Bonaerenses por el mundo Un paraíso llamado Waiheke Island
Por Inés Wainer de Gonnet, La Plata
Hace dos años y medio decidí dejar la ruidosa ciudad para salir a la aventura que hacía tiempo me golpeaba la puerta e ignoraba. Me recibí en el año 2014 y con una working holiday en mano y una mochila al hombro volé hacia el otro lado del mundo Oceanía. Después de un año en Australia (un país de ensueño, que contare en otro momento) aterrice en Nueva Zelanda.
Nueva Zelanda no es solo recolectar kiwis y el lugar donde "se filmó El señor de los anillos", es un país en pleno crecimiento que tiene muchísimo para ofrecer, que crece cada día y uno de los mejores lugares, a mi parecer, para vivir.
Vivo en Waiheke Island, una pequeña isla de aproximadamente 92 km a unos 40 minutos en ferry de Auckland, la ciudad más importante de Nueva Zelanda.
La particularidad de Waiheke es que está rodeada de viñedos, por lo que es un lugar turístico, donde la salida a hacer testing de vinos es lo habitual.
Sus habitantes "Kiwis" (así son llamados los neozelandeses) son muy hospitalarios y siempre en lo que puedan te van a ayudar. Hay mucha confianza, Waiheke sigue funcionando como un pueblo, todos se conocen, se respira aire a comunidad, se ayuda al otro y lo que no es de uno no se toca.
Hay mucho respeto e inclusión con los maoríes, primeros habitantes antes que fueran colonizados por los ingleses. El 14% de la población es maorí, su historia, tradición e idioma son fundamentales para la identidad de Nueva Zelanda. El maorí se enseña en las escuelas, hay programas de radio y televisión 100% maoríes y ni hablar en el ámbito laboral y social, "ki ora" (hola en maorí) se escucha todo el tiempo en la calle.
Con respecto a lo gastronómico se encuentra mucha oferta asiática, italiana y unos clásicos "fish and chips". Creo que el argentino tiene raíces muy fuertes, o por lo menos yo fui criada a cocinar un poco más sano y no comprar latas con comida ya hecha que solo necesita 3 minutos de microondas; pero juro que se sobrevive, nunca faltan unas ricas milanesas, unas tartas caseras, y hasta aunque sorprenda, un asado. No se compara la carne argentina, pero usando las parrillas públicas y gratuitas a gas que encontramos en cada parque o playa, salen muchas juntadas de argentinos sin faltar el mate y unos ricos alfajores de maicena caseros.
La vida social es distinta, no es costumbre que uno vaya a las casas a comer pero siempre está la infaltable invitación a tomar una cerveza o una copa de vino en algún bar; eso sí, que sea temprano, acá se empieza a las 19 y con suerte nos dejan hasta la 1am. Lo normal es hasta las 11/12pm, lo cual al principio es raro, pero cuando uno se acostumbra, te das cuenta que es fantástico; con la cena no me acostumbro, ¿cenar a las 7? Recién estoy por los mates a esa hora.
La pregunta que más me hacen es, ¿extrañás?, ¿vas a volver? Extrañar, se extraña, muchísimo, siempre; hay veces que más y hay veces que uno se acostumbra a estar lejos, a no estar en cumpleaños, reuniones, cenas familiares, pero hoy en un día hay tanta tecnología que uno se siente cerca, que está ahí. El problema es que cuando uno da el primer paso y sale de casa y de la zona de "confort" y descubre el mundo qué hay afuera, dan más y más ganas de seguir conociendo qué hay ahí afuera, qué tiene para ofrecer cada lugar y seguir viajando, es el bichito viajero (que muchos decimos que es como una enfermedad de la cual no te podes curar).
Nueva Zelanda tiene muchísimo que ofrecer, playa, mar, montaña, deportes extremos, rutas y paisajes increíbles y un país en pleno desarrollo que siempre te invita a querer conocer un poquito más.