Menos Giunta y más Riquelme
Por Christian Dodaro. En el panorama político actual, con el endeudamiento, el desempleo y el hambre, algunos deberían dejar de tribunear y otros dejar las camarillas
El macrismo enfrenta las elecciones de medio término con grandes dificultades para construir un consenso masivo en favor de sus acciones de gobierno. El crecimiento del desempleo, la suba de precios de alimentos, transportes y servicios generó una creciente conflictividad sindical que desde sus bases presiona a las conducciones mas retardatarias. Los docentes y estatales han desbordado las calles de cada ciudad. También la alta conciencia de nuestro pueblo respecto a sus derechos se expresó en manifestaciones callejeras contra el dos por uno y nuestras compañeras han reaccionado ante la creciente violencia machista que es consentida desde la inacción del gobierno y alentada desde los modos en los que se procesa la información en los medios de comunicación.
Pero por otro lado pareciera que en el peronismo y el kirchnerismo se encuentran ante el desafío de dejar de llorar los amores perdidos para salir nuevamente a enamorar al pueblo. Muchos siguen sin poder proyectar acciones hacia el futuro. Tal vez porque esa construcción implica debates y polémicas, negociaciones y acuerdos que no fueron parte del modo de hacer política en los últimos tiempos.
En este marco, las PASO plantean el desafío de volver a cometer los errores de 2015 en donde la encarnizada interna entre candidatos del FPV favoreció la campaña de slogans y sonrisas de Majo Vidal.
Es que ese es el desafío de cara a lo electoral marcar las agendas de lo que el pueblo necesita y lo que es necesario hacer para llevarlo adelante y al mismo tiempo criticar la hipoteca de los recursos naturales, el endeudamiento, el desempleo y el hambre que generan el PRO y sus aliados.
Pero el grietismo promovido desde los medios de comunicación y desde los referentes políticos beneficia a la política del marketing. Por eso hay que decirlo nuevamente con aguantar no alcanza, con resistir tampoco. No se trata de abrazar una verdad que creemos solida e inamovible. Se trata de construir verdades y sueños colectivos.
Para eso algunos deberían desenyesarse el dedo y dejar de señalar traidores. Algunos deberían dejar de tribunear y otros dejar las camarillas. Nadie gana este partido solo. No hay Messi que nos salve el partido si los demás no meten, corren y tocan. Hay que dejar de aplaudir a Giunta y pedir a Riquelme. Hay que parar la pelota, hacer jugar a los demás, tiene que aparecer el diez y abrir juego.