Manuel Moretti: “la derecha es temerosa, le tiene pavor a la diferencia"
El compositor y cantante de Estelares pasó por el Íntimo de Diagonales, donde habló de distintos aspectos de su vida y opinó sobre temas que engloban a la sociedad argentina: música, política y feminismo
Con su música y su brillante pluma pasó sin escala de Junín a muchos escenarios del país y del mundo. Manuel Moretti, compositor y cantante de la banda de rock Estelares, se tomó un tiempo de su rutina y se acercó hasta la redacción de Diagonales para detallar diferentes momentos de su vida y expresar su visión sobre el momento social y político de nuestro país. “La infancia fue placentera”, manifestó el cantante al comenzar la nota y detalló su adolescencia incierta, cerca de las drogas, donde encontró su actual profesión como medio de expresión.
A la hora de hablar de su visión política, declaró que en su casa se hizo antiperonista, pero con el correr de los años, al conocer la historia, rompió con el mito asimilado en su hogar y contó que terminó “siendo un hombre que celebre los doce años del kirchnerismo”. Además, criticó el Gobierno de Macri, al cual considera que impulso la caída de la calidad de vida de todos y repudió a la derecha: “es temerosa y le tiene pavor a la diferencia”
Siguiendo en la esfera de los contextos y debates que se viven en la actualidad, confesó ser feminista y estar a favor de la legalización del aborto. “Las mujeres deben tener el derecho de decidir sobre su cuerpo. Me parecen que están debatiendo cosas que son de la edad media”, declaró.
Mirá la entrevista completa:
-Te vas haciendo más grande y si bien la distancia con lo memorable es mayor, aparece la emocionalidad que te traen recuerdos que quizás tenes un poco olvidados. La infancia fue placentera, muy grata porque yo tenía mis cuatro abuelos en el pueblo a 20 kilómetros de Junín, llamado Agustina y nos íbamos los veranos, vacaciones de inviernos y varios fines de semanas, los pasaba con ellos. Ahora que lo pienso, es una infancia que la sentí muy fuerte; está por salir el último disco de Estelares que se llama “Las Lunas” y hay dos o tres canciones que las compuse con una conexión con los tiempos en Agustina, los pájaros y mis abuelos. Cuando me preguntan algo referido a mi infancia, digo que me gustaría volver a regar la quinta de mi abuelo materno, era una cosa increíble, él era un crack, lo tenía lleno de cosas florecidas, colorido. Muy artístico.
“Cuando me preguntan algo referido a mi infancia, digo que me gustaría volver a regar la quinta de mi abuelo materno”.
Después comencé a jugar al fútbol en Junín, yo iba al colegio Marianista, hacía doble turno en la primaria y teníamos la cancha a cuatro cuadras. Me fui haciendo más grande y los fines de semana en vez de irme a los de mis abuelos, jugaba a la pelota. La infancia la relacionó muchísimo con ese pueblo, los grandes eucaliptus, los caminos a las estancias. La última que vez fui, con mi esposa Julia y las nenas, y me sigue conmoviendo como siempre.
¿Cómo fue tu llegada a La Plata?
-Yo tenía relación con la ciudad, porque tenía familiares y siempre decía que iba a venir a estudiar acá. Cuando terminé el secundario, me fui a Buenos Aires, ingresé en Medicina, pero pronto me di cuenta que no era para mí y abandoné. Era difícil, porque era la época que había que rendir en la UBA el examen de ingreso, entré y en septiembre ya estaba afuera, los dos primeros exámenes que di estaban bien, pero sentía que no iba a poder ser médico. Asi que me vine para acá, a estudiar Filosofía, caí en Humanidades y fue muy lindo porque empezaba acomodarme con lo que realmente me gustaba, lo artístico, lo humanitario, pero me costaba decidirme. A mí me gustaba la música, la manera de relacionarme con lo real y lo social, pero siempre estaba corrido y con filosofía empiezo a entrar con algo que caprichosamente yo llamó el lenguaje sensible.
Ping Pong:
Esta es una ciudad cuna de artistas. ¿Qué te encontraste?
