Política y consenso para ordenar la economía y bajar la inflación, la plataforma Massa
El ministro se mostró afrontando el tema que más preocupa a los argentinos. Exhibió su receta de diálogo entre sectores y compromiso con los acuerdos. Con la UIA, la CGT e intendentes detrás suyo, habló de control, premios y castigos, con guiño incluido al kirchnerismo. Misceláneas de un acto ¿de campaña?
Mientras el grueso del oficialismo se enrosca en internas, posibles candidaturas, la conformación de una mesa política tras tres años de gobierno y una agenda judicial alejada de la cotidianeidad de la sociedad; mientras la oposición se agazapa para caranchear algún rédito político de cualquier situación, sin aportar una sola idea y sin voluntad de colaborar en nada para estabilizar el rumbo del país; uno de los anotados en la principal carrera de este 2023 intenta construir su chance desde otro enfoque.
Quizás bajo el paraguas de su rol de ministro de Economía, que le permite aceitarse para esquivar las rencillas políticas que saturan a una ciudadanía agobiada, Sergio Massa se posiciona en el mapa político hablando de lo más le importa a los argentinos hoy: la economía, la inflación, el poder adquisitivo de los ingresos. El acto de este mediodía fue un paso más en su cautelosa estrategia de no desviarse un centímetro de ese eje en el que se plantó desde agosto, pero dejó retazos para una interpretación política de lo que Massa seguirá mostrando a medida que se acerque el momento de su definición por una candidatura.
La lista de oradores del acto ya de por sí dio tela para cortar. Las primeras palabras fueron de Héctor Dáer, miembro del triunvirato de la CGT, que no escatimó en su apoyo al programa Precios Justos y su ampliación. “Representamos un sector que está convencido que hay que ir en contra de la inflación, y por eso estamos presentes y acompañamos este acuerdo” afirmó Dáer en nombre de los trabajadores.
Pero el titular de Sanidad no se quedó ahí. Luego de reivindicar las paritarias, “que no vamos a resignar nunca”, Dáer afirmó que “como tenemos historia vamos a ir con la responsabilidad necesaria para que estas políticas tengan el doble éxito que queremos: aumentar el poder adquisitivo del salario, y por otro lado aplanar o bajar el proceso inflacionario”. El sindicalista mencionó dos veces esa idea en su corta alocución, planteando la necesidad de un “desarrollo sustentable” en el cual, puede leerse entre líneas, los salarios deben aumentar mesuradamente para no acelerar la inflación. Primer poroto de la jornada para Massa, mostrar a un importante sector del movimiento obrero alineado con su estrategia.
Luego de Dáer vino el turno para Daniel Funes de Rioja, titular de la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (COPAL). Funes de Rioja, que en otros momentos del tránsito del FDT por el gobierno fue uno de los principales enemigos para el oficialismo, habló en la misma línea que Dáer. Rescató las paritarias como mecanismo y se quejó de “las intervenciones del Estado” en ellas, afirmando que “para nosotros, producción y trabajo significan la misma cosa, no es que es una u otra”.
Funes de Rioja dijo que empresarios y sindicalistas “discutimos, hay raspones, pero no hay enfrentamientos triviales. Todos queremos soluciones” y rescató la “voluntad de encontrar caminos de solución, encontrar consensos y bajar expectativas distorsivas”. El tono dialoguista, de búsqueda de acuerdos y consenso entre sectores que Massa exhibe como un sello propio se expuso casi guionado entre los dos extremos de la puja distributiva.
El titular de la UIA soltó otra frase que pareciera escrita por Massa. “Hay tasas municipales hasta para regalar” dijo refiriéndose a los esfuerzos necesarios en toda la cadena para lograr controlar el alza de los precios. El propio ministro de Economía había dicho lo mismo en la reunión del martes pasado con referentes del PJ bonaerense, entre los que se encontraban la mayoría de los intendentes de la Primera y Tercera Sección.
Justamente esa frase de Funes de Rioja dio paso a los dos siguientes oradores, un intendente de la Tercera y otro de la Primera. Andrés Watson, de Florencio Varela, y Federico Achával, de Pilar, volvieron sobre la idea del compromiso con el acuerdo, el trabajo conjunto entre el Estado y los privados y la función de los intendentes a la hora del control como “primera ventanilla del Estado”. Junto a otros jefes y jefas comunales que participaron como invitados, la presencia de Watson y Achával en el estrado ofició como una reafirmación del apoyo que el ministro ya había recibido en la reunión del PJ, y que lo fortalece en los territorios más importantes para el peronismo.
