El pan, un bien de lujo en estos días
Por Hernán Letcher. No hay mejor forma de saber la orientación de la política económica de un Gobierno que observar las posibilidades que tiene la población más vulnerable de acceder a la compra de los alimentos
A pocos días de haber asumido el gobierno, una de las primeras medidas de la Coalición Cambiemos fue realizar una extraordinaria transferencia de recursos desde el Estado hacia el sector agroexportador, a través del efecto combinado de la devaluación y la quita/reducción de los derechos de exportación (retenciones) para los productos de origen agropecuario.
La política de retenciones hasta el 10 de diciembre de 2015 no solamente tenía la finalidad de generar mayor ingreso de divisas para el Estado Nacional, sino que el objetivo central y prioritario de esta medida era la de mantener los precios internos de los alimentos ante una posible fluctuación de los precios internacionales.
La consecuencia negativa de ese efecto combinado ha caído de lleno en el sector panadero y por consiguiente, sobre el consumidor final. Los empresarios del sector acordaron que a partir del próximo lunes 20 de febrero, el precio del pan se incrementara entre un 15% y un 20% en Capìtal Federal y el Gran Buenos Aires.
Según menciona un informe elaborado por el CEPA (Centro de Economía Política Argentina), desde noviembre de 2015 y hasta el 20 de febrero, el precio que pagarán los consumidores habrá registrado un aumento acumulado del 83%, muy por encima del nivel general de precios (que sufrió un incremento del 41%). El precio por kilo era cercano a los $25 en noviembre de 2015 y a partir del 20 de febrero pasará a costar aproximadamente $45.
El CEPA indica que el incremento en el precio del pan se explica principalmente por los aumentos en los costos de la harina y el gas, ya que el precio internacional del trigo se ha mantenido estable en los últimos años y solamente las medidas tomadas por el gobierno afectaron el precio del trigo en el mercado interno. En este sentido la quita de retenciones, la devaluación y la eliminación de los permisos de exportación hicieron que el trigo se incrementara un 104% en el mercado interno. El precio de la bolsa de 50 kg de harina paso de $110 a $160, llegando a $330 en enero de 2017, registrando en todo el periodo un incremento del 200%.
Por otra parte, el efecto del tarifazo repercute decidida y llanamente sobre el precio final. El costo del gas, imprescindible para la elaboración del pan, aumentó un 500% promedio en 2016, al que habrá que adicionar un nuevo aumento anunciado para abril de 2017, que se estima en 54%. Una panadería que pagaba $1.000 mensuales de gas en enero de 2016, pasará a pagar $9.240 luego del nuevo tarifazo de gas.
Los pequeños productores panaderos y los consumidores finales son los grandes perjudicados por los aumentos del pan. Los primeros, porque corren con aumentos imposibles de trasladar a precios en su totalidad, sin sufrir una abrupta caída en la demanda. Además, por su pequeña escala se les dificulta mucho generar estrategias adaptativas propias de los agentes más grandes, como negociaciones directas con productores. En muchos casos, la única solución encontrada ha sido disminuir la escala de producción, pasar a la informalidad o directamente cerrar el establecimiento.
Los consumidores finales, acarrean aumentos en todos los bienes desde noviembre de 2015, en un marco de caída del poder adquisitivo del salario y degradación del mercado laboral. El aumento de precio del pan ha sido tan exagerado que se encuentra significativamente por encima del precio de cualquier país de la región, especialmente relevante es el caso de Brasil, un país que importa trigo, donde el precio del producto es casi la mitad del precio local. Y aún más, el precio argentino hoy supera el precio de EEUU, país con un nivel de ingresos cuatro veces mayor al argentino.
Adicionalmente, el incremento actual, de entre 15% y 20% en el precio del pan, tendrá un fuerte impacto sobre la inflación de febrero, ya que representa el 2,87% del gasto promedio de los hogares según el IPC calculado por el INDEC.
Es posible, en virtud de la desaparición de los stocks acumulados y la mala calidad de las últimas cosechas, que los molinos y distribuidores se estén adelantando a futuros incrementos en el precio del trigo.