¿Resiste el candidato?
Massa recibió un bombazo inflacionario: el 7,7% de marzo es el peor registro mensual del FdT, incluso por encima del peor de Guzmán. El ministro consigue dólares en Washington y saca medidas para todos los sectores fronteras adentro para aguantar. El Frente Renovador quiere listas propias.
Sergio Massa sabía que el IPC de marzo sería un golpe durísimo. Para el Gobierno en general, para la economía, y para las aspiraciones que todavía mantiene de que una cierta sensación de estabilidad se instale en algún momento de acá al 24 de junio y le permita venderse electoralmente como el dique de contención al estallido. Casualidad o no, el ministro hizo 8.391 kilómetros hasta Washington para que la noticia lo agarrara lejos y consiguiendo dólares frescos para financiar la supervivencia hasta las elecciones, otra vez, no sólo del Gobierno sino de su posible candidatura. Antes de irse al norte, repartió medidas confeccionadas a gusto para variados sectores, en uno más de sus intentos por acomodar expectativas e intereses en la ley de la selva que es hoy la economía argentina. ¿Le alcanza?
Quizás el título que más le duela hoy al titular de Economía, más que el impactante número del 7,7%, sea haber superado el tristemente célebre récord que hasta hoy ostentaba el ex ministro Martín Guzmán, que tras haber hecho estallar todo con su intempestiva renuncia llevó el aumento de precios al 7,4% en julio del año pasado. El aumento de marzo iba a ser alto indefectiblemente. Al arrastre del alza de precios, que inició el 2023 electoral todavía más descontrolado que el caótico 2022, se le sumaron los aumentos estacionales que siempre tiran para arriba en el cierre del primer trimestre del año. Educación es el ejemplo más claro, con un aumento del 29,1% para el mes del inicio de clases. Estas consideraciones, sin embargo, no atenúan el golpe que significa para la imagen del ministro que se cargó solo el desafío del 3% mensual para abril y ya lleva 21,7% de incremento en el primer trimestre del año, y 104,3% de aumento interanual en una serie de 12 meses de los cuales él fue ministro de Economía en 8 de ellos.
La pregunta, ya recurrente a esta altura, es si estos números demoledores son parte de una procesión mortuoria de la siempre latente candidatura presidencial de Massa, o si todavía queda un resquicio para que la figura de “el que evitó el helicóptero” se imponga al interior del peronismo para ordenar la tropa tras el ministro. Para ello hay una instancia anterior, que tiene que ver con la decisión del propio Massa de exponerse o no a una candidatura en este contexto.
En las últimas semanas, el microclima de la política vio resurgir los rumores alrededor de la posible candidatura del tigrense. “Necesita cuatro semanas de estabilidad” fue la frase que trascendió de su entorno y tuvo eco en los medios y los análisis políticos, en una evidente movida por mantener sobre la mesa el Plan M. El problema es que esas cuatro semanas parecen una utopía en la Argentina de una economía donde hay casi tantos tipos de cambio como sectores, el dólar paralelo ya perforó el techo de los $400 y, por traer sólo un ejemplo, los combustibles aumentarán nuevamente un 4% este sábado.
Pese a todo, el ministro sigue con el traje de bombero puesto, alejado de las internas del oficialismo y mostrando una hiperactividad en la que se lo ve atendiendo a múltiples sectores de la cadena económica. Antes de irse a Washington, para graficar el argumento, se vio a Massa anunciando una nueva edición del dólar soja a los abrazos con productores agropecuarios, y siendo parte del anuncio de un nuevo aumento (y dos más para el resto del año) de la Tarjeta Alimentar.
En el medio de esa cadena, el ministro anunció alivios fiscales para las economías regionales, la ampliación hasta los $800.000 millones del Programa CreAr, créditos a tasa subsidiada para PyMES que su equipo comunicó como “el programa de financiamiento más grande de la historia reciente”, y un acuerdo con la GCT para que más de 600.000 trabajadores dejen de pagar ganancias. ¿Redundan en capital político y eventualmente en votos para Massa entre los sectores beneficiados estas medidas focalizadas? Toda una incógnita, cuya respuesta tentativa hay que pasar por el +100% de inflación como filtro.
