Retroceso del peronismo en las provincias: el peor mapa para el PJ desde el retorno de la democracia
La derrota en Chaco caló hondo y es la sexta en lo que va del año. Con cinco provincias aún por definirse, el peronismo podría quedar sólo con nueve provincias sin contar expresiones locales como Córdoba o Misiones. Juntos por el Cambio podría superarlo en el despliegue nacional.
Son tiempos de quiebre reseteo para el sistema político argentino en general, pero particularmente para el peronismo, la fuerza hegemónica que condujo los destinos del país durante más tiempo desde la vuelta de la democracia y que hoy atraviesa una profunda crisis que se expresa en todos los niveles. Con la mayoría de las elecciones provinciales de este año ya definidas, de consolidarse las tendencias de las PASO en las que quedan, el peronismo unificado que en 2019 vapuleó a Juntos por el Cambio quedaría gobernando sólo nueve de las 24 provincias del país.
El dato no es menor, tanto en un escenario de victoria electoral de Sergio Massa como, fundamentalmente, en uno de derrota para Unión por la Patria. En el primer caso, Massa como presidente debería gobernar un país con mayoría de provincias opositoras y su consecuente expresión en el poder legislativo, algo que no le tocó a ningún presidente peronista desde 1983 hasta acá. En caso de una derrota, resulta difícil pensar en cómo podrá sostener la unidad un justicialismo cuyos mandatarios locales deberán negociar recursos con el gobierno nacional, en un contexto de crisis de liderazgos propios.
Chaco fue la sexta provincia que el peronismo perdió en 2023. El justicialismo gobernaba ininterrumpidamente desde 2007, y había tenido dos períodos anteriores en la era democrática desde 1983 a 1991. La caída de Capitanich resultó estruendosa por lo inesperada. Las proyecciones auguraban una segunda vuelta con el gobernador saliente descontando varios de los casi siete puntos que la sumatoria de los candidatos de JxC le habían sacado en las PASO. Nada de eso sucedió. El radical Leandro Zdero no sólo retuvo todos los votos su rival en las PASO, Juan Carlos Polini, sino que creció más de cuatro puntos para superar el 45% y ganar en primera vuelta. Se cortó así una hegemonía peronista de 16 años en la provincia.
La derrota chaqueña del PJ se sumó a otras también se relevancia ocurridas previamente en lo que va del 2023. La más reciente y una de las más importantes por el peso específico del distrito en cuestión, es la de Santa Fe. El peronismo gobernó la provincia de la bota, una de las más relevante en términos económicos del país, durante 24 años entre 1983 y 2007, año en que perdió la gobernación a manos del socialismo. En 2019, la ola ganadora del Frente de Todos recuperó la Santa Fe para el PJ. Pero la alegría duró apenas cuatro años y con la reciente paliza electoral de Pullaro, que le sacó casi 30 puntos de diferencia al candidato oficialista, Marcelo Lewandowski, el radicalismo tendrá un gobernador en la provincia por primera vez desde que Aldo Tessio, electo en 1963, fuera depuesto por el golpe militar de 1966. Seis décadas después, la UCR vuelve a gobernar Santa Fe.
Otra derrota durísima para el peronismo, particularmente para el kirchnerismo, fue la de Santa Cruz. Allí se jugó lo simbólico del fin de una hegemonía K que ya acumulaba 32 años en el poder. El diputado nacional y secretario general del sindicato petrolero Claudio Vidal destronó al kirchnerismo en su casa matriz y sumó una nueva fuerza local al mapa nacional.
Tres casos más completan el sexteto de derrotas del PJ en este 2023 que pinta fatídico para el peronismo. Se trata de las provincias de San Luis, San Juan y Chubut, tres distritos donde Juntos por el Cambio se impuso y arrebató el poder a distintas expresiones del PJ, con la particularidad de armados propios que incluyeron a partes desmembradas del peronismo gobernante.
El caso de San Luis resonó con fuerza por el fin de un ciclo de 40 años de los Rodríguez Saá en el poder. En la provincia puntana, Claudio Poggi, de Cambia San Luis, obtuvo el 52,9% de los votos y derrotó a la fórmula oficialista de Unión por San Luis, integrada por Jorge “Gato” Fernández y María Eugenia Catalfamo. El gobernador Alberto Rodríguez Saá resultó así derrotado por la coalición opositora, que contó con el apoyo de su hermano, el Senador Adolfo Rodríguez Saá.
En San Juan, Marcelo Orrego de Unidos por San Juan, el nombre de JxC en la provincia, venció a los candidatos del oficialismo José Luis Gioja y Rubén Uñac, hermano del actual gobernador, Sergio Uñac, quien fuera inhabilitado por la Corte Suprema para competir por un nuevo mandato. El resultado en la provincia cuyana fue todo un batacazo, ya que se descontaba un triunfo del peronismo que ya llevaba dos décadas en el poder. La definición de la Corte de sacar del juego a Sergio Uñac fue determinante, pero no puede ponerse como único factor que explique el resultado.
En Chubut, el peronismo también gobernaba desde 2003, aunque en 2015 el fallecido Mario Das Neves había creado la fuerza Chubut Somos Todos, una expresión local del PJ. En la provincia patagónica se dio el triunfo un PRO puro como Ignacio Agustín Torres, que se impuso al oficialista Juan Pablo Luque. Junto con la CABA, Chubut se transformó así en el segundo distrito del país con un gobernante del partido de Mauricio Macri, que más allá de su poder dentro de la coalición de JxC, no tenía anclajes provinciales y dependió siempre de su sociedad con la UCR en el interior del país.
