La Salud retrocede: El desesperado reclamo de los cardiólogos intervencionistas
La crisis sanitaria en el área está marcada por los costos médicos atrasados y la disparada del precio de los insumos básicos para las operaciones cardiovasculares, que hacen demorar las programaciones. El doctor Marcelo Halac pone en perspectiva este cóctel explosivo que pone en jaque una especialidad que permite salvar miles de vidas.
En los últimos días, la comunidad de especialistas en intervenciones cardiovasculares de la Argentina lanzó un mensaje tan urgente como preocupante. Cuestiones básicas como la cobertura de los insumos y del equipamiento necesario para las operaciones y la falta de actualización de los honorarios profesionales encienden las alarmas de cientos de cientos de médicos que ven como peligra su trabajo y provoca demoras para pacientes que no pueden esperar la colocación de stents o de angioplastias.
El disparador fue el documento elaborado por el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI). Allí indican: “El aumento exponencial del costo de los equipos y los insumos médicos, la baja sistemática de los honorarios profesionales están mostrando ya consecuencias indeseables, como lo son la reprogramación de prácticas y la demora en realizar las mismas dilatándolas por largos meses, lo que evidentemente pone en riesgo la salud del paciente. De no mediar una solución en el mediano plazo, toda la actividad va a verse paralizada, generando un impacto incalculable sobre la salud de la población a lo largo y a lo ancho de toda la Argentina”.
El médico y director del programa solidario de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista (SOLACI) Marcelo Halac detalló a Diagonales la crisis que afronta el sector.
¿Qué cuestiones ven como más urgentes y qué exigen para poder desarrollar su actividad sin problemas?
-El punto inicial es el valor mínimo, bajo y exiguo que tenemos de honorarios médicos. Esto impacta definitivamente en la generación de nuevos empleos y en la adhesión y formación de distintos profesionales en el futuro. Es muy importante tener en cuenta que cuando se trata de una práctica mal remunerada nuestros colegas terminan emigrando a los países vecinos para continuar con su tarea.
Y uno se empieza a plantear qué cardiología intervencionista vamos a tener, y en general qué tipo de práctica médica vamos a garantizar para el próximo lustro y la próxima década. Si se van las fuerzas jóvenes, la transición va a ser traumática cuando se saltee una generación.
Además de los recursos humanos, ¿en qué situación se encuentran con la provisión de insumos y equipamiento?
-Nosotros pusimos el ejemplo de posibles no realizaciones de stents a la cabeza como elemento paradigmático de esta situación, porque todo el mundo conoce de qué se trata, porque siempre habrá algún familiar o conocido que se ha colocado uno, pero esto se extiende a todos los elementos con los que hoy no contamos. Los guantes aumentaron un 700 por ciento, las agujas de punción que nosotros utilizamos que tienen un capuchón plástico, aumentaron más del 800 por ciento, los medios de contraste más de 1100 por ciento.
Dentro de los costos de insumos también se incluye el de los equipamientos, que están alrededor de 500, 600 mil dólares para empezar. Es muy difícil de esta manera sostener el parque tecnológico con mantenimiento, en condiciones y actualizado, porque esto conlleva costos enormes y no se puede prorratear en la práctica diaria. Todas estas cosas dificultan mucho la práctica porque las autorizaciones son cada vez más lentas y se dilatan en el tiempo. Pero las necesidades del paciente no acompañan estas dilaciones y el paciente necesita tratarse.
En la práctica cotidiana, ¿cómo se manifiestan las complicaciones para llevar adelante su tarea?
-Esta realidad impactó en todos los servicios en el país. Formamos parte de una subespecialidad relativamente pequeña, somos entre 550 y 660 profesionales. Nuestra carrera, acreditada por el Ministerio de Salud de la Nación, estipula que somos una entidad certificante por una resolución (la Nº 215) de la cartera sanitaria. La dificultad que tenemos es que al haber menos programaciones, cuesta que salgan las nuevas autorizaciones. Hay que estar todo el tiempo atrás del tema, fundamentando y dando explicaciones para poder avanzar
¿Por qué pensás que se debe tener una dimensión adecuada del problema que se afronta?