El otro eje de los movimientos de Massa es el financiamiento externo y la relación con el FMI. Difícilmente el ministro vaya a ser muy reconocido por las sucesivas flexibilizaciones que consiguió por parte del organismo financiero, más bien muchos sectores lo ubican como el garante del ajuste con el que el Fondo incide económica y políticamente en el país. No deja de ser cierto, por otro lado, que un incumplimiento de metas y una ruptura con el FMI, en el contexto de crisis económica, inflación del 100%, pobreza del 40% y desorden político del país llevaría a un default que podría tener efectos incalculables. De La Rúa se fue en helicóptero luego de que el FMI no enviara una partida de fondos, por la incapacidad del país de responder a sus exigencias, que era menos de la mitad del último desembolso autorizado por el organismo tras la ronda anterior de negociaciones con Massa.
La primera en entender esto es CFK. Desde allí se explica la tolerancia kirchnerista con la gestión del ministro, que no termina de estabilizar la economía, que mantiene la pérdida de los salarios frente a la inflación y por ende hace crecer la pobreza, pero que, por ahora, contiene el estallido en el rumbo hacia las urnas.
En ese derrotero Massa se encuentra en EEUU y en los últimos días consiguió la aprobación de unos 1400 millones de dólares. El BID aprobó US$ 600 millones para proyectos de inversión en salud, el Banco Mundial US$ 300 millones para becas educativas, y el Fondo Soberano Saudí financiará obras de infraestructura en el país por primera vez y por un monto de USD 500 millones. Por otro lado, el BCRA informó ayer que en lo que va de la primera semana del tercer dólar soja se lograron comprar 668 millones de dólares, frenando la sangría que desde que comenzó el año hizo salir de las arcas del central unos US$ 3.159 millones.
Los dólares frescos, que Massa seguirá persiguiendo en el intento de acuerdo “puente” que Joe Biden conversó con Alberto Fernández, son un colchón sin el cual resulta prácticamente impensable un año electoral con el BCRA casi sin reservas, crisis política y económica y una inflación de tres dígitos. Cada anuncio de Massa en el extranjero es una pequeña bocanada de aire para los sectores del FdT que hacen números más allá de las proclamas electoralistas, pensando en llegar a las urnas. Porque para aspirar a ganar las elecciones, sea quien sea el candidato, el oficialismo tiene que seguir evitando que la crisis explote y el único matafuegos es la divisa estadounidense.
En paralelo a todo esto, desde el plano político, el oficialismo sigue sin mostrar un orden con respecto a cuál será su propuesta electoral a la ciudadanía de cara a los comicios de agosto, octubre y eventualmente noviembre. Al menos ya se dilucidó una de las primera incógnitas, que era si habría o no primarias en el FdT. Luego de que La Cámpora, a través de Máximo Kirchner primero y Wado de Pedro después, aceptara las PASO como mecanismo de síntesis de un oficialismo que parece no poder pegarse ni con poxirrán, ya comienza a especularse con los posibles candidatos del ala kirchnerista y lo que presentará el sector del Presidente. ¿Cómo encaja Massa en ese rompecabezas?
Hasta ahora, todo indicaba que el ministro era la principal apuesta de CFK para ir contra el candidato de Alberto Fernández, unificando tras de sí al peronismo que aún encuentra la Vicepresidenta a su máxima referencia. Pero tras la consolidación de las PASO, sectores del Frente Renovador comenzaron a plantear la posibilidad de llevar listas propias en los diferentes niveles electorales, incluso a presidente. Un escenario de tres sectores en lugar de dos. Habrá que ver cuánto eco tiene ese clamor en el líder del FR, que se muestra ocupado en otro plano de los problemas. El 5 de mayo, el partido de Massa tendrá un congreso en el que se discutirán estas cuestiones.
Hace 8 meses Massa asumía como “superministro” y todos los reflectores iluminaban su camino hacia una candidatura presidencial. El terremoto argentino que comenzó antes y siguió sucediendo durante ese tiempo, hace crujir permanentemente los pilares de esa posibilidad, que tenían que ver con encauzar el barco de la economía. Los pilares crujen pero no se quiebran. Todavía. El ministro mantiene la resistencia del candidato. ¿Hasta cuándo?