-Lo que me encontré en esa Facultad de Filosofía, a mis 19 años, en el año anterior había comenzado a incursionar en la lisergia, las drogas y leía mucho. Pero en esa facultad era una época en la que estaba reactivándose el ERP, yo pasé el proceso militar en Junín y quedé muy impactado de ver en la Facultad, chicos un poco más grandes que yo con una relación y dinámica con la realidad comprometida e incluso combativa que me conmovió. Yo era un pibe bastante informado, pero estaba justo empezando a quedar colgado en la palmera por las diferentes drogas, pero ese impacto de ver jóvenes en la facultad con formación, información y de pelea por algo social, me chocó.
“Quedé muy impactado de ver en la Facultad, chicos un poco más grandes que yo, con una relación y dinámica con la realidad comprometida e incluso combativa que me conmovió”.
¿Cómo fue el primer contacto con la lapicera y el papel para componer?
-Cuando yo dejo Filosofía que tengo que volver a Junín porque no funcionaba en mí, no me encontraba bien, había transitado cuestiones familiares que me habían afectado. Me voy a Buenos Aires y sigo con la cuestión del dibujo, la arquitectura, diseño, empiezo a conectarme con gente, pero sigo cada vez más volado. En un momento determinado, hay algo en mí que empieza a necesitar expresarse, fue acción y reacción porque era una etapa difícil mía, bastante chiflado. La reacción a todo esto fue con una guitarra de tres cuerdas en el departamento de Buenos Aires y papeles, yo leía y escuchaba música, pero nunca había escrito una canción, entonces empecé a jugar y así escribí la primera que es “Ardimos”, la que cierra el álbum “sistema nervioso central” fue compuesta en 1986. Apareció esa canción, comencé a encontrar la vuelta para arreglármela con instrumentos sin tener que estudiar, el rock y punk daban una mano a eso, porque era solamente atreverse a escribir canciones. Esta acción comienza a funcionar como un sistema de expresión para mí y de a poco va ganado más terreno en mí.
“En una etapa que no estaba bien, más colgado con la lisergia, pero no paraba de componer”.
Cuando vuelvo a La Plata, seguía escribiendo canciones, en una etapa que no estaba bien más colgado con la lisergia, pero no paro de componer, armo “Licuados Corazones” y había gente que me decía “las canciones están buenísimas”. En el 87 compongo “América” y siento que hay un impacto general cuando la tocábamos. En esa época yo estudiaba en la escuela de teatro, después me fui a la facultad de Bellas Artes, pero la canción y yo como cantante, empieza a ganar terreno en la afectividad, en mi forma de ser y en la manera de enfrentar el mundo. Y casualidad, se convirtió en mi profesión.
¿Qué te pasa hoy cuando recordas ese chico de 19 años que estaba volado?
-Hace poco lo dije, yo me llevo muy bien con todos lo que fui. Esos fueron todos procesos formativos, por más que varías cosas hayan estado mal o perdido, fueron etapas que me llevo mucho tiempo. Sin embargo, siempre fue a más. Incluso esa primera etapa que duró varios años, desde mis 18 a 26, a pesar de que varias veces algo en mi quería incendiarse, el compositor de canciones siempre me iba poniendo a salvo. Me construyo un oficio de lo que me pasaba y cuando recuerdo todo eso, paso hace mucho tiempo, tengo fotografía y sensaciones, pero parece que fue necesario.
“Yo me llevo muy bien con todos lo que fui. Esos fueron todos procesos formativos, por más que varias cosas hayan estado mal”.
¿Solo te ponía a salvo el componer? ¿O en el ensayar con la banda también?
-Todo. Defendí el oficio de escribir canciones y tener una banda fue prioridad total. Era muchísimo, en el momento que lo identifique no importaba si había que trabajar de lo que sea, pero lo importante era tener una banda sonando. Desde que armé la primera, hasta que grabamos nunca deje de tener una banda sonando.
Volviendo a Junín, en este contexto político, económico y social. ¿Cómo lo ves?
-Hace mucho que no voy. Lo que te puedo decir que Junín es una ciudad Radical, yo viví toda mi infancia y adolescencia, fueron 18 años del mismo Intendente: Abel Miguel. Es una ciudad, en un plano mucho más chico, pero parecido a La Plata porque esta sostenida por la administración pública y lo judicial que tiene que ver con el noroeste de la provincia de Buenos Aires.
