¿Los argentinos se volvieron de derecha?
Una pregunta que se hace recurrente en la Argentina desde diciembre del 2015.
Día a día, en la agenda de los “grandes” medios, se instalan candidatos y programáticas “descabelladamente” de derecha. Consignas irrealizables que aprisionan contra la pared cualquier mirada igualitaria, que pretenda una sociedad más equitativa. En este artículo intentaremos pensar si los argentinos se están volviendo de “derecha”.
LOS ORÍGENES DE UNA MIRADA
Si leemos las miradas históricas de las fuerzas políticas que impulsan a la derecha la agenda mediática del país, la Argentina fue fundada en el novecientos cuando millares de personas, escapando de las guerras y el hambre europea, bajaron de los barcos. Es decir, trajeron la industrialización a una tierra plagada de vagos y menesterosos. No es que no haya “méritos” en esos esforzados inmigrantes que cruzaron el Atlántico, solo que cuando hay desierto, no crece ningún árbol. Y la Argentina donde arribaron muchos de los descendientes -de los que hoy se llaman argentinos de clase media- tuvo un terreno fértil donde crecer. No solo fértil, sino integrador en términos sociales, en términos políticos. Pudieron reemplazar sus viejas sociedades, por un “nuevo lugar en el mundo”. Y llegaron a un país que estaba consolidado (mal o bien según el gusto del lector) para 1880, y tuvieron expresión política en una fuerza nueva, que fue el radicalismo yrigoyenista; que es como bien dice el ex presidente “el primer populismo”, y padecieron la década infame, y crecieron, se “autonomizaron” con el peronismo que “no se gastó las reservas” sino que generó un principio potente de mercado interno (además de ayudar a Europa con alimentos).
Pese a eso, se sintieron “mejores” que el peronismo, y acompañaron a la revolución fusiladora (engañosamente llamada libertadora) y del clima de opresión generado por múltiples golpes, sus hijos o sus nietos se hicieron peronistas, del peronismo con mejor distribución de la riqueza, de mejor performance electoral, de carencia de indigencia. Por eso, el golpe oscuro del 76 no fue contra la guerrilla, sino contra la industria argentina, contra nuestra posibilidad de tener un desarrollo propio. Y sobre esa catástrofe económica, esa represión bestial y la pérdida de una guerra con la segunda potencia de la OTAN es que desembarcamos en la democracia condicionada, esa que no puede tanto porque no tiene autonomía, respecto de la economía, esa que tiene un Estado desmembrado, destruido, privatizado, inutilizado, o sea un Estado que nunca va a llegar a cumplir con la Constitución que lo legisla y le da entidad. Las clases dominantes argentinas que construyeron a principios del siglo XX la barrera entre los que cruzaron el Atlántico y los criollos y originarios de acá, ahora destruían al Estado: única fuente que posibilitaba la unidad, a través de la Escuela Pública, la salud pública, el Estado empresario; por lo tanto el régimen democrático diezmado, ya no “sirve” para cubrir las demandas que tiene el pueblo argentino. Se confunde la causa con el efecto, la causa es el Estado que no puede resolver (así como está) los problemas de los argentinos, de lo cual se deduce que el Estado no sirve. Se hace abstracción absoluta sobre que el Estado acompañó el crecimiento económico de la mayoría de las familias argentinas, y que las mismas entraron en crisis cuando el Estado entró en crisis. Es necesario reconstruir la historia del proceso para entender, que si el Estado no funciona como debería, es debido a decisiones políticas, muchas veces vinculadas a los sectores que no quieren al Estado.
ESTADO INSERVIBLE
El Estado que no puede resolver los problemas de los argentinos, digo de las grandes mayorías; a las minorías, el Estado le resuelve (seguridad, evasión impositiva, ventajas fiscales, divisas para fugarlas a paraísos fiscales, sistema judicial condescendiente, garantizales monopolios, etc). Pero que el Estado no pueda en estas circunstancias, se pasa a una simplificación “sin veracidad empírica” –diría uno de los máximos expositores de esta simplificación mentirosa- que el Estado no sirve. No se tiene en cuenta, la geopolítica, la economía, la institución estatal y su historia, se decide decir que el Estado -por una máxima doctrinaria- no sirve. Las grandes potencias del mundo, no organizaron sus sociedades y por lo tanto sus Estados en base a una lista de pruritos ideológicos, sino en base a las necesidades de su nación y su pueblo. Se construyen máximas simples; los que ven al Estado desde fuera, casi sin ninguna vinculación diaria con el mismo, terminan considerando que quizás sea mejor que no exista o que exista lo menos posible (nadie sabe cuál sería su tamaño ideal).