A su turno, luego de la intervención del secretario de Comercio, Matías Tombolini, Sergio Massa se dedicó durante unos breves minutos a repasar el camino recorrido por los Precios Justos y el horizonte de corto plazo que planteó para el programa. Comenzó bromeando con que el atril era demasiado pequeño para desplegar su ayuda memoria con todo lo que hicieron en estos meses, y expresó que “el primer desafío que recorrimos como equipo hace seis meses era parar una espiral inflacionaria que muchos señalaban como el principio del camino a una hiperinflación. No vale la pena buscar culpas ni culpables, sino enfrentar los problemas y resolverlos. Eso me planteé desde ese primer día, y hacerlo con todos los sectores”. Con esas primeras palabras Massa validó la escena que acababa de sucederse en ese mismo atril, casi como una declaración de principios.
“La inflación es el peor veneno que tiene una economía porque es pérdida de valor de moneda, pérdida de valor del salario, pérdida de activos y patrimonio, pero además, porque significa que no hay reglas” siguió el ministro, en una demarcación del enemigo que no puede menos que compartir cualquier argentino que hoy sufra el golpe de la inflación en su bolsillo. Y, después de detalles técnicos y numéricos sobre la ampliación de los Precios Justos, fue al hueso expresando que “esta segunda etapa tiene más premios y más castigos”.
Massa habló de los beneficios crediticios y de acceso al mercado único y libre de cambio que tendrán ciertos sectores, pero también de “desnudar a quienes le hacen trampa al Estado”, y citó como ejemplo al sector del turismo, donde muchas empresas aumentaron sus precios por sobre los acuerdos y no podrán acceder a la nueva edición del Previaje. Estímulo al crecimiento y la producción, control y sanción a las infracciones pareció la síntesis que el ministro quiso dejar y en la que difícilmente puedan no sentirse comprendido todo el oficialismo.
Justamente en materia de control, Massa reivindicó a los intendentes, que estuvieron en el foco de la discusión a partir del discurso que desde los medios opositores se instaló sobre su rol en esta política pública. “El otro día, la gran mayoría de los intendentes que están acá plantearon que no solo quieren ser controladores, sino que se quieren sentar con empresas, supermercados que participen del programa, que hagan el esfuerzo de bajarle el precio a la gente para compartir de alguna manera el esfuerzo, en la medida que el esfuerzo le llegue también a sus vecinos. Valoro enormemente el compromiso y la participación de intendentes en el programa, nos sirve para controlar, para sancionar, pero también para poner sobre la mesa” planteó Massa.
En un acto escueto, sin rimbombancias, el ministro de Economía enfocó la principal agenda de la sociedad hoy y jugó sus cartas de político para ordenar el problema de la inflación. Mostró importantes sectores alineados a su estrategia y, fundamentalmente, compartiendo su tono de diálogo, mesura y construcción de acuerdos para resolver una afección casi estructural de la economía argentina, para la cual otros sectores del oficialismo reclaman medidas más unilaterales. Fiel a su estilo, Massa se exhibe casi como la opción natural para los sectores y los votantes que le reclaman a la política más capacidad de articulación y menos tensión improductiva a la hora de encarar las diferencias y los problemas que surgen de ellas.
Conocedor del paño político, el ministro no dejó de aprovechar la instancia para enviar un guiño al kirchnerismo. Al cierre de su discurso, refiriéndose a las certezas macroeconómicas a construir, el orden fiscal y la acumulación de reservas, elementos que en el campamento K suelen ser vistos como meras recetas del FMI, Massa agregó que “es clave que esas herramientas macroeconómicas que venimos consolidando y tenemos que consolidar aún más tengan lo más importante que tiene que tener un programa económico y un programa de gobierno, que es la gente adentro. Para tener a la gente adentro necesitamos que cada mes que pasa el salario le gane un poquito más a los precios y la gente viva mucho mejor”. La frase, patentada por Kirchner, también se cuenta en el repertorio de Massa.
Con sus cartas, fiel a su estilo, atento a no correrse de su eje, Sergio Massa oficia de ministro de Economía al tiempo que esquiva alusiones a una posible candidatura presidencial, pero se posiciona en un espacio que ningún otro referente del oficialismo pareciera poder ocupar. Si la deriva del FDT llevará o no al espacio hacia las aguas del consenso y el acuerdo entre sectores, el diálogo como herramienta central y la moderación en la construcción de conflictos de cara al próximo turno electoral, es todavía un interrogante. Mientras tanto, Massa sigue jugando a lo suyo y de sus resultados dependerá gran parte de la suerte oficialista.