Puede haber jefes muy capaces en una empresa, pero que no logren sacar lo mejor de sus compañeros y sean más reconocidos en su entorno por las torpezas en las relaciones con sus pares que por sus buenas decisiones o las formas que tiene de resolver ciertos conflictos, que no dependen de su singular punto de vista sino del manejo de sus emociones y de las ajenas, precisamente depende de la aplicación de la Inteligencia Emocional.

El término de Inteligencia Emocional comenzó a ser utilizado en los años 90 por los psicólogos Peter Salovey y John Mayer de la Universidad de Yale y difundido mundialmente por el psicólogo, filósofo y periodista Daniel Goleman, entendiéndose como la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos, con una incidencia muy alta en el éxito.

Abel Cortese, investigador y director del portal Inteligencia Emocional, explicó a Diagonales que no solo es aplicado al ámbito laboral como el ejemplo del inicio, sino en todas las esferas de la vida. En principio, hay que saber que según una investigación realizada por The Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, el Cociente de Éxito se debe un 23% a nuestras capacidades intelectuales  y un 77% a nuestras aptitudes emocionales.

La inteligencia emocional se puede aprender a través de capacitaciones por ejemplo, Abel Cortese dicta cursos y seminarios de manera on-line con su equipo y en todo el país de manera presencial no es una característica innata más allá que algunas de las habilidades prácticas de la Inteligencia Emocional puede tener que ver con el temperamento (mezcla de cultura y genes) , precisa.

El coeficiente intelectual es más estático, la inteligencia Emocional se aprende, al no ser un rasgo y ser una habilidad puede aprenderse. Se aprende a comprender nuestras emociones y las de los demás, a gestionarlas y ejercer el control sobre ellas de acuerdo a  nuestros objetivos puntuales, se aprende a desarrollar la empatía, se aprenden habilidades sociales para poder relacionarnos mejor en todos los ámbitos de la vida.

También aclara que se aprende con técnicas y ejercitaciones, con lecturas que nos sacan de los lugares comunes, conociendo qué nos motiva y motoriza a las personas (no a todas las mismas cosas). Aprendemos a saber motivar a otros, a ejercer mejor el liderazgo, a sufrir menos. Se nota cuando podemos ser más asertivos, cuando podemos enfrentar mejor las adversidades, cuando nos damos cuenta que podemos negociar, influir, persuadir y escuchar a los demás". 

Es entonces claro, cuando alguien más allá de su intelecto y trayectoria carece de esta herramienta o habilidad en un ámbito laboral por ejemplo, notándose, según Cortese que ha dictado conferencias en múltiples empresas e instituciones, conflictividad, competencia, mayor estrés, falta de motivación, falta de liderazgo, malestar, mala comunicación y mal clima laboral lo que necesariamente repercute en bajo rendimiento.