¿Y ahora qué hacemos?
Una nueva fuerza política que nadie vio venir cambia las perspectivas del final
Las PASO 2023 nos coloca en un mar de incertidumbres. La Ciencia Política lleva el primer nombre de ciencia porque busca regularidades, reglas, continuidades, por lo tanto con intenciones de predictibilidad sobre el futuro. Por supuesto que la política es dinámica y el arte de lo posible, pero lo que sucedió el domingo 13 de agosto frente a las PASO fue inédito en la historia política argentina. Una nueva fuerza política, sin estructura ni partido político, sin gobernador alguno ni intendente, triunfa en 16 de las 24 provincias. Independientemente del final de la película (el sillón presidencial), la foto de hoy es un cimbronazo al sistema político y de partidos en la Argentina.
Estamos cumpliendo 40 años de vida democrática, la Argentina está pasando por una profunda crisis económica, pero en rigor de verdad, en estos años la crisis ha sido la regla y no la excepción. Para superarla el electorado probó con gobiernos radicales, peronistas, con coaliciones kirchneristas, y también antikirchneristas. Tres partidos políticos recibieron el apoyo popular y las promesas de la democracia parecen aún incumplidas. Gabriel Milei representa eso, el hastío a un sistema de partidos que no acusa recibo.
Pablo Estefanoni dice “La Rebeldía se ha vuelto de derecha”, el cierre de campaña del candidato libertario fue en el Movistar Arena, colmada de jóvenes enfervorizados, que espontáneamente cual si fuese un rockstar, mientras otros en primera fila, recitaban de memoria las palabras del liberal Benegas Lynch, cuando Milei lo parafraseaba.
El voto Milei, como es usual, es multicausal: hartazgo social, voto ideológico que apela al liberalismo, una sociedad que vuelca a la derecha, jóvenes que se sienten interpelados para terminar con la “casta” política, otros que el desparpajo y la utilización de las redes lo sedujo. Y la novedad de esto, es que es un fenómeno federal. Hasta hoy se suponía un electorado joven, hombre, del Conurbano y la Capital Federal. La elección mostró que trascendió fuertemente esta geografía, 45% en Mendoza, 34% en Córdoba ganando al gobernador que iba en una lista, 36% en Tierra del Fuego, 40% en Jujuy también ganando al gobernador y candidato. Esto muestra un componente del votante de la Libertad Avanza que va más allá de un sector etario, social o geográfico.
La región había mostrado este escenario, Bolsonaro en Brasil y Boric en Chile llegaron a la presidencia sin estructuras partidarias, esto era observado por los analistas políticos argentinos con atención, pero lejano e improbable en nuestro país. Bueno, eso lejano hasta ayer, hoy es una realidad en nuestro país. Nace un liderazgo, que con su propio apellido hará a muchos diputados, senadores y concejales. Está lejos de ser un nuevo partido político, pero está cerca de ser presidente. Los actores político propios están desconcertados. Los analistas también.
Muchas veces las transformaciones sociales son lentas y silenciosas. Una autora llamada Noelle-Neumann hablaba de la “espiral del silencio” en la opinión pública: “el resultado es un proceso en espiral que incita a otros individuos a percibir los cambios de opinión y a seguirlos hasta que una opinión se establece como la actitud prevaleciente, mientras que la otra opinión la aportarán y rechazarán todos, a excepción de los duros de espíritu, que todavía persisten en esa opinión. He propuesto el término espiral del silencio para describir este mecanismo psicológico”. Tal como la época de Menem hay un voto vergüenza, gente que no lo dice, pero en el cuarto oscuro se expresó.
Las encuestas, una vez más no vieron este fenómeno, pero tampoco lo observaron ni los propios actores políticos, a excepción de Cristina Fernández y Mauricio Macri que hablaron de un escenario de tercios.
En una sociedad diezmada, no por la dictadura, sino por una democracia que no otorga respuestas a simples problemas de la gente, la salida parece venir de alguien que rompa todo, de manera pacífica. Ese fue el voto del domingo.