Víctor Bernay: “Como sociedad nos debemos un proyecto donde Gobierno y Sponsors puedan sustentar a los talentos deportivos”
El ayudante de campo de Pedro Troglio pasó por la sección Íntimo de Diagonales. Habló de su vida, la relación con el DT de Gimnasia a quien denomina un hermano, las diferentes miradas que tiene del fútbol en la actualidad y la importancia del rol del Estado para el deporte, entre otras cosas
Siempre que se habla de los cuerpos técnicos de fútbol se piensa que el entrenador y su ayudante son jugadores que triunfaron a nivel profesional con la pelota número 5. Sin embargo, con el correr de los años esta mirada se ha modificado y en el equipo de trabajo de Pedro Troglio, hay un claro ejemplo con la figura de Víctor Bernay, una persona que no jugó en Primera División, pero que conoce el deporte como ninguno.
El oriundo de Concordia, amante del fútbol, recibido de profesor de Educación Física y Director Técnico, se ganó su respeto en el ambiente y recibió a Diagonales en su segunda casa, Estancia Chica, para narrar su vida, su vinculación con este deporte que tuvo que dejar por tres lesiones en su rodilla, detalló de qué manera nació la relación con Troglio, su obsesión por la táctica y la estrategia y la actualidad de Gimnasia donde remarca que la gente debe creer con las posibilidades que se le están brindando al equipo.
Además, habló sobre su otra pasión, el deporte, donde manifestó que el Estado debe tener un papel fundamental y participativo para su crecimiento en nuestro país.
Nuevamente en Gimnasia. ¿Cómo estás hoy?
-Bien, muy cómodo en un lugar al cual uno le tiene mucho cariño y afecto. Pero esa comodidad, que es total en este club, da una doble responsabilidad porque estamos en una institución donde no solamente uno tiene sentido de pertenencia desde lo sentimental, sino que también tenemos un sentido de pertenencia profesional.
Concordia fue el lugar que te vio nacer, ¿cómo fue tu infancia?
-Tuve una infancia muy linda y feliz con mi familia. Tengo la imagen de un padre muy trabajador, que llegaba a hacer triple turno en su taller mecánico y una madre que estuvo en el día a día con sus hijos ayudando para su educación. Me críe en un barrio de clase media, donde disfrutábamos de jugar en el campito que era en la casa de una vecina, que nos tomaba como sus nietos y cada vez que terminaba los partidos de fútbol nos hacía regalos. Tuve la suerte de hacer siempre deporte y de ir al colegio pupilo Capuchino y por decantación terminé en el Centro de Alumnos Capuchino que era un club de Básquet fundado por los ex alumnos del colegio. Mi infancia pasó siendo basquetbolista y futbolista en el campito.
¿Y en qué momento empezás a practicar el fútbol?
-A los 14 años cuando Carlos Romero, un hombre de fútbol de Concordia, golpea la puerta de mi casa y le dice a mi mamá si me deja ir a jugar al Club Victoria, porque me había visto jugar en un campito. La convenció a mi vieja, comencé a jugar y los 16 años debuté en la primera del club, terminé el secundario y me fui a jugar a Newell´s por algo que la vida me llevó porque tenía la carta de recomendación para ir a Rosario Central y a último momento me llaman para ir a probar a Newell´s y me quedé. Ahí estuve seis meses porque me tocó el Servicio Militar Obligatorio y luego regresé a Concordia, donde dejé de lado las chances de ser jugador profesional. Me quedé jugando el Torneo Federal A y comencé a estudiar Ciencias Económicas donde hice una año y medio y cuando ví que mi vocación era la Educación Física me senté con mis padres, le manifesté lo que pretendía. Arranqué a los 20 años, hice la carrera en cuatro años, salí abanderado del Instituto y como ví que mi profesorado era muy bueno desde la parte pedagógica me fui a Rosario a estudiar un Posgrado que se vinculaba al Alto Rendimiento Deportivo, que duró cuatro años, donde conocí grandes profesionales.
¿Es cierto que tu papá te dijo que no ibas a tener trabajo con la carrera de Educación Física?