“Junín es una ciudad radical, yo viví toda mi infancia y adolescencia, fueron 18 años del mismo Intendente: Abel Miguel”.
Cuando voy a Junín, estoy poco tiempo, voy en plan familiar a visitar a mis padres, mis hermanos o a mi hija mayor, Juana, que vive allá. Pero es muy poco el tiempo que estoy.
En una entrevista dijiste “soy más zurdo que derecho” en base a la canción “El Corazón sobretodo”. ¿Qué análisis le haces a la frase?
-Hace poco o hace mucho, entendí que soy un libre pensador, supongo que tiene que ver con mi madre, ella es docente. Me comprometo con la realidad siempre desde la observación. A mí siempre me pareció que la derecha es temerosa, le tiene pavor a la diferencia, por lo tanto, interviene y la zurda respeta un poco más, da aire e incluye. Son dos grandes rasgos un poco caprichosos en el enunciado. Pero lo cierto que soy un hombre más de la heterogeneidad, soy un varón que celebra todo lo que está pasando con la femineidad, considerándolo fundamental en el sentido de la construcción y de la emocionalidad. Yo no tengo un solo gesto del macho estándar, no por virtud, por lo hederé de mi madre.
“La derecha es temerosa, le tiene pavor a la diferencia. La zurda respeta un poco más, da aire e incluye”.
Tengo la necesidad de correrme del universo conservador, me ahogo. Además, por naturaleza me aburró muy fácil con cualquier cosa, entonces necesito novedad. Algunas cosas no puedo hacer público, pero en ningún patrón estoy entre lo esquemático y tramposo del que vigila. Por algo somos cada uno, cada cual, tan diferente.
Resumen entrevista:
“Yo no tengo un solo gesto del macho estándar”.
Si bien no tenes ninguna etiqueta con un partido político. ¿Qué pensas de los artistas que se la juegan por una identidad política? ¿Sos un tipo que entra en el debate político o evita?
-En el universo de la observación político-social, lo primero que tengo que decir es que todo es político. No hay un solo acto que hagas, que no lo sea. Lo segundo que tengo que decir, que como libre pensador, como educado en una ciudad Radical y una parte de mi familia era de ese partido, era básicamente por formación un joven antiperonista, acérrimo. Sobre todo, por el pavor por la derecha peronista que tiene que ver con lo que a veces se endilgaba al gran Buenos Aires y a Duhalde. Pero al relacionarme con amigos, me convertí en peronista.
“Era de familia antiperonista, pero al relacionarme con amigos me convertí en peronista”.
La historia, la formación, sobre todo eso. Hay cosa que me dan un poco de angustia y es que los mitos hacen que la gente ni siquiera revea o relea un montón de conceptos, pero por la amabilidad de amigos y un poco por la curiosidad, termino siendo un hombre que celebré los doce años del kirchnerismo porque hubo un montón de cosas favorables de inclusión y detalle llamado nada más y nada menos que mercado interno. Algo que nadie entiende lo que es y es fundamental para la independencia de cualquier Nación. Es un tema largo, yo venía de una línea antiperonista y puedo decir humildemente que, desde mi formación, Rosas, Dorrego, saltamos a Perón, el periodo del 45 al 55 y del 2003 al 2015. Son de los mejores 20 años de la historia argentina.
“Tengo la necesidad de correrme del universo conservador, me ahogo”.
¿Cuándo se dio ese vuelco?
-Guillermo González, uno de mis primos es muy instruido y cuando yo hablaba desde el mito, me decía “eso no es así”, “sabes esto”, “lee esto”. Entonces uno habla por boca de jarro. Después con tres amigos, en el 99-00 nos juntábamos, hablábamos bastante nos juntábamos a cenar, todos peronistas, formados en la Facultad de Periodismo. Eso me permitió relacionarme más con una parte que no conocía.
Nombraste 45 al 55, el 2003 al 2015, desde el 2015 hasta la actualidad. ¿Cómo lo analizas?
