociada de la agenda de la sociedad? Yo creo que sí, lo que no creo es que sea novedoso. La frivolización de la política, la política espectáculo, del rating, del chicaneo, es así desde hace mucho tiempo” afirma en diálogo con Diagonales. Y para graficar su opinión recuerda una anécdota de Chacho Álvarez en un programa televisivo de los 90 pidiendo “terminar con la Tinellización de la política”.

Lo cierto es que, en un momento de altísima demanda por parte de la sociedad para con la dirigencia política, el proceso pre electoral por ahora no ha dejado ningún tipo de profundidad en cuanto a ideas, propuestas, proyectos concretos con los cuales esa dirigencia le plantee algún tipo de horizonte racional a los argentinos y argentinas hacia el cual se vaya a caminar desde el 15 de noviembre. Cabe entonces la pregunta, ¿a quién le hablan estas campañas electorales?

CAMPAÑAS EMOCIONALES DE DESACREDITACIÓN DEL OTRO

“Las campañas electorales ya no generan nada en el votante, si generan, generan enojo más que alguna cuestión positiva” dijo en una entrevista reciente Gustavo Córdoba, Director de Zuban Córdoba y asociados. En una medición reciente, la consultora extrajo el dato de que un 75% de los consultados se sentían muy de acuerdo o algo de acuerdo con la expresión “siento que en las campañas electorales, no le hablan a personas como yo”. El número es un llamado de atención importante para una dirigencia que ya prometió saldar la grieta en más de una ocasión pero sigue, evidentemente, enfrascada en discusiones propias que no logran empatizar con el grueso de la sociedad que no se ubique dentro de alguna minoría intensa.

“El dilema que tenemos hoy es que las campañas son plebiscitos emocionales, ya no son la idea de discutir las políticas públicas futuras para el Congreso. Ese era el rol de antes, hoy las campañas electorales son la desacreditación del otro, y entonces permanentemente estamos viendo discursos negativos” agrega Córdoba. El consultor resalta como ejemplos las dos fotos de las fiestas de Fabiola Yáñez y de Elisa Carrió, marcando que ninguna de las dos logró mover el amperímetro de las opiniones de quienes se encuentran de uno u otro lado de la grieta. Esa pertenencia emocional, alimentada en gran medida por el tono y el contenido los discursos de la dirigencia política, sería el primer punto de obturación de un debate más profundo que plantee con seriedad y argumentos distintas miradas sobre cómo solucionar los problemas estructurales del país.

La política por un lado, la sociedad por otro ¿PASO en falso?

Lo que se evidencia entonces, en lo que va de este tiempo de campaña, son extremos intentando reforzar sus posiciones a partir del machacar con las mismas ideas y las mismas interpretaciones de la realidad, y con poca capacidad para interpelar a otros sectores. “La campaña del Frente de Todos tiene serias dificultades desde un inicio para dialogar con los sectores blandos, que son los que están en disputa durante una elección. No termina de encontrar razones posibles para el voto que interpelen a ese segmento. La campaña de Juntos por el Cambio se vio afectada por una interna que se orientó a la captura de los núcleos duros, amenazados por la presencia libertaria. En ese marco no terminan de activar a los votantes blandos que demandan soluciones concretas antes que discursos de choque” sintetiza Shila Vilker.

Federico González, por su parte, relativiza un poco la idea de los núcleos duros a los que los políticos elijan dirigirse como una cuestión estratégica, y ubica episodios como los dichos de Tolosa Paz o Vidal más en el plano de las personalidades y las convicciones: “La idea de los núcleos duros muchas veces es uno más de los modismos del lenguaje político. Yo creo que los políticos hablan con lo que son, les sale lo que les sale porque están convencidos, es lo que tienen disponible en su repertorio de posibilidades, y no porque estén todo el tiempo eligiendo estratégicamente a quién van a apuntar con su discurso”, y profundiza: “A veces a los políticos les falta pragmatismo para su causa. Nunca le hablan a los argentinos de sus problemas comunes, que muchas veces se adjetivan sin necesidad y favorecen las divisiones”.

La política por un lado, la sociedad por otro ¿PASO en falso?

¿PASO CON POCA PARTICIPACIÓN? ¿QUIÉN SE BENEFICIA?

