Mátame suavemente el momento de Vidal
Columna de opinión por Adrián Rodríguez
Con anuncios duros, pero sin perder la sonrisa y la moderación en el tono, la gobernadora María Eugenia Vidal anunció medidas de fondo para reformar el Servicio Penitenciario Bonaerense, el cual considera una de las patas para combatir la inseguridad. Una persona que ingresa al sistema (carcelario) no encuentra la manera de reinsertarse, potencialmente vuelve a delinquir y eso no protege a la sociedad ni a los presos", dijo este martes en la conferencia de prensa en la que anunció que fueron desplazados 132 oficiales del servicio, adonde colocó al frente a un fiscal federal.
La medida, como muchas de las múltiples reformas anunciadas por los gobiernos provinciales en los últimos años, parece enérgica, pero su efectividad sólo podrá corroborarse en el futuro. Lo que puede estar fuera de discusión es que la jefa bonaerense utilizó los mismos recursos discursivos y gestos que la llevaron al estrellato en el ambiente político, por su elevada imagen en la población.
En el territorio bonaerense, la seguridad, la educación y la salud pública siguen en el deber y no hay señales firmes en cuanto a soluciones. Sin embargo, la figura de Vidal, quien hace un año logró la primera victoria sobre el peronismo en casi tres décadas, luce con blindaje, y su dueña sigue su estrategia pública de tonos suaves y moderados, acordes con los de una pediatra que intenta apaciguar a un travieso paciente.
Más allá de las cuentas pendientes, la Gobernadora es percibida como la persona que está en un camino acorde con una de las expectativas de la mayoría de los habitantes sobre todo del
Gran Buenos Aires, el ámbito platense y otras grandes urbes bonaerenses, en torno a la lucha contra la delincuencia y la corrupción policial, dos factores que muchas veces se cruzan.
Distintos episodios en tono de mensaje de sectores como el narcotráfico y otros grupos de la fuerza de seguridad que parecen disconformes con algunas medidas contribuyen al aura de paladín de la mandataria moronense.
En ese plano, muchas encuestas que se conocieron el fin de semana le otorgan a la Gobernadora un 60 por ciento de imagen positiva, que la hacen ingresar al universo de los presidenciales.
A pesar de las mieles, al derrotero de Vidal le acechan no pocos peligros. El pertenecer a una fuerza política en la que la militancia y adherentes no abundan puede ser una debilidad; la alianza con el massismo que permitió un tránsito viable en los primeros meses de gobierno puede tener fecha de vencimiento a medida que se acerquen las legislativas del año próximo. Mientras en el campo la situación parece mejorar, en caso de no despegar la "lluvia de inversiones" que esperaba el macrismo, muchos pueden volcar descontento con las administraciones oficialistas.
Tampoco se puede descuidar la seguridad y las fuerzas encargadas de impartirla, la calidad de la educación, los graves temas ambientales y la urbanización de los asentamientos, entre otras cuestiones graves que encierra la gigantesca provincia.
No tiene que olvidar que su antecesor también gozó de años de imagen positiva, que cuestiones políticas le carcomieron a la hora decisiva.