Los números de distribución del ingreso que preocupan a CFK
Un informe de CIFRA estableció que en los últimos años hubo una transferencia de $7,7 billones del trabajo al excedente empresario. El poder adquisitivo de los ingresos laborales aún están 18,1% abajo del nivel previo a la crisis 2018.
El desvelo de la Vicepresidenta y el sector del oficialismo que lidera pasa por un aspecto que resaltó como eje central de su discurso el viernes pasado desde el Chaco. “Cada vez vemos más trabajadores en relación de dependencia pobres” dijo CFK, para advertir luego que “el avance de la desigualdad está poniendo en crisis la democracia”. La máxima referente del Frente de Todos completó su idea, “esto nunca había pasado. La pobreza siempre la ubicábamos por afuera del trabajo formal”, y dejó planteada la discusión principal que tiene hoy con el albertismo: la recuperación económica está quedando en manos de los 4 vivos, como ella misma advirtió en diciembre del 2020, y ni el crecimiento del empleo y el trabajo alcanzan para que mejore la calidad de vida de la población.
CFK apoya su mirada en indicadores estadístico del actual momento económico, muchos de los cuales fueron sistematizados en un informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina, un centro de estudios que funciona bajo la órbita de la CTA de Hugo Yaski y se ocupa de temáticas vinculadas al desarrollo económico, la evolución del mercado del trabajo y problemáticas sociales. El último informe del centro corresponde al corriente mes de mayo y fue elaborado por Mariana L. González y Cecilia Garriga. En él se compara el mundo del trabajo y los ingresos actuales con dos momentos que resultan un parámetro para pensar dónde está parada hoy la sociedad: el final del gobierno de Macri en 2019, y el último trimestre de 2017, previo al inicio de la crisis económica que se extiende desde entonces.
El documento parte de un dato positivo de la realidad. Según los datos, se destaca un significativo incremento del número de ocupados, que para el último trimestre de 2021 se ubicó un 3,4% por encima del mismo trimestre de 2019 al fin de la administración Cambiemos. Esta recuperación del empleo es que, vista desde la otra cara de la moneda, llevó la tasa de desempleo en su último registro al 7% de la Población Económicamente Activa, el menor nivel desde finales del 2015.
Además, se resalta que esa recuperación del empleo no fue sólo cuantitativa, sino también que hoy se observa “una composición del empleo de mayor calidad, en tanto incluye una proporción mayor de empleos asalariados registrados y un menor peso del empleo no registrado”. El informe destaca que durante la pandemia tanto la caída como la recuperación del empleo tuvieron diferencias dependiendo de la categoría. El empleo asalariado registrado fue el que menos cayó en 2020 gracias a la protección de políticas como la prohibición de despidos y los ATP, mientras que el empleo asalariado no registrado cayó 33% y el empleo no asalariado 44% en el segundo trimestre de 2020 en relación con finales de 2019.
De esta forma, la recuperación de los niveles de empleo parten de esas características desiguales, y si bien el trabajo asalariado no registrado fue el que más creció luego del parate por la pandemia, ese crecimiento se explica por el rebote de la mayor caída que tuvo esa categoría. Así, el estudio concluye en este punto que “se analiza el nivel de empleo de cada categoría respecto de la situación previa a la pandemia, lo que se observa es un proceso positivo en el cual crece el número de asalariados registrados en 8,5%, mientras que los no asalariados crecen en menor medida y decrecen los asalariados no registrados”. Se destaca que si bien las diferencias con la pre pandemia no son muy marcadas, representan un cambio de tendencia que se califica como “auspicioso”, resaltando además que la tasa de empleo se recuperó de tal forma a la salida de la pandemia que se ubicó en los valores más altos de la posconvertibilidad.
Hasta este punto podría decirse que esos son los números que esgrimen Matías Kulfas y Martín Guzmán dentro de la discusión interna del oficialismo, que ahora pasó a llamarse “debate de ideas” para edulcorar las tensiones. Ese cambio de tendencia y la continuidad de la recuperación del mercado formal del trabajo es la apuesta del equipo económico de Alberto Fernández para que el crecimiento de la economía vaya derramando paulatinamente en la sociedad. Pero los datos que siguen en el informe abonan justamente a la mirada de la otra orilla del oficialismo, la que toma como elemento central del crecimiento actual su desigual distribución.
