El que escribe estas líneas, pensaba que la salida de la pandemia era con más solidaridad, con fortalecimiento de los lazos comunitarios, con mayor representatividad de las instituciones, pues bien, cuente estas páginas como autocrítica. 

¿CÓMO SALIMOS DE LA PANDEMIA?

Es una pregunta necesaria para entender la irascibilidad y el cansancio en el que se encuentra una parte importante de la población argentina, latinoamericana y mundial. Quien escribe, pensaba que la pandemia nos había traído una conciencia plena de la necesidad de la intervención del Estado y de las distintas organizaciones de la comunidad. Por decirlo de otra manera, una salida colectiva, frente al individualismo reinante, desde la caída del muro de Berlín. Que nos había traído un Estado más presente, no solo como control, sino como productor en el funcionamiento del mercado, con la necesidad de una respuesta centralizada, de una prioridad organizativa que no sea la ganancia; y nos encaminábamos a revisar las formas organizativas de los últimos años. Un ejemplo era la cantidad de argentinos que recibieron la IFE (compatriotas sin ingresos fijos, ni beneficiarios de algún plan de Estado) y como contrapartida, la poca cantidad que poseen riquezas infinitas. Sin embargo, la visualización de ese hecho tan claro,  de esa desigualdad tan galopante, no nos llevó a acompañar al Estado en la necesidad de medidas de igualación. Medidas que permitan ordenar esos desequilibrios del mercado, que a diferencia de cómo piensan los anarco liberales, no se ordenan por oferta y demanda. El Estado intervino, en forma desarticulada, inconstante, incompleta, resolvió cuestiones que sino gobernara el Frente de Todos, no se hubieran resuelto. Pero hay que destacar que no se resuelven los problemas de fondo, que dejaron las políticas implementadas desde la última dictadura del 76. Sobre esos pendientes, se montan las críticas de la oposición para decir que se resuelven los problemas de la Argentina con menos Estado, con menos derechos. 

LA POLÍTICA ACORRALADA

El intento de asesinato a la Vicepresidenta y su lapidación judicial tan injusta como inverosímil, muestran que la política, la política como transformación de la realidad está acorralada. No tiene posibilidades porque frente a proponer cualquier transformación del status quo heredado, el sistema vigente, mercado, justicia, medios de comunicación, reaccionan en bloque para evitarlo. El actual gobierno del Frente de Todos lo padeció, como ejemplo mas grotesco, con la cautelar que echó atrás la declaración de Internet como servicio público, y que por lo tanto su precio se debe regular. Los argentinos así vuelcan una parte importante de sus riquezas, a un grupo  de empresas que poseen una sobre ganancia injusta por su rol monopólico. Algo similar pasa con las empresas alimentarias. El movimiento refleja cuando la política no puede avanzar en estos temas, estimulado por una parte importante del PRO, pero sobre todo de los mal llamados “libertarios”, el odio por la política porque cuesta y mantiene las mismas condiciones de la Argentina. Es más, “la política” es mantenida por toda la sociedad, pero no resuelve las necesidades que la sociedad tiene. Hoy más que nunca, si queremos que la política sobreviva, hay que cambiar los marcos institucionales generados desde la constitución del 1994. 

EL SISTEMA JUDICIAL DESATADO

Los últimos mensajes hackeados de un grupo de Telegram entre jueces, empresarios y funcionarios del PRO demuestran a las claras que esta democracia, no esta gobernada por los partidos políticos, ni por políticos, sino por jueces. Se parece más a una aristocracia (gobierno de personas con títulos nobiliarios)  que a una democracia (gobierno del pueblo o de todos). Cada ley o decreto pasa por el tamiz del sistema judicial que dice cuáles leyes son la que van y cuáles no. También se juzga a quienes el sistema judicial considera que merecen ser juzgados y a quienes consideran que deben ser sobreseídos, como por ejemplo en el primer caso la Vicepresidenta y en el segundo el ex presidente Mauricio Macri. La sutileza es que el sistema judicial debe ser autónomo del poder político y del pueblo; y en realidad se constituye como un poder político más, el que más poder tiene, por que no se somete a ningún examen electoral, no puede percibir qué piensa el pueblo respecto a su gestión de la justicia, y tampoco le importa mucho lo que piensa la plebe. Todo a la quinta potencia de como ya lo planteaba el Martín Fierro de José Hernández: “La ley es tela de araña, y en mi ignorancia lo explico, no la tema el hombre rico, no la tema el que mande, pues la rompe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos. Es la ley como la lluvia, nunca puede ser pareja, el que la aguanta se queja, más el asunto es sencillo, la ley es como el cuchillo, no ofende a quien lo maneja.”

EL FRENTE DE TODOS, REPRESENTANDO A MENOS

Charlando con algunos investigadores de la opinión pública, el voto del libertario Melenudo, se alimentaba de los votantes de Juntos por el Cambio. Personas cansadas de la experiencia del gobierno macrista que piensa que hay que pisar el acelerador de las desregulaciones y las privatizaciones. Pero lo que pasa en este momento es que los votos de Milei salen de los votos del Frente de Todos, sectores que se vieron defraudados por el gobierno. Y es que ya lo planteamos en otras columnas, el Frente de Todos gobernando no se animó a quebrar la pesada herencia del gobierno del PRO. Y para votar ajustadores, acuerdistas con el fondo, mejor votar a los originales. O por decirlo de otra manera, ellos desde Milei hasta Morales, son el status quo, defienden a los que no necesitan ser defendidos porque gozan de medios, dinero y tribunales. El Frente de Todos, defiende la subalternidad, los que trabajan de sol a sol y no llegan a fin de mes, a los que necesitan del Estado, de los sindicatos y las organizaciones sociales, y que en su universo cultural no existe la posibilidad de irse del país. Es decir las grandes mayorías. Al aceptar las condiciones que Juntos por el Cambio heredó,  el Frente de Todos quedó sin poder utilizar al Estado para representar a las mayorías argentinas, y muchos sectores se van a las manos del enojo de Milei.

FRENTE DE TODOS, CON TODOS 

No le queda otra al Frente de Todos que intentar nuevas síntesis, ponerse de acuerdo en un plan de gobierno para proponerle a la sociedad. Pero que a la vez ordene el accionar del gobierno y del espacio político. Renegociar el acuerdo con el Fondo (que la paguen los que la fugaron), pensar en un rol activo de las pymes y de las cooperativas de la economía popular, con planificación económica por parte del Estado; de alguna forma acabar con los monopolios económicos que corrompen nuestro sistema de costos y precios, reforma de todos los poderes para que el Estado sea reflejo de la sociedad y pensar en el desarrollo equilibrado con el Mercosur y el Unasur. Un Frente de Todos, que descubra que no hay otro camino para la Argentina que lo que él le puede proponer, por su propuesta incluye a los que no están de acuerdo ideológica, política y culturalmente con él. Las otras propuestas políticas, libertarias, propistas o frente cambistas solo llevan a la desintegración de la Argentina y a la condena de las mayorías a la pobreza y la desilusión.