Atento a una disputa electoral con final abierto, el Poder Judicial sigue mostrando su faceta “tiempista”, con la causa por la red de espionaje y extorsión que tramita en Dolores como escenario principal. La recusación del juez Alejandro Slokar es el ejemplo más reciente de unos tribunales donde se imponen los fallos con muñeca política, sin importar que ese equilibrio de poder se logre a fuerza de ciertas desprolijidades.

Ayer nomás, con el voto de Slokar, la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal había vuelto a respaldar de forma unánime la tarea de Alejo Ramos Padilla al frente del expediente que investiga, entre otros, al falso abogado Macelo D’Alessio, al fiscal rebelde Carlos Stornelli y al periodista Daniel Santoro, en un proceso que molesta mucho a la Casa Rosada. Apenas 24 horas después, los otros dos integrantes de la Sala, Ángela Ledesma y Guillermo Yacobucci, decidieron que Slokar ya no pueda intervenir en el expediente de Dolores, al aceptar la recusación interpuesta por una imputada, la diputada de Cambiemos Elisa Carrió. No importo que, unas horas antes, el antecedente invocado por la chaqueña para desplazar a Slokar hubiese sido desestimado por el propio Consejos de la Magistratura.

Por sus quiebres, toda la secuencia tiene cierta complejidad, pero empezó así: el miércoles, aún con Slokar, la Sala II consideró válida la prisión preventiva impuesta por Ramos Padilla al exespía Hugo “Rolo” Barreiro, por lo que desestimó su pedido de excarcelación. Los tres camaristas avalaron el razonamiento del juez de primera instancia: como integrante de una asociación ilícita dedicada al espionaje y la inteligencia, Barreiro podría entorpecer el curso de la pesquisa de permanecer en libertad.

En el caso de Slokar, a su voto le agregó un condimento explosivo. Sostuvo que es tal la gravedad de lo investigado, tanto por la variedad de operaciones ilegales como por la cantidad de particulares y funcionarios involucrados, que “compromete la vigencia del Estado de Derecho y socava el futuro de las instituciones democráticas”.

En paralelo, el fallo fue visto como un respaldo para Slokar, que venía estando en la mira de la task force judicial de Cambiemos, incluida la recusación de Carrió y el reflote de un juicio político que la misma diputada le había iniciado en 2016 ante el Consejo de la Magistratura.

Pero esa lectura estuvo equivocada, porque un día después llegó su apartamiento. Ledesma y Yacobucci dieron por válido el argumento de “Lilita”, quien dijo que Slokar no podía ejercer su tarea, ya que lo condicionaba el enjuiciamiento que ella le había promovido tres años atrás, cuando lo acusó de querer “cajonear” una causa que involucraba al exsecretario de Obras Públicas José López.

Previo a que el camarista fuera apartado, la comisión de Disciplina y Acusación de la Magistratura había desestimado aquella acción de Carrió. El dictamen del macrista Pablo Tonelli, quien apoyaba a la líder de la Coalición Cívica, tuvo tres votos, mientras que el que Juan Pablo Más Vélez, que propuso archivar la denuncia, se impuso con cinco. Difícil saber hoy qué pasará dentro de un mes, cuando el pleno de los consejeros tenga que debatir este dictamen de la comisión de Disciplina.

Para seguir con la lógica “una de cal y otra de arena”, ya con Slokar fuera de juego, Ledesma y Yacobucci refrendaron la competencia de Ramos Padilla en la causa –es la tercera vez que la Sala falla en ese sentido– y dejaron firme la declaración de rebeldía de Stornelli por negarse a prestar declaración indagatoria.

Sin embargo, previsores, los camaristas se siguen guardando la última carta. Como a Ramos Padilla le ratificaron la competencia con el mismo carácter “provisorio” que en su momento le había otorgado la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata, el futuro del juez es incierto. Su permanencia en la causa dependerá de cómo se precise el objeto de investigación, en medio de un año electoral donde lo que menos hay son precisiones.