El estudio afirma que la recuperación que se dio en 2021 llevó para el último trimestre de ese año al ingreso laboral real a estar 1,6% por encima de finales de 2019. Sin embargo, ese pequeño incremento no afectó por igual a los ingresos de todos los sectores. “Fueron los ingresos del 20% que más gana los que concentraron casi toda la recuperación, ya que se expandieron 6,7%. Más aún, los ingresos laborales del 10% que más gana crecieron 11,8%. Mientras tanto, el grupo más desfavorecido fue el estrato medio, cuyos ingresos se redujeron en 3,5%” explican desde CIFRA. Por otro lado, incluso tomando al aumento promedio del 1,6%, si se compara el último trimestre de 2021 con el mismo período de 2017, previo al estallido de la crisis, aún los ingresos están un 18,1% por debajo de lo que estaban en ese momento.
La tendencia es peor si se la evalúa desde los ingresos de los hogares. “En el último trimestre de 2021 el ingreso per cápita familiar real promedio tuvo una reducción del 5,5% respecto del mismo trimestre de 2019” dice el informe. Esa caída es aún mayor cuando el punto de comparación es el último trimestre de 2017, totalizando una pérdida del 21,1%.
Todo este cuadro se complementa con una importante desigualdad entre los deciles del ingreso, una brecha que creció fuertemente durante el gobierno de Macri y que el FDT no ha logrado reducir. La brecha entre los ingresos del decil 10 y los del 1 de la sociedad llegó a ser de 23,6 veces a fines de 2019, y para fines del 2021 creció hasta ser de 24,1 veces.
La explicación de este estado de situación es una importante transferencia de recursos del trabajo hacia el capital. La remuneración del trabajo asalariado, que en 2016 representaba el 51,8% del valor agregado producido en el país, pasó a ser a fines del 2019 del 46,1% y a fines del año pasado se ubicó en el 43,1%. “se advierte que entre 2018 y 2021 se dio una transferencia de $7,7 billones desde los asalariados hacia el capital, que equivalen al 46% de la masa salarial y al 19,6% del valor agregado de 2021” explica el informe.
Esa curva decreciente de los ingresos de los trabajadores es el elemento que seguramente nunca estuvo en discusión en el seno de la conformación del Frente de Todos y que hoy aleja al kirchnerismo de la gestión económica del equipo del Presidente. Justamente, el contrato electoral del frente con su base social fue la recuperación del ingreso, y es a partir de este diagnóstico que la Vicepresidenta identifica un camino inexorable a una derrota electoral si no se modifica esta tendencia.
Otro dato del informe suma a esa lectura: “Políticas de ingreso como el haber jubilatorio mínimo, la Asignación Universal por Hijo y el salario mínimo, vital y móvil mantenían en diciembre de 2021 valores reales inferiores a los del mismo mes de 2019, de modo que puede decirse que no fueron utilizadas para empujar una recuperación de los ingresos reales y un descenso mayor de la pobreza”. Dicho de otra manera, el Gobierno podría estar haciendo más desde las herramientas de política económica que están a su alcance que emitir cada tanto algunos bonos que no llegan a revertir la tendencia decreciente de los ingresos de los trabajadores frente a la renta empresaria.
A toda esta situación hay que agregarle el elemento de que en el informe, por evaluar datos de finales de 2021, no se midió el impacto de la disparada inflacionaria de los últimos meses. Es de esperarse entonces que la brecha entre los ingresos de los asalariados y la porción de la torta que se quedan las empresas haya aumentado en este tiempo. Y se sumarán a partir de junio los aumentos de tarifas que se están discutiendo en audiencias públicas esta semana, que junto al índice de inflación que también se conocerá por estos días configuran un cóctel explosivo desde lo político.
El informe culmina con un párrafo que sirve para explicar las críticas del kirchnerismo a las decisiones económicas de Guzmán, Kulfas y Alberto Fernández. “En torno a estas evidencias, se discute actualmente si la propia recuperación económica y del empleo es suficiente para inducir un aumento en los salarios reales y, por esta vía, mejorar también la situación social. Cierto es que la baja en la tasa de desocupación implica para las y los trabajadores una situación de mayor fortaleza relativa; aunque con desigualdades muy grandes. Pero también es cierto que las políticas del Estado tienen incidencia –por acción u omisión– en la distribución del ingreso. Ante el deterioro acumulado en las condiciones de vida de las y los argentinos, esperar a que solo el libre mercado mejore estas condiciones implica sostener el empobrecimiento e incluso dificultar la propia recuperación de la economía”.
Mientras la gestión albertista le prende velas al mercado del trabajo, confiando en una recuperación que se vaya autorregulando y derramando a todos los sectores, el kirchnerismo plantea la necesidad de una intervención estatal más fuerte ante una pérdida del poder adquisitivo de la sociedad que ya lleva cuatro años consecutivos. En éstos términos está planteada la discusión que tiene en vilo al oficialismo, que necesita resultados urgentes si pretende llegar competitivo al 2023.