Represión bajo la lluvia: La Policía atacó a jubilados en una nueva marcha en Congreso
Las fuerzas de seguridad de Patricia Bullrich pusieron en marcha un nuevo operativo violento, injusto y, particularmente, desproporcionado, con una decena de agentes por manifestante. Las imágenes.
Haga sol, nieve, llueva o truene, una cosa es segura todos los miércoles: la Policía reprimirá a los jubilados que marchen al Congreso. Hoy no fue la excepción: bajo intensas precipitaciones, efectivos que responden al ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich atacaron a los ancianos autoconvocados en los alrededores del Parlamento. El operativo, además de injusto y violento, tuvo una característica puntual: fue altamente exagerado, con cerca de una decena de agentes custodiando a cada abuelo.
En un despliegue desproporcionado que dio aplicación al “protocolo antipiquetes”, esta tarde una multitud de jubilados fue reprimida nuevamente por orden del Gobierno Nacional de Javier Milei, que aplica la misma rutina de miércoles todas las semanas contra los adultos mayores que se movilizan al Congreso en reclamo de subas a los haberes y en contra del veto presidencial que revirtió el incremento sancionado por los legisladore varias semanas atrás. Las imágenes son escandalosas.
Los videos muestran a una ola de manifestantes arribar lateralmente al Congreso por la calle Hipólito Yrigoyen, donde intentan luego doblar la esquina para asentarse frente a la Legislatura. Los jubilados marchaban pacíficamente y llevaban en sus manos carteles empapados por la lluvia torrencial que cayó sobre el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y otras regiones de la Argentina. A falta de las arduas condiciones climáticas, lo que los frenó fue la Policía y su “protocolo antipiquetes”.
Los efectivos avanzaron sobre los ancianos y los empujaron y arrinconaron contra la pared, mientras otros uniformados se encargaban de disgregar la multitud llevándose a algunos de los juibilados lejos de la escena. El accionar fue tan agresivo como desproporcionado: había cerca de una decena de policías por cada manifestante, e incluso varios de los agentes portaban armas como si los abuelos fueran a intentar atacar a golpes y bajo la lluvia a las fuerzas de seguridad. Un despliegue lamentable pero común, como cada miércoles.