La Argentina ya no fabricará los billetes argentinos. Así es: el Gobierno Nacional disolverá la mítica Casa de la Moneda, que funcionó de forma ininterrumpida durante exactamente 149 años, con el fin de reducir el gasto público y despedir a los trabajadores del organismo. En su lugar, la gestión de Javier Milei analiza importar los productos desde el extranjero o, en su defecto, licitar la impresión de la divisa para que se encarguen compañías privadas contratadas por el Estado.

La Casa de la Moneda fue creada en 1875 y, desde entonces, trabajó sin pausas ni recreos. Sobrevivió saltos de moneda, guerras, una pandemia, crisis históricas, dictaduras y golpes de Estado en el transcurso de dos cambios de siglo. Sin embargo, le tomó menos de diez meses en el poder a la administración de La Libertad Avanza dar por tierra con la icónica entidad encargada de la impresión de los billetes nacionales solo un año antes de que cumpla su 150° aniversario.

La pérdida del valor simbólico de la Casa de la Moneda solo es comparable con el impacto que tendrá para sus trabajadores. La Casa Rosada ya confirmó que los empleados “serán despedidos” de manera inminente en los próximos días, cuando se publique el comunicado que habilita la disolución del organismo descentralizado. A él también se le sumarán cerca de cinco áreas distintas dependientes del Gobierno Nacional, que la gestión libertaria suspenderá en aras de reducir el gasto público.

Pero un país no puede sobrevivir sin moneda, y mientras la divisa en curso sea el peso argentino, los habitantes necesitarán los billetes que el Presidente tanto ha denostado. Al respecto, el Ejecutivo analiza dos opciones: la primera es licitar la producción y adjudicársela a una o más empresas privadas a través de un contrato millonario pagado con fondos públicos; la segunda, más polémica aún, implica importar directamente la nominación nacional desde el extranjero.

Acuñación del peso argentino, fabricación de billetes y monedas, producción de instrumentos de control y documentos oficiales, desarrollo de software y procesos de digitalización, elaboración de patentes institucionales oficiales como sellos postales y estampillas fiscales, emisión de divisas para bancos: eso y más forma parte de un amplio abanico de tareas que llevó adelante la Casa de la Moneda por 149 años con atención por los más estrictos estándares de calidad internacional. Todo ello, pues, irá a parar ahora a una empresa privada extranjera.