La crisis política de Ganancias desnuda a oficialistas y opositores
Columna de opinión por Néstor Pitrola
La crisis política en torno al Impuesto al Salario está desnudando a sus protagonistas centrales. Macri pasó de su promesa electoral de eliminarlo, a morigerarlo, pero cobrándolo a más trabajadores en 2016. El nuevo proyecto de ley lo perpetúa, arrancando con una ampliación notable de la base trabajadora tributaria en 2017, mediante el recurso de un Mínimo No Imponible (MNI) que se mueve un 15%, cuando la inflación puede alcanzar el doble de esa marca y ante paritarias que deberían reclamar, además, la recuperación de lo perdido este año que orilla en el 10%.
De manera que de movida, su pretensión es deprimir las paritarias que se verían guillotinadas por encima de la pauta 15/17% fijada por el gobierno en el Presupuesto 2017. Como el propio Presupuesto prevé un aumento del 27,9% en el total de la recaudación del impuesto a las ganancias, es claro que se trata de una política de fondo.
Ante la crisis de las cuentas fiscales, que se han desbordado a pesar del despido de 14 mil estatales nacionales, del parate total de la obra pública, de la caída en términos reales de salarios y jubilaciones y a pesar de los tarifazos, la intransigencia en Ganancias, cuarta categoría, es una manera de descargar el propio fracaso, en el sector de trabajadores que ganan un salario. El resto no tributa porque gana un subsalario promedio de $11.000, cuando la línea de pobreza supera los $12.500.
La política de romper puentes con el massismo que acompañó todas las leyes del endeudamiento y las rebajas impositivas al capital, que acompañó el Presupuesto 2017, que calló todo el 2016 ante la traición a la promesa presidencial de acabar con el impuesto, sólo puede entenderse como una señal al capital financiero ante el desbarranque de las cuentas públicas y el fracaso de todas las medidas económicas. Massa había concedido, incluso no discutir Ganancias en simultáneo con el Presupuesto, algo elemental para no sufrir después la extorsión del desfinanciamiento del Estado .
Pero hay otro componente. Poner a prueba el fundamento final de todas las fracciones del PJ, como sostenes de un orden social y como responsables de una bancarrota nacional de la cual son responsables porque gobernaron con el kirchnerismo y el duhaldismo. La respuesta del UIA Ignacio de Mendiguren caracterizando a Cambiemos como el club del helicóptero , siendo cierta, es indicativa de que el ala devaluacionista que actuó en las bambalinas del argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001, puede estar empezando a activarse otra vez. Macri ha decidido que muestren sus cartas hasta el final, para tratar de sacar provecho electoral de las debilidades de un planteo que tendría consecuencias hiperinflacionarias, mientras comenzó él mismo una devaluación del 6% en el último mes.
Ante la amenaza de veto, por toda respuesta, los protagonistas de la foto ya famosa, sólo atinan a facturar el bendito costo político si veta, mientras tratan de evitar que el acuerdo con Pichetto en torno proyecto consensuado , no se hunda con los aprietes a los gobernadores (que tanto rédito dieron a Cristina en el pasado). De insistir (con 2/3) en un parlamento donde hay de sobra para hacerlo en el Senado, y un alto número para intentarlo y tensar la crisis política en Diputados, ni palabra.
Daer y el conjunto de la burocracia sindical, están en la misma. Desembarcan en el Senado a rogar que la maniobra siga hasta obligar al veto, con los mismos fines de pasar factura electoral Macri pierde las elecciones si veta . Preparan una nueva entrega como la de la llamada ley antidespidos.
La CGT se desnuda peor que nadie. Todos los sindicatos que han fijado posición, lo han hecho por la eliminación de la cuarta categoría, también La Bancaria que fue al paro por esta reivindicación. Defendieron esa postura en la Comisión de Presupuesto de Diputados, pero ahora defienden el proyecto de Kicillof que proclamó al que lo quiera oir, que el 10% de los trabajadores debe pagar Ganancias, o sea un millón de personas.
Efectivamente el proyecto consensuado, es mezquino y a medida que aumenta el nivel de salarios converge con el del gobierno. ¿Qué sentido tiene debatir sólo números y topes en el parlamento, cuando eso lo han hecho y podían seguir haciéndolo los ministros? Nuestro planteo de abolición en los salarios convencionales implica un principio de reversión del sistema impositivo regresivo por otro basado en impuestos progresivos a las grandes rentas y fortunas.
El sector empresarial se ha desembarazado de la responsabilidad que le cabe de mantener a su Estado y le ha cargado esa responsabilidad a los trabajadores, al punto que el primer día libre de impuestos de un asalariado es el 1° de julio, cuando hace 30 años era en abril. Hemos explicado que el peronismo de hoy, transformó la cuarta categoría en impuesto al salario, nacida en 1973 para gravar a los capitalistas que disfrazan sus ganancias como salarios de directores. Los gobiernos de distintos signos han llevado la cuarta categoría del 1% al 3,2% del PBI en los últimos 17 años.
Se está probando en este debate que la única representación obrera que hay en el Congreso es la de la izquierda y que en el seno del movimiento obrero, sólo el clasismo lucha por la abolición del impuesto a las ganancias en los salarios. Es muy claro que un chofer, un siderúrgico, un petrolero, un ferroviario, un docente de doble cargo o un obrero del neumático no deben pagar ganancias.
Pero nuestra lucha abolicionista abarca a todos los jubilados que ya tributaron a lo largo de su vida y sufren una doble imposición al tributar sobre el salario diferido que es la jubilación. Abarca también a los profesionales liberales a quienes amparamos con un MNI de $69.000, aplicable a ejecutivos, funcionarios y a todos los jueces a los que, cobardemente, el proyecto de la oposición no grava.
La pelota está en el campo del movimiento obrero, pero la burocracia sindical no está a la altura, está en la vereda de enfrente, mediante la Concertación y la Emergencia Social para someter a los trabajadores. La bandera de abolición de ganancias y todo el programa de la clase obrera y un rumbo de lucha sindical y política, flamearán el 20 de diciembre en la Plaza de Mayo.