“Desde Unidad Ciudadana es necesario hablar más, ir a algunos programas de televisión y armar muchas más visitas”
Diagonales conversó con uno de los intelectuales del Instituto Patria, Daniel Rosso, quien analizó la campaña electoral de Unidad Ciudadana y el discurso de Cambiemos, en el escenario mediático político actual
Daniel Rosso es sociólogo y periodista, fue Subsecretario de Medios de la Nación durante el gobierno de Néstor Kirchner, y ahora forma parte del grupo de intelectuales que alimentan las discusiones sobre medios, política y poder desde el Instituto Patria. En conversación con Diagonales, Rosso analizó la campaña política de Unidad Ciudadana y el discurso de Cambiemos en el escenario mediático y político de la Argentina de hoy.
La agenda de los grandes medios, la figura de Cristina Fernández de Kirchner, las contradicciones intrínsecas del populismo, y el discurso de la gobernadora María Eugenia Vidal desde la mirada de uno de los intelectuales argentinos que mantiene vigente y plantea nuevos interrogantes sobre las discusiones y desafíos de los movimientos nacional populares en América Latina.
–¿Cómo se llega a la construcción de Unidad Ciudadana como alternativa política?
–A partir de diciembre de 2015 el desequilibrio comunicacional en Argentina se hizo muy profundo. Al salir el kirchnerismo del Estado, un conjunto de medios que de algún modo se estructuraban a través del Estado se debilitaron, muchos de ellos cayeron. Ahora el poder de construcción simbólica del otro polo es infinitamente mayor. En ese contexto, el macrismo profundizó su estrategia de construir su identidad en contraste con el kirchnerismo. Con lo cual, necesita del kirchnerismo, pero necesita un kirchnerismo estigmatizado. Necesita una Cristina que se parezca lo más posible a Fátima Florez, en el sentido de una Cristina lejana, vertical, con rasgos soberbios, etc. Eso a ellos les permite construir al macrismo con los atributos contrarios, como cercanos, vinculados al diálogo y a la horizontalidad.
Hay un dato que me parece interesante, cuando Cristina dio una entrevista en piso en C5N, en el horario prime time y sin cortes. Eso formó como una escena de excepcionalidad, de lejanía, de cierta verticalidad, que a los dos días Macri lo que hizo es ir a un bar histórico Villa Crespo, en remera y jean, a jugar a ping pong con los jubilados. Usó esa puesta en escena kircherista para construirse por contraste.
Entonces toda la puesta de Unidad Ciudadana es un intento, en ese escenario de desequilibrio comunicacional, de cómo escapar de ser la fuerza estigmatizada que ayuda al macrismo a construirse por contraste. Eso explica una campaña en la cual Cristina aparece y desaparece. En este escenario de desequilibrio comunicacional tan fuerte, la visibilidad es un problema.
–¿Cómo se entra entonces en la agenda mediática con una Cristina que no habla mucho?
–Seguramente para adelante va a haber que combinar esa estrategia de sustracción de Cristina. Pero si ves el acto de Arsenal, lo que hay es una especie de emboscada a los medios hegemónicos. Los medios fueron a buscar a Arsenal a una Cristina alejada, soberbia y rodeada de dirigentes corruptos. Fueron a buscar esa escena y se encontraron con las víctimas del ajuste neoliberal.
En ese sentido, ahí logró una emboscada puntual, hizo funcionar ese acto como una especie de medio de comunicación. Los obligó a los medios a poner en escena cosas que no estaban poniendo en escena. Ahora, eso duró un par de días.
Después hubo un uso intenso de las redes. Lo que pasa es que, a mi juicio, las redes por sí mismas todavía en Argentina no sustituyen la penetración de los grandes medios concentrados. Obviamente está bien usar las redes, y ser los más exigentes en el uso de redes, pero Twitter en Argentina es un 7% de la población, que además está muy politizada, y Facebook tiene alrededor de 25 millones de cuentas, pero habría que ver cuántas están efectivamente activas. No es que las redes te resuelven todo, pero es un instrumento que efectivamente hay que usar. El macrismo tiene un discurso sobre el uso de las redes, pero las dos últimas semanas de la elección usó de modo intensivo los medios hegemónicos, (María Eugenia) Vidal estuvo en todos los medios que se te puede ocurrir.
"La puesta de Unidad Ciudadana es un intento, en ese escenario de desequilibrio comunicacional, de cómo escapar de ser la fuerza estigmatizada que ayuda al macrismo a construirse por contraste. Eso explica una campaña en la cual Cristina aparece y desaparece"
–Previo a las PASO vimos a Cambiemos y Unidad Ciudadana compartiendo una estética de campaña basada en la escucha, ¿Triunfó una forma de hacer campaña al estilo de Cambiemos?
–No creo que Cristina se haya duranbarbizado, como se dice. Hay un esquema en el que Cristina se trasladó del uso de la palabra a la escucha de la palabra. Eso no lo inventó Durán Barba. Ahora, el tipo de escucha de Cristina es cualitativamente distinto a la escucha macrista.
El macrismo va al mundo privado a los ciudadanos, de los bonaerenses en la campaña en Provincia. Va a tocar timbre en la casa, atraviesa la barrera sonora y se mete en el mundo privado. Ahí habla de los problemas puntuales de la gente. Podría decir que es una matriz en la que la idea es tomar el problema antes que este llegue a la esfera pública y se transforme en una demanda política. En ese caso de despolitizante.
