Llegó el día donde los 153 millones de norteamericanos formalmente registrados para ir a votar eligen quién gobernará la primera potencia mundial durante los próximos cuatro años. Además se definirá la composición de las dos cámaras del Congreso, y el nuevo presidente designará al juez que romperá el empate en la Corte Suprema de Justicia.
 
Si alguien hubiera preguntado hace un año quién ganaría las elecciones en Estados Unidos, probablemente pocos hubieran mencionado a Trump. Hoy las encuestas le dan una leve ventaja a Hillary, pero siempre con la sensación de que muchos votantes no están diciendo realmente a quién votarán. El fantasma del voto vergonzante por Trump sobrevuela el país del norte. ¿Podría dar Trump una sorpresa? Definitivamente la respuesta es sí.
 
La elección de hoy será histórica, sea cual sea su resultado. Si gana Hillary Clinton será la primera mujer presidenta en la historia del país. Si lo hace Donald Trump, será el primer hombre que llegará a la presidencia sin haber ocupado antes algún cargo público. Pero las elecciones serán históricas además por un tercer motivo los candidatos llegan con una imagen negativa que ronda el 60% y que en el caso de Trump llega incluso al 70%. Los estadounidenses están votando por el menos malo . En los sondeos los electores suelen justificar su voto argumentando contra el candidato que no votarán, más que con las bondades del propio. En medio de un mar de encuestas y pronósticos hay algo seguro, no son los candidatos más aclamados ni los más queridos.

El presidente no se elige de manera directa, por lo que, además de cuántos votos obtiene un candidato, es importante tener en cuenta cómo están distribuidos en los estados.

Hay 538 votos electorales que se distribuyen a lo largo de los 50 estados. Algunos de ellos como Ohio, Florida, Carolina del Norte, Pennsylvania, Colorado, Nevada, Iowa, New Hampshire, Virginia y Arizona concentran un buen porcentaje de los votos electorales necesarios para conseguir los 270 que hacen falta para llegar a la presidencia.

Este sistema permite casos como el de la elección del año 2000 entre Al Gore y George Bush. Donde el primero consiguió más votos que el segundo, pero aún así fue Bush el que obtuvo el cargo por la cantidad de votos electorales conseguidos.
 
Este año el plato fuerte estará en estados como Florida, con 29 votos electorales, donde no hay un claro ganador. Dejando de lado las excepciones de Nebraska y Maine; en el resto de los estados el candidato ganador se queda con todos los votos electorales.

Si bien en Florida hay muchos latinos, que suelen inclinarse por Hillary, también viven muchos jubilados blancos, que suelen tener simpatía por Trump, y eso lo vuelve en un estado difícil de predecir. Trump para seguir en carrera debería ganar Carolina del Norte y Ohio. Pennsylvania presenta una leve ventaja para Hillary, pero aún así no es la clara ganadora.
 
Ambos candidatos eligieron bunkers en New York, a pocas cuadras de distancia uno del otro. Ahí recibirán los resultados que irán llegando a medida que cierren los comicios. Cada Estado fija el horario de los centros de votación y el cierre es escalonado a nivel nacional por la diferencia horaria. En Argentina tendremos algunos datos a partir de las 10 de la noche, y los últimos en llegar serán los de Alaska, cerca de la 1 de la mañana. Pero para esa hora, a menos que los resultados sean realmente ajustados, ya tendremos una idea de quién gobernará los Estados Unidos.