¿Qué piensan los demás sobre nosotros? Esta es una pregunta que como individuos podemos hacernos mucho, poco o nunca. Pese a que muchos viven pendientes de lo que se piense de ellos en las redes sociales, en última instancia, sería posible formular ¿qué me importa lo que piensen los demás? Sin embargo, este ejercicio de reduccionismo individualista no es útil para entender las vicisitudes a las que se enfrenta la acción estatal. Por ello mismo, una parte importante de los teóricos y analistas de política exterior afirman que dichas agrupaciones políticas se caracterizan por una conducta prudente y pragmática, adoptada en virtud del contexto político-estratégico en el que se encuentren, y de sus intereses.

La relevancia de esta situación, es decir, de prestarle importancia a cómo nos relacionamos - o cómo nos ven - los actores de la política global, se ve incrementada en función de la interdependencia económica y la era de la información y las telecomunicaciones. Mientras que el primer factor hace necesario estar al tanto que pasa en X país porque tenemos sus bonos o le exportamos/importamos productos o pretendemos invertir en este, la instantaneidad de la información hace que un evento impacte de forma inmediata en un país lejano, tal como un derrumbe del peso mexicano puede impactar de forma inmediata en Argentina porque se cree en la fragilidad de nuestra moneda.

Por otra parte, la relevancia de tener buenas relaciones con el mundo se acentúa en el caso de un país que no es rule-maker, sino rule-taker: no somos los actores que crean y establecen las normas por las cuales se rigen los estados. En consecuencia, si nos enfrentamos de forma poco estratégica a los actores más poderosos esto puede implicar costos considerables para el país. Argentina es reconocida habitualmente como un poder mediano, una categoría poco precisa, pero que caracteriza a los estados que no son potencias aunque poseen una influencia moderada sobre ciertos componentes del sistema internacional.

Retomando la idea de las relaciones con el mundo, no es menor el hecho de que el país se encuentre urgido de financiamiento para paliar su exceso de gasto en relación al PBI y los vencimientos de la deuda, y que su acción económica -al menos en teoría- se encuentre encorsetada bajo los parámetros acordados a mediados del año pasado con el Fondo Monetario Internacional al firmar el acuerdo Stand By. Tal como se observa en el índice riesgo país, la vulnerabilidad que se percibe sobre el país desde el exterior es evidente. Esto hace que sea prioritario mantener buenas relaciones con actores clave, tales como las principales potencias, nuestro socio regional y el mercado.

Pese a ser un hombre de negocios, quizá el mayor oxímoron de Macri haya sido que logró llevarse mejor con los políticos que con los empresarios y el sector financiero internacional. Pese a la inicial euforia por su victoria, los segundos abandonaron su apoyo a mediados del año pasado (Argentina y Turquía fueron los países más castigados por los mercados en el 2018) y, de hecho, hoy en día son cautelosos en razón de la situación económica del país, y en su mayoría recomiendan no invertir hasta después de ver que pasará en las elecciones.

En primer lugar, más allá de ciertas concesiones por nuestra parte, la sintonía personal entre Mauricio Macri y Donald Trump así como la importancia dada por Estados Unidos a la Argentina, fueron elementos claves para generar el buen vínculo mutuo que se mantiene en la actualidad. El visto bueno del Tesoro estadounidense y de Trump fue clave para la aprobación de un acuerdo sin precedentes con el FMI, que aseguró el financiamiento externo del país, al menos a corto plazo. Es interesante notar que a pesar de que las ideas sostenidas por la coalición de Macri sobre cómo relacionarse con el mundo son significativamente dispares a las de Trump, el mandatario argentino ha logrado mayores logros diplomáticos con Estados Unidos que con la Unión Europea, con quién sí comparte los valores del multilateralismo y la promoción del comercio como un juego de suma positiva. Quizás el mayor exponente sean las diferencias con Emmanuel Macron. A veces, los intereses pueden más que las ideas compartidas.

Mientras tanto, la relación de Argentina con China bajo el gobierno de Macri experimentó en su inicio ciertas rigideces, que se asociaron a la intensión del gobierno argentino de revisar acuerdos bilaterales de cooperación firmados durante el gobierno de Cristina Fernández, y la percepción China de un mayor acercamiento de nuestro país hacia los Estados Unidos. No obstante, pese a la mirada “pro-occidental” que suele asociarse a Cambiemos, la relevancia de China y de Asia fue considerada clave, tanto por el peso específico que tienen dentro del sector exportador (a pesar del fuerte déficit comercial con China y la balanza positiva con los países del ASEAN) y por ser el gigante asiático un inversor clave dentro de la Argentina.

De hecho, la Argentina, por el momento, ha sabido equilibrar adecuadamente su relación con los dos pesos pesados de la economía y la política mundial. Las cinco reuniones entre Xi Jinping y Macri en los últimos tres años, la visita de Estado de Xi en el contexto del G20 y el fuerte apoyo dado a la Argentina en su pedido de financiamiento al FMI (más el incremento del swap con China) son evidencia de las buenas relaciones actuales y de la visión de China de aumentar los vínculos respecto a nuestro país, un plan que se encuentra en consonancia con su mayor involucramiento global de la mano de la Nueva Iniciativa de la Ruta y de la Seda. En los próximos años será muy importante balancear esta relación para no quedar presos del lado norteamericano o chino. Una situación que se ha podido evidenciar en las advertencias de Mike Pompeo, Secretario de Estado de los Estados Unidos, a Sebastián Piñeira, Presidente de Chile, en relación a su visita pautada por Huawei y la posibilidad de instalar una red de 5G en Chile.

Por último, en relación a Brasil, nuestro aliado más importante, los primeros meses de Jair Bolsonaro al poder han sido testigos de pujas entre la coalición ganadora que lo ha hecho llegar al poder. En relación a la política exterior, es evidente que estamos volviendo a ver un Brasil más muscular. En relación al posicionamiento sobre nuestro país hay una brecha entre los militares y la visión del Ministro de Economía,Paulo Guedes, y de Relaciones Exteriores, Ernesto Henrique Fraga Araújo. Mientras que en sus consideraciones político-estratégicas los primeros siguen considerando clave la alianza con nuestro país, los segundos dentro de la región ven a con mejores ojos a Chile y a Colombia. Asimismo, miran con mayor atención a Estados Unidos y la Unión Europea, relegando sus consideraciones sobre la región – excepto por el asunto Venezuela. De todas formas, las condiciones estructurales, que el propio Bolsonaro ha evidenciado, indican que ambos países son fuertes socios comerciales que se necesitan el uno al otro. De hecho, en breve tendrá lugar la próxima reunión bilateral Macri-Bolsonaro, que seguramente sirva para acercar posiciones entre ambos socios sobre la necesidad de revitalizar y flexibilizar el Mercosur. Si se observa que Argentina posee un 1% del Producto Bruto Global y sólo un 0,3% del flujo de las exportaciones mundiales, se puede evidenciar el porqué de la necesidad de incrementar el peso del sector exportador dentro de la economía para el gobierno de Cambiemos.

*Analista e investigador. Politólogo por la Universidad de Buenos Aires y actualmente se encuentra realizando el Máster en Política y Economía Internacionales en la Universidad de San Andrés. Twitter: @AMSchelp