En cambio, Cristina no va al mundo privado, salvo una excepción en que recibió a un grupo de estudiantes secundarias en su departamento, en general Cristina fue a escuchar al espacio público y a lugares donde había conflicto de densidad social y política: universidades con bajo presupuesto, los científicos desfinanciados, merenderos sin alimentos, centros comunitarios.
Es una escucha muy diferenciada. Por un lado, una consiste en tomar el problema antes que se transforme en una demanda en el espacio público y político, y la otra va a relacionarse con el mundo público, donde ya hay demandas puestas en la esfera pública.
Ahí hay una cosa que dice (Jorge) Alemán, que a mí me parece interesante. Dice que de todos modos la demanda, tal como la toma Unidad Ciudadana, es una demanda de una víctima y el discurso de una víctima no necesariamente es político. Se necesita un paso más.
–Como el discurso de Vidal que también es de víctima. Aún luego de asumir el gobierno se presentó como víctima del estado de situación en que estaba la Provincia…
–Sobre todo en el caso de Vidal lo que pone en escena, por lo menos en la última semana previa a las PASO, fue una especie de retórica del ruego. Prácticamente estaba a pocos segundos del rezo pidiendo el voto. O sea, pedía el voto con un discurso casi religioso.
En un espacio político como el Pro, como Cambiemos, que tiene todos los medios de visibilización a su favor, a Vidal la pusieron a trabajar sobre lo no visible. Vidal era la encargada de decir, eso que ustedes no ven –que es el derrame económico- creanmé que ya está llegando y que va a llegar. En ese sentido es una especie de discurso religioso, te dice: ‘Mirá a Dios no lo podés ver, pero yo te aseguro que existe’.
"Hay una cosa que dice Jorge Alemán, que a mí me parece interesante. Dice que la demanda, tal como la toma Unidad Ciudadana, es una demanda de una víctima y el discurso de una víctima no necesariamente es político. Se necesita un paso más"
–En ese sentido, el discurso de Unidad Ciudadana que por momentos trabajó sobre el concepto de ‘votá por vos’ o ‘votá en defensa propia’, ¿no alimenta la lógica de Cambiemos?
–Ahí hay un tema, yo creo que no resuelto, que el kirchnerismo tuvo todo el tiempo, que pasa en Brasil y en todo Latinoamérica. Los movimientos nacional populares tienen dos discursos antagónicos: por un lado, tienen un discurso populista que llama a que vos vayas hacia el otro y armes organización social, colectiva, para sostener al gobierno en los conflictos distributivos; pero, por otro lado, tiene el discurso keynesiano, que manda al individuo a consumir. O sea, vos lo mandás en simultáneo a la unidad básica y al shopping. Eso construye una especie de identidad en tensión.
En Brasil también ha pasado, Lula incorporó a 30 millones de personas al consumo en los sectores medios y después una parte de esos 30 millones fueron las bases de la destitución de Dilma Rousseff. Entonces hay algo, de la necesidad de tener junto al discurso populista clásico -del llamado a lo colectivo y a la politización-, algún tipo de interlocución con ese individuo que entre la unidad básica y el shopping, eligió el shopping, pero que fue favorecido por este modelo y puede estar en el shopping gracias a este modelo.
Y que ahora, siguiendo el modelo meritocrático macrista seguramente en dos años va a estar definitivamente fuera del shopping, pero lo va a descubrir tarde.
"El discurso populista te manda en simultáneo a la unidad básica y al shopping. Eso construye una especie de identidad en tensión"
–En este esquema, ¿el apoyo de los sectores populares a gobiernos que por su política económica los van a terminar perjudicando comienza a resquebrajarse recién cuando se sientan los efectos de la economía neoliberal?
–Yo diría que sí, pero no de modo mecánico. Alguien puede ser excluido y sin embargo sostener al gobierno que lo excluyó. No hay una relación directa entre lo económico y la postura política de individuo excluido. Creo que tendencialmente lo material tiende a imponerse, pero no necesariamente se impone de modo inmediato.
Hay un libro que se llama “Del desencanto al populismo” de Germán Cano y Jorge Alemán, en el que Cano dice que el neoliberalismo construye un individuo hipertrofiado, que cree que todo depende de él y, por lo tanto, su ascenso dependió de él. Y cuando desciende tiende también a explicar su descenso del mismo modo. O sea, descendí porque no me esforcé lo suficiente, porque me equivoqué, etc. Tiende a culpabilizarse, no es que inmediatamente aquel que es excluido, que desciende socialmente o se deterioran sus condiciones de vida, inmediatamente hace un corte político.
Tiene que pasar un proceso en donde lo colectivo sí tiene un lugar. Ese individuo excluido empieza a hablar con otro, se generan diálogos horizontales, y se empieza a generar otra propuesta política alternativa y ahí sí empieza a haber una conexión entre aquello que le pasa con lo que hacen políticamente quienes conducen.
–¿Creés que en la campaña de cara a octubre Cambiemos y Unidad Ciudadana van a mantener las mismas estrategias de campaña?
–Creo que en la segunda parte de la campaña este giro del uso de la palabra a la escucha, que no hay que abandonar, va a ser necesario complementarlo con una nueva puesta en escena del discurso político del kirchnerismo. Es necesario hablar más, ir a algunos programas de televisión, armar muchas más visitas.
No es que el tema del girar del uso de la palabra a la escucha haya estado mal, creo que estuvo bien, pero que en esta nueva etapa va a ser necesario complementarlo.