El giro a la oposición
El cambio de signos políticos en el poder no nos permite hablar de una “nueva ola progresista” hasta ver los gobiernos afianzados en la región
Con el triunfo de Gustavo Petro en Colombia, muchos y muchas se han aventurado a describir un nuevo giro progresista en la región. Otra visión nos muestra que desde el año 2019 se han sucedido siete[i] elecciones presidenciales en la región, en las cuales en ninguna ha triunfado el oficialismo. Un ciclo de ascenso al gobierno de la soposiciones parece la regla.
El 22 de abril del año 2018 Mario Abdo Benítez, del oficialista Partido Colorado, triunfaba en las elecciones para presidente en Paraguay con el 46% de los votos frente a Efraín Alegre de la Gran Alianza Nacional. El 20 de mayo del mismo año, Nicolás Maduro era reelecto por el PSUV como presidente de Venezuela por el 67% de los votos. Desde este momento, se han sucedido en la región siete elecciones presidenciales en las cuales el oficialismo ha sido derrotado en todas ellas. Los casos de Paraguay y Venezuela en el año 2018 parecen las últimas señales de gobiernos, partidos políticos y líderes fuertes que logran su reelección, mientras que en la actualidad aparecen nuevos desafíos y crisis de distinto tipo que ponen a los oficialismos en jaque.
El primer caso fue en nuestro país, cuando el presidente Mauricio Macri salió derrotado en las elecciones del 27 de octubre del año 2019 frente a Alberto Fernández. El candidato de la alianza Frente de Todos obtenía más del 48% de los votos y accedía a la presidencia en primera vuelta. Pocos días después, el 24 de noviembre el Frente Amplio perdía en Uruguay luego de tres victorias consecutivas: Luis Lacalle Pou ganaba la segunda vuelta con el 50,79% frente a Daniel Martínez.
En el año 2020 se van a retomar las elecciones presidenciales en Bolivia luego del golpe de Estado que derrocó a Evo Morales en noviembre del 2019 y llevó al poder a la presidenta de facto Jeanine Áñez. En el año 2020, el oficialismo no pudo siquiera llevar un candidato a las elecciones, y el retorno del MAS se dio de la mano de Lucho Arce con el 55% de los votos.
En el año 2021 se desarrollaron tres elecciones presidenciales: Ecuador, Perú y Chile. En las tres el resultado se definió en segunda vuelta, con candidatos opuestos en lo ideológico y con el oficialismo sin llegar al ballotage. En Ecuador el bancario de derecha Lasso triunfó con el 52% de los votos frente a Arauz. En Perú un desconocido maestro rural triunfo por menos de medio punto de diferencia: Castillo del partido Perú Libre de izquierda alcanzó el 50,13% de los votos frente al 49,87% de Keiko Fujimori. Por último, tenemos el caso del país trasandino, donde a fin del año pasado Gabriel Boric, candidato de izquierda de la coalición Apruebo Dignidad triunfó con el 55,87% de los votos frente al 44,13% del candidato de derecha Kast.
Llegamos al año 2022, en el cual tenemos dos elecciones sumamente importantes en lo político para la región: Colombia y Brasil. Por un lado, la elección del domingo pasado coloca por primera vez en la historia de Colombia a un gobierno democrático de izquierda en el poder: el Pacto Histórico que llevaba a Gustavo Petro como candidato triunfó con el 50,5% frente a Rodolfo Hernández, que cosechó un 47,3%. El oficialismo de Iván Duque, y el “Uribismo” como corriente ideológica que era hegemónica en Colombia, han sido corridas del tablero colombiano.
Por su peso específico, las elecciones de octubre de este año en Brasil podrían definir la situación en la que nos encontramos: si como indican todas las encuestas Lula accede al Palacio del Planalto sería la octava victoria consecutiva de opositores en elecciones presidenciales, y sería un impulso sumamente relevante para los nuevos gobiernos progresistas que llegaron al gobierno y se enfrentan a importantes desafíos.
Luego de este breve panorama regional podemos arribar a algunas conclusiones y otras preguntas: por un lado, la certeza de que a los oficialismos las elecciones les están siendo esquivas. Podemos ver que en la región han surgido nuevas demandas y crecido otras antiguas de insatisfacción generalizada con las instituciones estatales y los gobiernos de turno que hacen que la ciudadanía mire con mejores ojos a los candidatos opositores. Aunque algunos países ya mostraban signos de cansancio y revuelta social antes, debemos tomar en cuenta en este punto el impacto de la Pandemia COVID – 19 en términos sociales, económicos, políticos y culturales, como también el impacto actual de la guerra entre Rusia y Ucrania y el proceso inflacionario global más importante de los últimos 40 años.
Por otro lado, de las últimas nueve elecciones presidenciales en la región en seis han triunfado opciones progresistas / de izquierda, mientras que en otras tres lo han hecho opciones conservadoras / de derecha. El cambio de partidos y signos políticos en el poder, elección tras elección no nos permite hablar de una “nueva ola progresista” en la región, ya que creemos que para hablar de una “nueva ola” o “retorno de” los partidos deben afianzarse en los gobiernos y en la región en conjunto. Así como no hubo un “retorno conservador” en la región en el año 2015 – 2016, no creemos que estemos a tiempo de afirmar que exista una nueva oleada de gobiernos progresistas hasta que estos puedan mantenerse y sostenerse en el poder durante varios mandatos, como sí lo hicieron en la década de los ´90 los gobiernos neoliberales o en la primera década y media del nuevo siglo los gobiernos de tinte progresista.
Según los nuevos acontecimientos globales y las predicciones económicas, la región estaría en las vísperas de un contexto global favorable, con alzas de los comodities, principalmente alimentos, recursos naturales, minerales y combustibles en un mundo multipolar. Una construcción conjunta regional de estos nuevos gobiernos podría permitirles a los gobiernos que llegan al poder en este contexto difícil dar respuestas y soluciones a las nuevas demandas de sus sociedades.
¿Podrán estos nuevos líderes mantenerse en el poder? ¿Podrán ejercer el liderazgo de una manera que les permita constituirse como casos exitosos, en los que su partido e incluso su figura sean reelectas y se mantengan en el poder? ¿Serán estos seis líderes, o siete si triunfa Lula en Brasil, consolidar una nueva ola progresista en la región en un contexto global complejo pero que abre nuevas oportunidades? Acrecentar los recursos de poder, como desarrollan Fraschini y García en “Liderazgos en su laberinto. Cómo ejercen el poder los presidentes sudamericanos del siglo XXI" (2021), les permitiría a estos nuevos liderazgos que emergen en la región mejorar su Posición Político- Institucional (PPI) y conformar un nuevo ciclo estable y exitoso de gobiernos progresistas.
[i] En Bolivia se llevaron a cabo elecciones el 20 de octubre del año 2019. En las mismas triunfó y fue reelecto el presidente Evo Morales, pero luego de los acontecimientos descriptos más arriba fue derrocado con un golpe de Estado. Para los fines de este trabajo, tomamos directamente las elecciones del año 2020 en las que el MAS retorna al gobierno con Arce.