Desde hace varios meses el presupuesto 2019 de Mar del Plata está trabado en el Concejo Deliberante. La excusa formal para no avanzar en la discusión es la convocatoria a la audiencia pública. Sin embargo, esta situación revela la dificultad del intendente Carlos Arroyo para que su propio bloque le apruebe una Ordenanza fundamental. Como ya sucedió en otras oportunidades, las internas de Cambiemos y la conflictiva relación con la Unión Cívica Radical son una preocupación permanente para el Jefe Comunal.

Cuando el 31 de octubre del año pasado el Ejecutivo presentó el proyecto de Presupuesto de la Administración Central y los Entes Descentralizados, no se imaginó que medio año después el expediente seguiría en el Concejo Deliberante. Y más grande debería ser la sorpresa si se tiene en cuenta que Cambiemos tiene mayoría automática, es decir los votos necesarios para lograr la aprobación.

Pero a quienes siguen la política marplatense hay cosas que ya no le sorprenden: Arroyo casi nunca pudo alinear la tropa y a duras penas logra juntar los votos que necesita.

Lo que sucede actualmente con el presupuesto es una muestra más de la debilidad del oficialismo, algo que se pone de manifiesto cada vez con mayor frecuencia. Hace pocos meses el Concejo Deliberante facultó al intendente a otorgar el aumento del boleto de colectivo, ya que los concejales oficialistas que no responden a Arroyo se negaban a hacerlo. Ante la falta de los votos necesarios para otorgar la suba, el Jefe Comunal debió hacerse cargo del costo político del aumento, aunque antes había dicho que no lo iba a hacer porque no le correspondía.

En esta misma línea, en la última sesión del Concejo Deliberante se decidió devolver a comisiones el presupuesto de la empresa estatal Obras Sanitarias ya que los concejales argumentaron que al expediente le faltaba debate. A pesar de haber sido aprobado en las comisiones, el día del plenario la oposición planteó que votaría en contra del aumento propuesto en la tarifa del agua y por ello el radicalismo acompañó la vuelta a comisiones del proyecto.

En estos dos casos quedó demostrado que, a pesar de los 13 concejales de Cambiemos, Carlos Arroyo no logra que el Concejo le apruebe todo lo que necesita. De hecho, a los pocos días del revés de OSSE, el intendente criticó al legislativo por desfinanciar a la empresa estatal: “No puede ser que haya algunas personas que crean que cuestionando los recursos a Obras Sanitarias, o sea desfinanciándola, van a lograr algo”, disparó Arroyo.  

Con estos antecedentes, la discusión del presupuesto 2019 no resulta sencilla para el oficialismo.

Presupuesto 2019 y aumento de tasas

Desde la oposición la crítica al proyecto de presupuesto es clara: la suba de las tasas no se corresponde con mayores recursos presupuestarios, es decir que los vecinos van a pagar más pero no van a tener mejores servicios. Esta postura, con algunos matices, la comparten los bloques de Unidad Ciudadana, Alternativa Federal y Acción Marplatense.

Del otro lado, en Cambiemos, los 13 ediles de la Agrupación Atlántica, Unión Cívica Radical, Crear y Coalición Cívica, no tienen una postura unificada.

Por ejemplo el radical Mario Rodríguez planteó que “tras la decisión del Gobierno Nacional de postergar algunos aumentos en los servicios públicos la misma medida debería llevar adelante el intendente Arroyo, lo cual implica reformular los presupuestos enviados al Concejo Deliberante”. De este modo, desde Cambiemos un concejal radical propone devolver el presupuesto.

En esta misma línea, la edil de la Coalición Cívica, Angélica González, se reunió con la gerencia de OSSE y solicitó que “la empresa se sume al esfuerzo que están realizando los gobiernos Nacional y Provincial suspendiendo futuros incrementos en servicios públicos y desista de aumentar hasta fin de año la tarifa del agua”.

Si a estos dos casos le sumamos el enfrentamiento despiadado que mantienen la Unión Cívica Radical y el secretario de Hacienda Hernán Mourelle, resulta complejo el panorama para Arroyo. Difícilmente el radicalismo acompañe el presupuesto y la suba de tasas propuesta por el Ejecutivo ya que en más de una oportunidad el secretario de Hacienda dijo que el radicalismo tenía “una actitud destituyente”, que “muchos concejales, en especial Baragiola y los radicales, legislan en favor de los grupos de poder económico y en contra de todos los vecinos” y que “Baragiola traiciona a los votantes de Cambiemos”. En este contexto, los 13 votos parecen un objetivo difícil de lograr.

Audiencia pública fantasma

Más allá de la interna política, hay una situación formal que impide el tratamiento del presupuesto y la suba de tasas. Según lo establecido en la Ordenanza 12336, antes de aprobar el Presupuesto General de Gastos y Cálculo de Recursos y las Ordenanzas Fiscal e Impositiva, se debe realizar una audiencia pública informativa. En diciembre del año pasado el personal municipal llevó adelante una retención de tareas que duró casi un mes y en el marco de ese conflicto el Ejecutivo convocó a la Audiencia Pública para el día 26 de diciembre.

Como la Municipalidad estaba prácticamente detenida y en apoyo a los trabajadores, ese día no se presentó ningún orador, ni acudieron los concejales. Sin embargo, el secretario de Hacienda argumenta que el acto ya fue realizado y no quiere citar a una nueva Audiencia Pública. Ante esta situación, la mayoría de los concejales de la Comisión de Hacienda planteó que hasta que no haya una nueva convocatoria no se tratará el presupuesto. Esta voluntad se la expresaron al Intendente en una carta pero desde el Ejecutivo parecen hacer oídos sordos al reclamo de los legisladores.

Con este panorama la aprobación del presupuesto 2019 parece una posibilidad lejana; a la interna propia de Cambiemos en un año electoral se le suma el desinterés manifiesto del Ejecutivo, representado por Hernán Mourelle, para encontrar una solución. En 2017 el presupuesto se había aprobado a principios de marzo y el año pasado a finales de abril. Evidentemente a Arroyo nunca le resultó sencillo lograr el acompañamiento de esta herramienta, pero este año la interna y la presencia de Mourelle parecen complejizar aún más la discusión.