-Sí, mi viejo siempre fue muy exigente con el mismo, entonces esas palabras yo lo tome como una exigencia conmigo mismo. Cuando él me dijo eso, en esa época no había un diálogo fluido con los padres como los hay hoy, por lo cual acaté el pensamiento y comencé a estudiar Ciencias Económicas. Hasta que ví que mi vocación era otra, me entendió y lo único que me dijo fue: “vagos yo no mantengo”. En esa época yo jugaba en el Federal A, tenía mi sueldo, pero no era gran cosa, entonces si entrenaba por la mañana a la tarde me iba al taller con él o a la inversa. Trabajé seis meses en la mecánica, la verdad que aprendí muy bien a lavar los repuestos con querosén y agua, la manualidad mía era muy mala (risas), experimenté que hay que hacer un sacrificio y hay que darle valor que te brindan tus padres.
¿Y en qué momento te decidís a ser director técnico?
- Me decidí hacerlo a esa edad, después de que sufrí mi tercera lesión en la rodilla y me diagnosticaron que no podía seguir jugando al fútbol. El curso lo hice 27 años, en ese momento recién se podía comenzar hacer a los 30 y me lo habilitaron recién en Buenos Aires en una escuela de Vicente López cuando vine hacer la revalidad a los 32 años. Me formé en la preparación física, en los trabajos de alto rendimientos deportivos y en la dirección técnico porque tenía la esperanza de llegar al fútbol profesional desde algún puesto de trabajo como entrenador y no como futbolista que se me había truncado.
¿Qué te dejó el Servicio Militar?
-Me dejó el orden, respeto y la disciplina. Si bien yo no tuve una carrera larga porque a los dos meses me dieron la baja, porque había un excedente de soldados. Hoy la valoro mucho a esa enseñanza.
Arrancaste jugando al básquet y después te enamoras del fútbol. ¿Dónde nace ese amor?
-En la vida, en mi génesis. Mi papá, no era futbolista, era remero y en mi casa no había un ambiente de fútbol. El campito del barrio me enseñó mucho, pero desde chico comencé a sentir el valor fútbol. Mi papá me contaba que para mí el mejor regalo era la pelota y con ella estaba todo el día. Jugaba en el patio, adentro de la casa y que no había forma de sacarme la pelota del juego. Realmente así lo sentí desde niño y se generó un fanatismo. Pero nunca desprecié los otros deportes que hice como el básquet y el vóley que era un deporte obligatorio en el colegio y salíamos campeones nacionales.
¿Cómo comienza la relación con Pedro Troglio?
-Yo a Pedro lo conozco en Concordia, mi ciudad, cuando fue con Villa Dalmine como jugador. Yo siempre que iba un equipo de primera, entrenadores, futbolistas o ex futbolistas yo intentaba de ir a escucharlos, porque en cualquier charla o diálogo, uno aprende. Me arrimé a él, pude charlar, dialogar, se generó un vínculo y mientras él estaba en esa pretemporada a mí me sale la posibilidad de trabajar como técnico en club de Concepción del Uruguay, me despido e intercambiamos números de teléfonos.
El contacto siguió, lo invité a ver un partido, a los 100 años del club y vino la fiesta. Se creó un vínculo cada vez más grande, el venía de paseo a mi ciudad, hasta que agarró Gimnasia y entendí que era mí posibilidad de visualizar entrenamientos de Primera División. Antes ya había ido a Boca a hablar con Julio Santella. Me vine a La Plata tuve la posibilidad de seguir charlando con él de fútbol, hasta que un día me invita a su cumpleaños y antes de irme de su casa me dice “Víctor yo estoy pensando en traerte a trabajar algún día conmigo”. Me acuerdo que ese momento no lo tomé firmemente, yo estaba trabajando en ese momento, dirigiendo Federal B en Atlético Uruguay y ese año presentó a la renuncia por iniciativa mía con un mes de anticipación a que finalice el torneo. Salimos campeones, le ganamos la final a Boca Unidos y teníamos el 50 % de la clasificación al torneo, pero era una decisión tomada y me iba a volver a mi ciudad a trabajar. Yo siempre digo que lo ideal está en los libros y el trabajo te marca otra enseñanza y formación. En eso que estaba por tomar el trabajo de Secretario Deportivo en un club de Concordia, recibo el llamado de Pedro y la invitación de sumarme a su cuerpo técnico, le pedí unas horas para hablarlo en mi casa. No lo dudé, el primero del 2006 de enero me vine y el dos de enero estaba subiéndome al auto con Pedro para venir a Estancia.