De esta forma, Juntos por el cambio le arrebató cinco provincias al peronismo en lo que va del año, que perdió otra más a manos de una fuerza local. El otro cambio de mando se dio en Neuquén, con la histórica derrota del MPN a manos de una fuerza local comandada por Rolando Figueroa, un desprendimiento de la fuerza de los Sapag.
A contramano de estos siete cambios, otras 10 provincias de las que ya eligieron mandatarios votaron por la continuidad. Martín Llaryora retuvo Córdoba para el peronismo cordobés, distanciado del PJ de UP. Hugo Passalacqua ganó en Misiones con el sello local Frente Renovador para la Concordia, forjado por el peronista Carlos Rovira y que en los hechos funciona como un aliado de UP. En esa misma bolsa entran Alberto Weretilneck y su victoria con Juntos Somos Río Negro, y Gustavo Sáenz con su fuerza PAIS en Salta. Por su parte, el peronismo de Unión por la Patria sostuvo La Rioja con Ricardo Quintela, Formosa con Gildo Insfrán, La Pampa con Sergio Ziliotto, Tucumán con Osvaldo Jaldo y Tierra del Fuego con Gustavo Melella. El radicalismo de JxC retuvo Jujuy con Carlos Sadir.
Con estos resultados sobre la mesa, el peronismo logró retener cinco provincias propias, a las que pueden sumarse aliados como Misiones, Salta y Río Negro. Pero, a su vez, perdió otras cinco directamente a manos de Juntos por el Cambio y otra más con una fuerza local. El mapa aún debe completarse con los distritos que elegirán a las urnas de acá al 22 de octubre. Allí también el peronismo se juega una gran partida y JxC puede consolidar una nueva mayoría.
El próximo turno electoral será Mendoza, el próximo domingo 24 de septiembre. Se espera allí una victoria del radical Alfredo Cornejo que sume un distrito más para la alianza opositora en la sumatoria general. El resto de los comicios irán pegados a las generales del 22 de octubre, con dos certezas y dos importantes incógnitas. Entre los resultados esperables están las victorias de Raúl Jalil en Catamarca y la de Jorge Macri en CABA, que podría tener que posponerse a una segunda vuelta. Los resultados abiertos, aunque con una tendencia firme, son los de Entre Ríos, donde Rogelio Frigerio pretende destronar a Gustavo Bordet y arrebatarle una nueva provincia al peronismo, y el de la provincia de Buenos Aires, donde de no mediar una catástrofe para UP Axel Kicillof debería resultar reelecto.
Si se terminan dando esos resultados, el PJ quedaría con un mínimo histórico de provincias bajo su gobierno desde el 83 para acá. Serían Tierra del Fuego, La Pampa, Buenos Aires, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero y Formosa, a las que puede sumarse Salta por su alineamiento con UP, totalizando nueve distritos. Cinco provincias quedarían en manos de fuerzas locales, con posibilidad de buenas relaciones con el peronismo pero también con un gobierno de otro signo. Son Santa Cruz, Río Negro, Neuquén, Córdoba y Misiones. Por su parte, Juntos por el Cambio se llevaría un interesante premio electoral de este 2023, incluso si Patricia Bullrich no consigue llegar a un balotaje en las nacionales. La coalición gobernaría 9 provincias y la CABA, el mayor número para una alianza en el nuevo mapa. Serían Chubut, Mendoza, San Luis, San Juan, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Chaco y Jujuy.
Ese mapa sería el peor para el justicialismo en la nueva era democrática iniciada con la recuperación de 1983. Ese año de retorno democrático, el PJ gobernaba en 12 provincias. Con la ola ganadora del menemismo, en 1991 ese número se amplió a 14 distritos, número que se mantuvo en los comicios de 1995. En 1999, con la derrota del PJ a nivel nacional, 13 provincias del país siguieron gobernadas por esa fuerza política. En 2003 y tras la fragmentación peronista, la sumatoria de distritos daba seis provincias para el PJ y cuatro para el Frente para la Victoria del kirchnerismo, a lo cual se sumaban otras expresiones del justicialismo como San Luis, Córdoba y el Partido de la Concordia Social de Misiones.
En 2007, el claro ordenamiento tras el kirchnerismo, el FPV gobernaba 13 provincias y tenía aliados del PJ en otros distritos del país. En 2011, con el arrasador 54% de CFK en las nacionales, el kirchnerismo logró una hegemonía de 16 provincias. En 2015, año del ascenso del macrismo, 12 provincias quedaron bajo la órbita del PJ, a lo que se sumaba ntambién algunas expresiones locales aliadas. El 2019 marcó el conocido mapa de una franja amarilla en el centro del país con todo el norte y el sur copados por la ola del Frente de Todos.
De esta forma, independientemente de cómo se contabilicen las provincias aliadas a partir de sus expresiones locales, el peronismo probablemente toque un piso histórico para esta nueva era democrática en cuanto a la cantidad provincias que queden bajo su gobierno. El problema se trasladará al Congreso, particularmente a la Cámara de Senadores, donde el PJ puede perder la mayoría propia por primera vez desde 1983.
Esta situación enfrentará al peronismo a la difícil tensión de sostenerse unido en una eventual derrota, algo que aparece muy poco probable teniendo en cuenta los pases de factura que aflorarán si Sergio Massa no se impone en las elecciones nacionales. Sostenga o no la unidad, el justicialismo inexorablemente se verá arrojado a una nueva discusión por los liderazgos y nuevos armados que puedan recomponerlo como la maquinaria de poder que fue en las últimas cuatro décadas del país. El reseteo está en marcha, y el peronismo parte de un piso históricamente bajo.