Presidente, gobernador o cabeza de lista para diputados nacionales. Posible candidato presto a colectora invertida con Mauricio Macri para que María Eugenia Vidal se nutra del caudal electoral de ambos e, incluso, nombre puesto en una PASO de fantasía por dentro de Alternativa Federal (AF). Todo eso y algo más se auguraba para el difuso horizonte de Sergio Massa hasta esta mañana. Sin embargo, ninguno de los destinos garabateados en el éter radial, la panoplia televisiva o la prensa escrita parece probable al cierre de esta nota.

El encuentro plenario del Frente Renovador derivó en la delegación de facultades a su líder tigrense para que negocie con el peronismo encolumnado detrás de la estrategia de Cristina Fernández. “Necesita la revalidación de 20 diputados propios”, soltaban en el entorno de Massa al mismo tiempo que Alberto Fernández, el primer candidato presidencial anunciado, lo limaba por radio Continental al ser consultado sobre la posible postulación de su sucesor en la Jefatura de Gabinete durante el primer mandato de CFK: “ese tema es complejo a esta altura, alguna vez pudo haber sido”, descerrajó.

El frenesí de las últimas semanas devoró prejuicios y sentencias que parecían inamovibles antes del golpe de timón que diera la senadora bonaerense por Unidad Ciudadana. A partir del 18 de mayo pasado, las piezas del rompecabezas empezaron a encajar y el entusiasmo cundió en los opositores al macrismo, al tiempo que la Casa Rosada y el radicalismo ingresaron en una escalada de tensión intestina.

Así, Massa abandonó hoy su apelación a la avenida del medio y la equidistancia entre Cambiemos y el kirchnerismo sin desprenderse de ciertas ambigüedades, todavía necesarias para no terminar en mesa de saldos. En ese contexto, desde un despacho kirchnerista del Congreso sugirieron a Diagonales que “Massa puede hacer lo que quiera porque lo que podía traer ya está adentro del frente patriótico”, y agregaron: “Era antes, hoy ya es tarde”.  

Por otra parte, la negativa de Roberto Lavagna a someter su candidatura a una dimisión en primarias en AF, las intempestivas vacaciones que se tomó el triunfante gobernador reelecto Juan Carlos Schiaretti y la reunión de su par salteño, Juan Manuel Urtubey, con el Jefe de Estado dejaban al líder del Frente Renovador en una calle angosta. Oscuro y minado de baches, el camino del centro lucía desolador con la triste compañía del senador Miguel Ángel Pichetto. Sobre todo, si se consideraba que los intendentes bonaerenses reclamaban un acuerdo con Cristina.

Se abrirá ahora el cálculo acerca de la cantidad de votos que arrastrará el tigrense hacia la fórmula de los Fernández, entre los que estiman que son 5, 10 o 15 pero son, al fin de cuentas, valiosos puntos para una primera vuelta y un eventual ballotage y los que contestan con suficiencia que no suma demasiado. Una cosa es segura y es que el otrora opositor racional y predilecto de Macri acaba de emigrar, desoyendo tal vez las recomendaciones o encargos que fuentes avezadas consideran que toma en la Embajada de Estados Unidos.

Resbaloso para cualquiera, el peronista que pegó un portazo para asestarle un golpe crucial al kirchnerismo en 2013 ensaya desde hace unas horas el sendero del retorno. Sin nada o con muy poco, después de haberse ido sin que lo echen. Resta saber cómo lo reciben o qué hará para que lo alojen otra vez.