Ya se conocen las 32 selecciones que integrarán las zonas de grupos del Mundial que se desarrollará el próximo año en Rusia, un país en el cual no se caracteriza por tener sus máximos logros deportivos en el fútbol, pero que si tiene un alto nivel económico y un rol importante en la política mundial.

Pero la primera elección de una sede, no se eligió por esas cualidades, sino por merito deportivo y esto trajo muchos problemas. El lugar escogido por la FIFA, que era gobernada por Jules Rimet, fue Uruguay que había ganado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 y según el presidente de la máxima entidad de este deporte se lo merecía por sus logros.

Esto repercutió en países como Inglaterra, que reclamaba la sede por ser el creador del deporte –aunque no se llevaban bien con la FIFA- y por Italia y España, que querían ser el hogar de la primera Copa del Mundo y ante la negativa decidieron no ir al torneo.

La República Oriental del Uruguay fue el país donde se originó los mundiales y con esto también surgieron problemas, como por ejemplo de infraestructura. El Estadio Centenario no existía  y fue construido por el arquitecto Juan Antonio Scasso ocho meses antes de la competición e inaugurado con el torneo ya empezado.  El torneo se comenzó a jugar en el Estadio Pocitos (en ese entonces de Peñarol) y el Parque Central (de Nacional).

El Centenario fue realizado gracias a las ayuda de los países sudamericanos que aportaron dinero para realizar el campo de juego.  Por ese entonces el contexto económico a nivel mundial no era el mejor ya que el año anterior se había dado la caída de la bolsa en Nueva York y la FIFA no tenía mucho para aportarle.

Otro inconveniente fue la cantidad de selecciones que disputaron el mundial. Rimet quería que fueran 16, pero con la negativa de  Inglaterra, España, Italia y Egipto que había sido invitado pero no vino por la lejanía, el primer campeonato se jugó con 13 planteles. Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Perú, Bolivia y Paraguay de Sudamérica; Francia, Yugoslavia, Bélgica y Rumania de Europa, y Estados Unidos y México de América del Norte.

El torneo se disputó en zona de grupos, una de cuatro y tres de tres, donde clasificaban cuatro a las semifinales. Argentina por la zona A, Yugoslavia por el B, Estados Unidos y Uruguay por el C y D; fueron los clasificados a semifinales donde los argentinos vencieron a los yugoslavos y los locales a los estadounidenses, ambos partidos con un resultados 6 a 1 a favor de los ganadores.

La final se jugó entre los dueños futbolísticos del Río de La Plata, que ya habían jugado partidos definitorios en los juegos de 1928 que ganó Uruguay y en la Copa América del año anterior al mundial. El estadio Centenario explotaba de gente, que hacía sentir la presión a favor de la Celeste, que comenzó ganando el encuentro con gol de Dorado, pero que terminó el primer tiempo perdiendo 2  a 1 por los goles de Carlos Peucelle y Guillermo Stábile –el goleador del mundial con ocho tantos- para Argentina.

Pero en ese entretiempo, comenzó a tejerse la gran leyenda de la primera cita ecuménica. Según cuentan los argentinos, en el vestuario fueron presionados y amenazados de muerte por  dirigentes e hinchas uruguayos para que fueran para atrás y que Uruguay saliese campeón.

Finalmente después de la escena violenta, Uruguay dio vuelta el resultado y ganó el partido 4 a 2 con goles de Pedro Cea, Víctor Iriarte y Héctor Castro y se quedó con la primera Copa del Mundo.

Historia de los Mundiales: Uruguay, la primera sede con una final sospechosa

Esto trajo ruptura entre la relación de los dirigentes de los dos países (por esto no se jugó más el Campeonato Sudamericano –hoy Copa América- hasta 1935) y repercusiones en suelo argentino, donde los jugadores fueron mal recibidos, tratados de "cagones" y expulsados del país como le sucedió al capitán de ese equipo, Luis Monti.

Francisco Varallo, que fue máximo goleador de Boca hasta que Palermo superó su record, fue el último jugador que falleció de ese plantel que compitió en ese mundial y antes de morir afirmó que “contra Uruguay, el segundo tiempo lo perdimos porque ellos nos llevaron por delante, había jugadores nuestros que no tenían respuestas”.

Sin dudas, el primer torneo mundial dejó muchas repercusiones, que muchas décadas después se fueron convirtiendo en leyendas de este juego.

Los datos de color

El primer mundial, más allá de ser el puntapié inicial de una historia que cada vez que se juega mueve a toda la sociedad mundial, dejó muchos detalles que hoy en día no se repite y que le dan referencias para que sea único. A continuación las diferentes cualidades que se dieron:

El Barco, fue el trasporte que utilizaron los equipos europeos, los de América del norte y Argentina para llegar a disputar el mundial. Largas jornadas de viaje, que hoy en día ya no se ven en ningún traslado de planteles. Para la final alrededor de cinco mil argentinos viajaron y pagaron doce pesos de la época el boleto, que equivalía a cuatro dólares.

Carlos Gardel, la figura artística del Mundial fue el personaje que estuvo en el medio de Argentina y Uruguay. En una radio de nuestro país había anticipado la final entre los dos países y visito las concentraciones de ambos.

 Camisa, saco y boina fueron la vestimenta que usaron los jugadores. Jugaban de camisa para evitar el frío del invierno, entraban de saco a la cancha y luego de la foto se lo sacaban; y jugaban de boina para evitar los duros golpes de la pelota de cuero que tenía la costura hacia el exterior de la misma.

El francés Lucien Laurent fue el autor del primer gol de los mundiales en la victoria de su selección 4 a 1 sobre México. La particularidad que a pesar de ser jugador y técnico en Francia, trabajó en la fábrica automotriz de Peugeot y jugó hasta los 84 años al fútbol con sus amigos. Falleció a los 97.

El torneo de los hermanos. Durante el campeonato hubo tres selecciones que estaban integradas por hermanos. Argentina: Juan y Mario Evaristo, México: Felipe y Emanuel Rosas; y Francia: Jean y Lucien Laurent.

Héctor Castro fue el autor del último gol en la final. A este delantero que fue figura de Nacional de Uruguay le faltaba el antebrazo derecho, que lo perdió a los 13 años en un accidente con una sierra. En Uruguay y en la jerga futbolística fue apodado como “El Manco Divino”.