Te viniste solo al comienzo, sin tu familia. ¿Se te hizo difícil?
-Si fue un cambio, brusco, importante y difícil. Yo ya tenía a mis dos hijos más grandes, Víctor y Joaquín. Tuve que abandonar a mis hijos, mi familia y venir por algo que uno se había preparado desde la teoría, pero faltaba la práctica. Los primeros tres meses viví en la Casona, después el club me dio un departamento y al cabo del año que cumplimos recién pudo venir a la familia a La Plata. No fue fácil, pero yo tenía el objetivo claro y la fortaleza para hacerlo.
Todos los que te conocen dicen que sos un amante de la planificación, la táctica y la estrategia. ¿Le dedicas mucho tiempo durante el día?
-Sí, la verdad que le dedico mucho tiempo. Es más, acabo de ir al oculista a que me cambie los anteojos porque me cuesta ver (risas). En los primeros días de trabajo de la semana, estoy entre cuatro o cinco horas por día mirando videos y el ritmo decae cuando se acerca el partido. Pero soy muy obsesivo.
Sacando la relación que tienen, ¿Cómo es Pedro Troglio?
-Es una persona que tiene gran capacidad y conocimiento, te brinda la posibilidad de expresarte y uno puede manifestarse en forma libre, sabiendo que la decisión final pasa por él. Es un tipo que acumuló mucha experiencia a lo largo de su carrera como futbolista y le ha involucrado el análisis, el estudio y el trabajo para como técnico hacer debatir la práctica y la teoría. Considero que es un gran entrenador y por eso, tiene una increíble trayectoria como jugador y técnico.
¿Qué es Pedro Troglio para vos?
-Es un guía, un orientador, el hermano varón que no tuve, un ídolo por todo lo que ha hecho y hace. Además, es una persona con la cual tengo la posibilidad de hablar de hombre a hombre, de hermano a hermano.
Hoy el fútbol se trabaja mucho más desde lo táctico y en el análisis, formándose muchas dudas en este deporte. ¿Si no lo implementas en el trabajo corres con desventajas?
-El futbol requiere de muchos ítems que van incidir en el resultado. Uno considera que el método integral entre la práctica y la teoría es sumamente importante. Hay que dedicarle el mayor tiempo posible a lo que es la parte conceptual futbolística porque es la posibilidad que te va a permitir solucionar situaciones dentro de un partido. Cuando se diagraman los ejercicios hay tres puntos que son vitales: el concepto a trabajar, el contexto donde se desarrolla y la solución de las situaciones/problemas. Si no están esos tres condimentos, el ejercicio no va a causar los efectos buscados. Yo creo que hoy el entrenamiento del futbol se tornó muy específico y no como era antes, una aducción del atletismo.
Además, hoy no solamente está la preparación física, la táctica, la estrategia, sino que también está la psicología, el entrenamiento invisible como es el descanso, la alimentación. Hay muchos ingredientes que van incidir en el resultado final.
Sacando Gimnasia, estuvieron en Cerro Porteño y terminaste siendo hincha. ¿Qué te enamoró?
-En Cerro Porteño me hice hincha del club y lo sigo en el día a día. Ahí yo no solo era el asistente de Pedro, sino que también dirigía la Reserva y considero que esos dos años tuvimos un gran crecimiento como cuerpo técnico. Logramos salir campeones, llegar a una semifinal de Copa Sudamericana perdiendo sobre la hora en el Maracaná. Cuando nos venimos, a mí me faltaba dos fechas para salir campeón con la división Reserva y vino el Presidente del Club a decirle a Pedro que me autorice para que yo pueda dirigir hasta el final del torneo. Desde ahí hubo dos momentos muy fuertes: la última fecha del primer equipo no la dirigimos, estuve en la cancha y ese día los chicos salieron subcampeones, le entregaron medallas y ellos salieron corriendo a traerme la medalla mía y la del cuerpo técnico. El otro fue cuando me tocó dirigir la última fecha en la División Reserva, vino toda la hinchada, coparon las tribunas y cuando salí del estadio me comenzaron a regalar cosas, yo no lo podría creer. Me acuerdo que mi papá me decía “Dónde vamos a meter todo esto en el auto”. Fue una sensación muy grande.