Pero independientemente de la interpretación interesada, la mayoría del pueblo argentino vivencia existencialmente, en su día, en su vida, que el Estado no resuelve sus problemas, que tendría que hacerlo, pero no lo hace, con lo cual su conclusión vital, es igual a la que doctrinariamente saca un libertario: el Estado no sirve. Y esa vivencia se basa en las promesas de campaña en los años electorales, que prometen transformar la realidad de los argentinos, pero no cambian el Estado y lo dotan de condiciones para poder hacerlo.
EL ANTI-ARTÍCULO 14 BIS
Los derechos sociales, tal como lo demanda el artículo 14 bis de la constitución con vivienda, trabajo, salud y educación para todos, para grandes sectores de la población son promesas incumplidas. ¿Por qué todos aquellos que quedan por fuera del sistema, que no acceden a un laburo formal, que deben trabajar a sol y a sombra sin cobertura de salud, ni aguinaldo, ni vacaciones pagas, sin indemnización por despido, defenderían un sistema estatal que los tiene afuera? Como en otros momentos de la historia argentina, los sectores políticos que tienen su terminal en los sectores concentrados de la economía, usan las diferencias que ellos mismos generaron, debilitando al Estado, destruyendo el mercado interno y los puestos de trabajo vinculados a él para dividir a los trabajadores formales, de los no formales, y otro tanto a los formales privados, de los formales estatales (servicios de salud, educación, etc). De las grandes divisiones de los sectores medios, medios bajos, surgen las posibilidades para que fuerzas de “derecha” libertarias, hagan una buena elección en el 2023.
“Hay que dar vuelta el tiempo, como la taba, el que no cambia todo, no cambia nada”
Así rezaba el tema que popularizo Alfredo Zitarrosa, de alguna manera el tiempo pide cambios profundos. Claros y concisos. El discurso libertario, sobre el cual se monta el PRO, propone cambios extremos, sencillos siempre para aquellos que juegan, siguiendo con metáforas gauchescas “con el caballo del comisario” o “se hacen amigos del juez”. El cansancio de la época exige medidas arriesgadas, revisar el decálogo de “buenas prácticas políticas y administrativas” generadas al calor del derrumbe del muro de Berlín. Cuestiones como el rol del Estado, la representación política, los lugares donde no es necesaria la injerencia del Mercado (salud, educación, recursos), las áreas donde la forma de crecer es la comunidad y no la competencia, la forma en que se genera y se reparte la riqueza. Los últimos 40 años demuestran que las fórmulas para vivir que trabajó la humanidad en general, pero en particular los países latinoamericanos, solo han empeorado la situación de nuestros pueblos.
Las fuerzas políticas del status quo están dispuestas a demoler la sociedad como la conocemos, y tiene un proyecto político para transformar lo que no funciona: destruir el Estado, destruir sindicatos, colgar cartel en todo aquello que pueda venderse. ¿Las fuerzas del Frente de Todxs están dispuestas a cambiar el Estado, la sociedad tal cual la conocemos, para evitar que la sociedad termine votando a sus futuros verdugos?
NO ES DE DERECHA, ES LA FALTA DE PROYECTOS
Juntos por el cambio, impulsados por el fuego libertario, impulsan reformas estructurales neoliberales. Proponen para el futuro, proyectos pasados. Pero proponen proyectos. ¿No sería la hora que el Frente de Todxs, proponga proyectos profundos, con otro rol para el Estado, con otra participación para la ciudadanía, con más protagonismo para los trabajadores formales y de la economía popular, con proyección a un mercado común latinoamericano? No es que los argentinos son de “derecha”, sino que no hay propuestas concisas que expliquen lo que pasa y cómo salir por parte del Gobierno del Frente de Todxs.