Lecciones de Brasil y Chile para entender las dificultades de Milei
Considerando lo sucedido en las elecciones de 2018 y 2021 en estos países, presentamos una clave interpretativa que nos muestra las dificultades que tiene el economista para ganar las urnas argentinas en 2023
En ambos países, gobernaba una derecha tradicional con alto rechazo popular, representada por los gobiernos de Sebastián Piñera y Michel Temer. Piñera terminó deteriorado por el estallido chileno de 2019, mientras Michel Temer estuvo jaqueado desde el principio por la falta de legitimidad de su mandato, el que asumió después del controvertido impeachment a Rousseff en 2016; a la vez que por los escándalos de corrupción. La adhesión del PSDB a este gobierno impopular terminó de hundir en el vacío a un partido que supo brillar con Cardoso entre 1994 y 2002, pero que perdió 4 elecciones consecutivas contra el PT hasta ser barrido por el bolsonarismo.
El debilitamiento de la derecha tradicional y los cuestionamientos a la clase política permitieron la consolidación electoral de Bolsonaro y Kast hacia la primera vuelta. Subirse a la ola del rechazo antipolítico les permitió avanzar en la lógica de la polarización para absorber el voto anti-progresista. Esta lógica polarizante ha estado presente en distintas elecciones alrededor del mundo y es lo que la derecha radical ha utilizado para crecer en países como Estados Unidos y Brasil. En Estados Unidos, Trump, al ganar la interna del Partido Republicano en 2016, utilizó la polarización con Hillary Clinton para alcanzar la victoria.
En el caso argentino, si bien se observa una crisis de representación de la política tradicional que ha permitido la emergencia de Milei y La Libertad Avanza, Juntos por el Cambio a diferencia de lo sucedido en estos dos países, no se encuentra en el gobierno, sino en la oposición. El crecimiento electoral de la derecha radical en Chile y en Brasil se basó en estos postulados: 1) crisis económica y de representación política; 2) gobierno de derecha tradicional impopular; 3) ausencia de competidores con propuestas extremistas en la derecha tradicional; 4) aprovechamiento de estos factores por parte de la derecha radical para mostrarse como lo nuevo y polarizar en segunda vuelta con las opciones progresistas. Mientras el aspecto 1 se encuentra presente en Argentina, el 2 y el 3 se encuentran ausentes.
Para ganar la elección emulando los casos de Brasil y Chile, Milei tendría que vencer primero a Juntos por el Cambio para después avanzar en una lógica de polarización contra la centroizquierda, representada en Argentina por el kirchnerismo. De alguna manera, el de Milei pareciera ser un problema similar al que tiene Vox en España, donde hay un gobierno progresista en el Ejecutivo, pero la existencia del Partido Popular en la oposición le impide crecer electoralmente.
La potencia electoral de Juntos por el Cambio representa un obstáculo para las aspiraciones del economista neoliberal. En Chile, el candidato de la derecha moderada de Piñera, Sebastián Sichel, sacó 12% en 2021, y Alckmin en Brasil sacó el 4.7% en 2018. Pero aquí Juntos por el Cambio no baja del 30%. Esto explica que la mayoría de los ataques de Milei estén dirigidos a ese espacio, especialmente a Larreta, una versión más moderada frente a la que el economista podría crecer, al representar un voto extremista de derecha.
Para que Juntos por el Cambio pierda su potencia electoral en este contexto, tendría que suceder algo casi imposible, ya que no se encuentra en el gobierno, como si lo estaba la derecha tradicional en Chile y Brasil. Si esta elección de 2023 fuera ganada por Juntos por el Cambio, es posible que allí Milei tenga más chances en 4 años si ese gobierno naufraga.
Tanto Kast como Bolsonaro se beneficiaron de aparecer como “lo nuevo” frente a una clase política caída en desgracia; pero también por confrontar desde un discurso “anticomunista” con el progresismo y prometer orden. Otro problema de Milei es que tiene competidores en la derecha tradicional de Juntos por el Cambio que podrían representar la misma función, como Patricia Bullrich. Por el contrario, Geraldo Alckmin y Sebastián Sichel, los candidatos de la derecha tradicional en Brasil (2018) y Chile (2021), no eran competidores directos de Bolsonaro y Kast; sino que se mostraban como una derecha más moderada. Esto permite ver que Larreta sería un candidato más funcional al crecimiento de Milei que Bullrich. Esta última, al proponer una “trumpización” de Juntos por el Cambio, pretende absorber el malestar canalizado por la extrema derecha y así puede representar un serio obstáculo para el crecimiento del economista neoliberal.