¿Por qué crees que causaron todo eso?
-Primero porque creo en el don que tiene Pedro de ser una persona muy carismática y eso abre muchísimos las puertas. Segundo porque hicimos un buen proceso en el club, donde el hincha de Cerro Porteño se sintió identificado con la forma de jugar que tenía el equipo. Desde ahí creo que se creó un sentido de pertenecía muy importante con Cerro.
En más de una nota dijiste “En el Fútbol Argentino estamos acostumbrados a nombrar ídolos a los jugadores con tres partidos jugados”¿Cómo manejan ustedes a los más chicos que tal vez les toca pasar por estos momentos?
-Es un trabajo en el día a día y hay que saber manejar diferentes momentos que le puedan pasar en el fútbol a la par de su vida cotidiana. Yo siempre digo que el jugador que sube a Primera División no encuentra un lugar estable y esa inestabilidad lo puede llegar a confundir: porque de titular en primera puede pasar a jugar en su división. El mensaje que doy yo es: “Donde te toque jugar, rómpela”, porque es la única manera de demostrarse firme y en un camino correcto. A veces el problema con los más chicos, es que cuando hacen varios partidos o jugadas buenas los queremos hacer ídolos. Pero hay que entender que el ídolo se forma con el correr de los años. Por eso es importante el trabajo disciplinario y la psicología aplicada al deporte, porque son herramientas que un profesional te va a explicar mejor que un entrenador o preparador físico y te van a mejorar la calidad en el producto final que es el jugador de fútbol.
¿Socialmente está mucho más difícil para los chicos que recién hacen sus primeros pasos en Primera?
-Sí, mucho más difícil. Los representantes comienzan a jugar un papel clave, ellos miran al jugador de manera parcial y en muchas ocasiones desprecian a otro jugador porque su representado estaba ocupando el mismo puesto. En esos pasajes, confunde al jugador porque está en un proceso en el cual debe ganarse el puesto en el entrenamiento.
En tu rol de ayudante de campo, estás más cerca de los chicos. ¿Se te acercan mucho a dialogar?
-Intento hablar y brindar información. Soy de enviarles vídeos a los jugadores que le interesan para que puedan ver ejemplos y acciones de jugadas de diferentes equipos. Tengo muchos vídeos que son muy didácticos, muchos lo reciben en muy buena forma y después lo debatimos. Yo considero que, a través de ejemplos, el jugador de fútbol tiene un crecimiento importante, porque cada día va mejorando su lectura de juego y nosotros debemos pregonar esa lectura para resolver situaciones y problemas.
Dejando el fútbol de lado, ¿Cómo lo ves a nuestro país?
-Argentina está en un momento difícil y ojalá quienes tengan la posibilidad de gobernar encuentren la mejor salida para esta sociedad, porque este país se merece otro transitar, otro momento.
Sos una persona que estuviste vinculado al deporte toda la vida y hoy se habla mucho de poca la inversión y la ayuda del Estado en los deportistas nacionales. ¿Qué opinas?
-Este problema viene desde hace años en Argentina. Deportes como el rugby, tenis y hockey se hicieron proyectos a largos plazos y con buenos sustentos, que llevaron a que nuestro país tenga selecciones potencias tanto en mujeres como varones. Entonces esto quiere decir que la materia prima está, lo que falta es que la sociedad entera interprete de que al deportista hay que atenderlo en buena forma, posicionarlo bien y ayudarlo desde lo económico, si queremos tener buenos representantes en el deporte y halagados como tal. Creo que como sociedad debemos armar un proyecto en que los sponsors junto al Gobierno se puedan sustentar a los talentos que tenemos en cada deporte.
¿Somos una sociedad egoísta que solo pone la mirada en el fútbol y no miramos hacia otro lado?
-No sé si somos muy egoístas, sí somos amigos del éxito. Nos pegamos al deportista que le va bien cuando ya son exitosos y no bancamos el proceso cuando más lo necesitan. Por eso creo en la captación de los talentos y sostenerlo desde un financiamiento económico, es importante para todos: para ellos y para la sociedad que pueda disfrutar de sus deportistas ídolos de los que tenemos hoy en día.