-Creo que ha caído la calidad de vida de todos, eso es lo que siento. Podría decirte que con mi trabajo me va bien, sigo escribiendo canciones que suenan y yo no tuve inconveniente en lo económico. Sin embargo, la inseguridad, angustia social, la inestabilidad por ver amigos, y a la gente pasarla mal, es feo. Siento que ha caído la calidad de vida de todos. Pasó el tiempo, uno tenía ideas de cómo iba a gestionar políticamente este Gobierno y algo de eso se cumplió, pero ahora lo está sintiendo gente que no lo sabía y está teniendo la dificultad de llegar a fin de mes para comer. Los últimos relevamientos dan que el Presidente tiene una imagen del 70-80 % negativa y su gestión, además de estar sugestionado. Esto no tiene que ver con una sensación exclusivamente mía, es una conclusión social.
“Termino siendo un hombre que celebré los doce años del kirchnerismo porque hubo un montón de cosas favorable de inclusión”.
Haciendo juego con tus canciones ¿Cuál es la “moneda corriente” qué más te molesta de la Argentina en general?
-El otro día se los decía a mis amigos (risas), en mi tesis de moneda corriente hay un solo triunfo, el triunfo de la propaganda antiperonista. ¿Qué significa?, que ni siquiera se ha permitido investigar y relevar bien qué ha tenido de bueno y de malo el peronismo, porque cuando tenes reacción son propagandísticas. Esa es mi sensación y la moneda corriente, siento que hay algo desprendido del país, que es unitario. Sobre todo, los poderosos son un poco adolescentes, irresponsables, inmaduros, infantiles y eso es lo que somos: irresponsables, adolescentes e infantiles.
“Ha caído la calidad de vida de todos, eso es lo que siento”.
¿Cómo se fue dando la experiencia de escribir un libro?
-El libro se dio gracias a la amabilidad de Juan José Becerra. Amigo, juninense también, un gran escritor que después de mucho tiempo, cuando yo me estaba yendo de gira a Estados Unidos, fue con Sole –su mujer- a llevarme su novela “El espectáculo del tiempo”. Cuando regreso, lo leo y quedé fascinado, humildemente con mi devoción por la literatura le dije que había escrito algo increíble. Entablamos una relación muy amistosa y en un momento me dice: “le propuse a la editorial, editar tus canciones en un libro”. Primero le dije que se lo agradecía y eso me disparó, ir a buscar escritos, no prosa porque no tengo; pero si jugar con lo que no son canciones, versos o una carilla. Comenzamos a compilar este tipo de cosas algunas canciones de “Licuados Corazones”, “Peregrinos” que no fueron grabadas también, más dibujos míos de la época de bellas artes. Editó Planeta, yo tocaba el cielo con las manos y lo sigo tocando cada vez que me invitan a la Feria del Libro. Ahora voy el 9 de mayo, el mismo día que Cristina.
¿Qué pensas de esta lucha de las mujeres? ¿Y del cupo femenino en los festivales?
-Soy bastante femenino y cuando digo femenino es porque hay algo en mí de respeto por la emocionalidad y la construcción. Eso es femenino y necesitamos un montón de femineidad en este mundo de hombres, un poco desesperados e infantiles. Los varones somos precarios, para mí. La femeneidad viene diseñada en algo mejor, en la emocionalidad, esa es la sensación que me da. Entonces, cuál es el problema que esté a la altura de los varones en los festivales.
“Las mujeres deben tener el derecho de decidir sobre su cuerpo, me parece que estamos discutiendo cosas de la edad media”.
Además, las mujeres deben tener el derecho de decidir sobre su cuerpo, me parece que estamos discutiendo cosas de la edad media, como una mujer no va a tomar la decisión de que quiere para su cuerpo: ¿De quién es? ¿Qué institución se va a meter por sobre la libre pensadora?
¿Qué te pasa cuando te encontras con un artista conservador?
-Hay varios también. No me pasa nada, pero no tenemos mucho ver. En realidad, lo que me pasa a mí, que quizás no es una virtud, tiene que ver con mi herencia materna o de mi abuelo que era un intuitivo, muy emocional, me permite no concebir el mundo conservador. No me entra, pero existe y siempre digo que para tener empatía con el otro la única posibilidad es que haya sido educado en el amor. El conservador es educado en la defensa, no solamente en el amor; el amor permite entrar en terrenos nuevos, desconocidos y sin miedos; el conservador cierra puertas porque tiene miedo.