Fundamentos Freudomarxistas del patriarcado
La desexualización de las zonas erógenas pregenitales reduce la capacidad de placer y deja el resto del cuerpo libre para ser explotado como instrumento de trabajo
A partir de la lectura del texto de Marx sobre el origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, el médico psicoanalista W. Reich sostiene que la sociabilidad y sexualidad natural, el goce espontáneo del trabajo y capacidad para el amor de las sociedades primitivas es remplazada por el capitalismo y la propiedad privada; allí se instala también la superestructura de una sociabilidad artificial en la que surge “el inconsciente freudiano, dominado por el sadismo, la codicia, la envidia y la perversiones de todo tipo.”
En este tránsito del comunismo primitivo a la sociedad burguesa, desaparece la sexualidad natural libre de tabúes y restricciones de los orígenes, se cosifica la sexualidad, se concibe la sexualidad vaginal como característica inherente de la pasividad femenina y la actividad clitoridiana como actividad fálico masculina ignorando que estas diferencias constituyen la reproducción de la división del poder y la dominación entre los sexos y las clases sociales.
Y si bien es cierto que debe reconocerse al psicoanálisis el mérito de haber rescatado las perversiones del carácter patológico al que lo confinaba la semiología médica, al considerarla como una pulsión parcial que desplaza los genitales como zona erógena hacia una meta sexual incompatible con aquella, no debe aceptarse el principio evolutivo freudiano por el que existe un erotismo generalizado y una sexualidad polimórfica perversa de la infancia, que pasa por fases diversas de recorridos tortuosos -oral, anal, fálica- hasta culminar en la etapa genital como signo de normalización libidinal y de sexualidad adulta. De allí que debe rechazarse esta supuesta normalización libidinal, esta asunción de una sexualidad adulta y pretendida madura, ya que en ella reside uno de los principios fundamentales del patriarcado capitalista: la dictadura de los genitales; se trata en la práctica de una desexualizacion de las zonas erógenas pregenitales que reduce la capacidad de placer y al concentrar y encapsular la libido en los genitales, deja el resto del cuerpo libre para ser explotado como instrumento de trabajo; de allí que son precisamente las perversiones con su eterna promesse de bonheur las que muestran que el cuerpo es un territorio diseñado por el deseo, que la sexualidad no es la genitalidad , el cuerpo erógeno no es el cuerpo biológico ya que fundamentalmente el pene no es el falo.
Será necesaria entonces una sublimación no represiva y el desarrollo de una erótica generalizada, pues solo un cuerpo sexualizado en todas sus zonas erógenas pregenitales: oral, anal, fálica, puede resistir su transformación en instrumento de trabajo alienado.