-Es muy importante contar todo esto porque en el planeta existen enfermedades transmisibles y no transmisibles. Sacando la pandemia del medio, las enfermedades no transmisibles llevan implícitas la muerte de tres cuartas partes de la población mundial. Son entre 58 y 60 millones de fallecimientos por año. En estos casos, además de la diabetes, los tumores, la oncología en general, las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC), está la enfermedad cardiovascular. Esta última, representa un tercio de toda la mortalidad en el planeta.
Esto afecta también obviamente a la Argentina, las estadísticas nos impactan. La principal causa de mortalidad, según el último censo nacional (del 2022), fue la enfermedad cardiovascular, que llegó a representar la muerte para 110 mil personas en un año. Esto es algo muy grave, cuando se diagnostica esta enfermedad termina siendo la causa de muerte en el 50 por ciento de los casos. Ni en oncología, ni en el caso de los tumores se produce una mortalidad tan alta como se da con las enfermedades cardiovasculares.
La enfermedad cardiovascular tiene una particularidad: en muchos casos la forma de inicio y de presentación, en algún momento, indican situaciones de urgencia. Entonces realmente es importante tratar de hacer estudios de prevención, que la gente tenga su cardiólogo cuando haya deteminados factores de riesgo.
¿Cuáles son las recomendaciones que siempre te encargas de reiterar?
-Más allá de los cuarenta años, teniendo factores de riesgo, es importante hacerse una serie de estudios para detectar la existencia de enfermedades cardiovasculares. Los cardiólogos en general y nosotros los intervencionistas, tenemos muy en claro que la evaluación de los pacientes de su salud cardiovascular se tiene que dar desde una edad temprana. Incluso a los más chicos hay que hacerles electrocardiogramas, evaluaciones, epocardiogramas del corazón, ecografías del corazón.
Cuando la persona entra en la adolescencia es importante también tener chequeos médicos, que se hagan evaluaciones con fines precompetitivos para saber si se está en condiciones de hacerlo. Las instituciones deportivas deben hacer esto a conciencia. Las ergometrías a partir de los cuarenta años deberían realizarse de forma rutinaria cada tres años, después de esos plazos deberían bajar a uno por año en edades más avanzadas. Hay mecanismos para poder intervenir tempranamente para disminuir los riesgos de mortalidad y la discapacidad resultante. Hay que recordar que sufrir un infarto o un ACV, en muchos casos es la manifestación de la obstrucción de una arteria y es la forma en la que debuta una enfermedad cardiovascular. Hacerlo visible significa llevar esta preocupación a toda la comunidad.
¿Han sido recibidos por autoridades nacionales para abordar todos los problemas del sector?
-Hemos tenido muchísimos contactos con las autoridades nacionales y locales, porque la regulación de la salud en la Argentina está descentralizada. Nosotros desde el Colegio Argentino de Cardiología Intervencionistas (CACI) tenemos delegados regionales, que hacen gestiones en sus propias provincias y tenemos reuniones muy seguidas. Hace algunas semanas una delegación de la entidad, al igual que de otras sociedades científicas clínicas, de electrofisiología, de cirugía vascular y cardiovascular, se juntaron con el ministro de Salud de la Nación, Mario Russo. Le expresamos nuestra preocupación y se mostró dispuesto a estudiar alternativas para que nos podamos sentar en la mesa de discusión y resolver el problema
¿Tenes buenas expectativas teniendo en cuenta todo el panorama que mencionaste?
-En nuestra especialidad hacemos muy buenas triajes de la enfermedad cardiovascular y aprendemos a poner en perspectiva, qué es lo urgente y qué es lo importante, y cómo manejarlo. La realidad es que nosotros también tenemos que ocuparnos de los insumos. Y eso no es un tema menor porque nos tiene que permitir darnos cuenta de qué es lo más urgente que tenemos que salir a gestionar más rápido. Pero la realidad de los faltantes hace que se nos dificulte mucho la práctica y queremos hacer todo lo posible para ponernos en colaboración con las autoridades para darle una solución integral al problema. Tenemos muy en claro que la solución no es un pase mágico, por el que se resolverá todo inmediatamente. Pero sentarnos en una mesa y poder exponer cómo está el sistema, y qué vemos como principio de solución, junto con las autoridades, nos va a ir conduciendo a encontrar una luz al final del camino. Eso es lo que no hay que perder.