Hay una tendencia que comenzó con la primera elección desde que comenzó la pandemia y se sigue corroborando en cada uno de los comicios locales de los últimos tiempos: una merma sensible en la participación electoral. Comenzó en Río Cuarto a finales de noviembre del 2020, cuando menos del 50% de la población habilitada participó de la elección de su Intendente. Quizás el contexto de pandemia en curso fue un factor determinante, pero en las elecciones más recientes, con una situación sanitaria mucho más controlada, la tendencia continuó.

El 2 de junio pasado en Misiones votó el 59% del padrón electoral, lo cual significó una caída de 19 puntos respecto a los comicios de 2019. Luego fue el turno de Jujuy, el 27 de junio, donde el porcentaje de votantes fue del 70% del padrón, ocho puntos menos que en 2019 y diez menos que en las legislativas de 2017. El 15 de agosto, en las elecciones en Salta, participó el 60% del padrón, once puntos menos que en 2019 y casi quince menos que en 2017. El último caso fue la reciente elección de Corrientes, teñida por el inaceptable suceso de Tapebicuá, donde apenas votó el 65% del padrón, con el agravante de que se elegía Gobernador.

¿Es posible esperar un fenómeno similar para las nacionales del próximo domingo 12? Federico González no opina que esa hipótesis sea algo muy por fuera de lo normal: “en la retórica del tema, cuando se lo adjetiva  y se lo enfatiza pareciera que se está hablando de un fenómeno enorme, y a mí lo que me parece es que esto no es algo solo del presente, sino que el vínculo con la política en general es de cierta distancia o indiferencia, y no notamos que haya nada extraordinario o distinto a lo que hay siempre” afirma. Para profundizar su punto, compara la situación actual con el contexto del 2001, donde la sociedad se expresó a partir de su baja participación y su voto bronca: “no notamos algo parecido a lo del 2001, donde ahí sí había un claro voto anti sistema. No descarto que no pueda haberlo, pero no lo estamos viendo así”.

La política por un lado, la sociedad por otro ¿PASO en falso?

Shila Vilker opina que la poca incorporación de las problemáticas de la sociedad a las campañas “genera desinterés en la elección, porque no se percibe cómo afectaría en la cotidianeidad de la gente, en sus posibilidades de trabajo o en los precios de la góndola que gane uno u otro candidato”. Y agrega “Este divorcio entre política y sociedad asume dos formas: la primera es una actitud apática, que se siente ajena a la política, la segunda es una posición de choque, antisistema. Que estas dos tendencias se traduzcan en una baja participación electoral es difícil de predecir, sabemos que lo que domina es el desinterés, pero no podemos medir hasta dónde vaya a llegar y qué impacto electoral efectivo tenga.”

Si bien el escenario pareciera ser propicio para una elección de poco volumen, y la tendencia de los comicios de este año va en esa línea, los analistas no se arriesgan a vaticinar con contundencia ese resultado. Y, por otro lado, tampoco queda muy claro a qué espacio le convendría. Una mirada de sentido común podría plantear que, frente a una menor participación, el beneficiado podría ser el oficialismo ya que habría menos posibilidades para un voto castigo. Vilker pone en tensión esa idea: “No podemos evaluar a qué espacios favorezca (una eventual baja participación) porque el desinterés es transversal a todos los segmentos de votantes”.

Federico González opina en la misma dirección, y reflota un dato  de su última medición, en la que la enorme mayoría de los consultados se manifestó interesado en escuchar un debate entre candidatos: “pueden querer escucharlos por morbo, porque no los conocen y quieren saber qué piensan, es muy difícil categorizar todas esas particularidades, pero no hay un rechazo total más significativo a los grados de indiferencia que pudieron existir siempre”.

En este contexto de poco interés y campañas que no ayudan a incrementarlo, la sociedad argentina se va acercando a unas primarias que no enamoran. Luego vendrán otros dos meses hasta las generales, y será tarea de la política recoger el mensaje de la participación ciudadana en las urnas para darle más vuelo a un debate público que debería estar enfocando todas las discusiones a cómo se reestructurará el país a la salida de la pandemia. En tiempos del reinado del marketing político y el efectismo mediático, una actitud apática de la ciudadanía podría ser un llamado a recuperar el debate de ideas y proyectos como forma de vivir la democracia. La pelota está del lado de la esfera de la política, habrá que ver qué hacen con ella.