Volviendo a Gimnasia, es un equipo regular en la Superliga, pero está cerca de cumplir un logro importante en la Copa Argentina. ¿Cómo lo ves vos?
-Yo siempre digo que el primer paso es creer y el segundo paso es trabajar para poder actuar y accionar. La posibilidad está y no me siento inferior o superior a nadie. Por eso, jugar una semifinal importante para la institución, no debemos desestimar ni escatimar esfuerzos. Debemos intentar de llegar con el máximo potencial de equipo y enfrentar a un buen rival, que como todo equipo tiene posibilidades concretas de un potencial o un déficit dentro del campo de juego. Por eso hay que ser inteligente y ejecutarlo a la perfección para poder pasar y llegar a una final esperada por todos.
¿Por qué en la mayoría de los partidos termina dando las indicaciones Víctor Bernay y Pedro Troglio se sienta? ¿Es cábala?
-Lo hacemos en muchas ocasiones. El estrés que causa el estar parado ahí es muy alto y sostener noventa minutos es complejo. A veces Pedro se da vuelta y me dice termínalo vos, por eso uno como asistente debe estar preparado poder hacerlo y sostenerlo. Son momentos que Pedro determina y cuando dan un mensaje hay que acatar la orden y llevarlo adelante.
Muchas veces te fueron a buscar para ser cabeza de grupo en un plantel y siempre dijiste que no. ¿Por qué?
-Siempre tomé esa decisión porque considero que estoy en un lugar cómodo, donde Pedro me da una participación y un vínculo muy importante. Además, también decir que no, es decidir. Uno no sabe nunca qué deparará el futuro, pero hoy estoy muy cómodo y para eso intentaré seguir en el lugar donde me siento feliz. Hoy lo importante es que nos brindemos todos para el club, desde los jugadores, técnicos, dirigentes e hinchas para poder llevar a Gimnasia al mejor lugar que todo deseamos
A vos te costó mucho llegar hasta donde estas hoy. ¿Le contás a tus jugadores cómo fue tu camino?
-Sí, siempre trato de plasmarlos. Yo siempre digo que en la vida uno no puede pasar por instituciones y solamente ver cómo trabajar, uno al pasar por un club debe dejar algo. El dejar algo es dejar una enseñanza de vida, futbolística, un método de trabajo, un modelo de juego y ser un hombre de bien. Yo no puedo ir a un club, ofrecer un campeonato o lograr una buena campaña, yo tengo que dejar mi capacidad en el campo de juego, ser buena gente y poner los objetivos de la institución por encima de los objetivos personales. Gimnasia en este caso, tiene más años que cualquiera que nosotros, debemos respetarlos y por eso considero que cuando uno pase por un club debe brindar todo.
¿De qué te arrepentís?
-De no haber estudiado inglés, mi mamá me mando y nunca le hice caso. Después en la vida pasas por diferentes momentos. Siempre me gustó ayudar, soy agradecido a la vida de los amigos que tengo, de la infancia que hoy son partes de mi familia y que en los peores momentos de mi vida estuvieron. Soy un agradecido a los padres que tuve, porque no solo me dieron desde lo material, sino desde lo humano.
¿Es muy difícil para la familia este trabajo que tenés?
-Si es muy difícil. Hay cosas muchas cosas que la familia toleró para darme la posibilidad de trabajar de esto que es lo que más me gusta. Al hijo más grande mío no pude disfrutarlo como deportista, llegó a estar en el Pradal de Rugby, en los que eran los futuros Pampas XV, la gente me comentaba que era un gran rugbier y recién pude verlo en Primera División cuando estuvo en el Centro Naval y me lo perdí en todo su desarrollo adolescente como jugador. Ahora quizás tengo más tiempo porque tengo a Facundo Juárez (analista de vídeos) que me da una mano, entonces me da un poco más de tiempo para mí que en vez de dedicarle ocho horas como lo hacía antes, le dedico cuatro o cinco y eso me da la posibilidad de parar un poco e ir a ver a mis hijos practicar fútbol.
Para finalizar, Victor Bernay es…
-Un tipo trabajador y luchador. Que siempre busca la justicia, que no se casa con nadie y que cuando tiene que decir una verdad, la da de frente y que cuando se equivoca pide disculpas.