La realidad le dio un fuerte golpe a Jorge Balkenende y sus compañeros cuando se enteraron en la puerta del mayorista Diarco del municipio de Lanús, en el sur del Conurbano bonaerense, que no podían entrar a su lugar de trabajo.

Contra ellos, y otros miles de trabajadores formales e informales de todo el país, sigue arrasando el modelo económico de La Libertad Avanza que, en base al ajuste de los ingresos y la retracción económica, va dejando víctimas en el camino de la promesa oficialista de bajar la inflación.

Los números del desempleo creciente en el territorio más habitado del país, en los 24 distritos que integran el Conurbano de la Provincia de Buenos Aires, no dejan lugar a dudas de la catástrofe laboral que se vive: alcanza el 9,9 por ciento. Esta cifra supera por más de dos puntos al promedio nacional (7,7 por ciento).   

La vida de los ahora exempleados de la sucursal de Diarco cambió por completo cuando a fines del mes pasado, en el ingreso matutino al hipermercado, fueron notificados por un escribano de que la sucursal se iba a cerrar, como había pasado también en el municipio vecino de Berazategui, y que se les iban a liquidar sus indemnizaciones. El mundo se les vino abajo.

Luego de dictarse la conciliación obligatoria con el Ministerio de Trabajo provincial, para intentar retrotraer las cesantías, se resolvió que la firma pagaría indemnizaciones que, en algunos casos, de acuerdo a lo que señalaron desde el Sindicato de Empleados de Comercio de Lanús y Avellaneda- SECLA- a Diagonales, llegaron en algunos casos al 120 por ciento.  

A mí también me echó Milei (IX): “Nos tomó por sorpresa el cierre de Diarco porque la situación no era tan crítica”

La situación se le hizo más que cuesta arriba a Jorge, vecino de Lanús de toda la vida, de 33 años, y que tiene pareja y tres hijos. Estuvo catorce años en la empresa, entró a los 18.

“Prácticamente fue mi laburo de toda la vida, es a lo que siempre me dediqué. Hoy lamentablemente que cerró la empresa me encuentro en otra realidad”, afirmó Jorge, que ingresó apenas terminó la escuela secundaria y hace seis años que era delegado en la empresa.

Además de trabajar en Diarco, hacía tiempo que Jorge debía tener otro trabajo extra, para costear el alquiler y llegar a fin de mes, al calor de una inflación que no da respiro y que carcomió los bolsillos de millones de personas. Ya trabajaba con las aplicaciones de Uber y Cabify, y tomaba cada “changuita” que se le presentaba. Ahora estos ingresos pasaron a ser para él más que indispensables.

Los números de la macroeconomía marcan una caída muy fuerte del consumo en el Conurbano. En Diarco Lanús, ¿cómo les afectaba esto?

-La verdad que antes del cierre la situación había cambiado bastante a lo que veníamos trabajando antes. Había bajado mucho el consumo en general. Nosotros teníamos un recuento de calle. Antes armábamos cuarenta y cincuenta pedidos por día, pero después pasamos a hacer cinco, siete, nada más.

“A PESAR DE QUE LOS ÚLTIMOS TRES O CUATRO MESES FUERON MUY MALOS, NOS PARECÍA UNA DECISIÓN APRESURADA QUE NO ESPERÁBAMOS”. 

 ¿Cuándo notaste esta caída tan abrupta en el trabajo cotidiano?

 -Claramente con el cambio de gobierno. La verdad que hasta ahí siempre veníamos laburando muy bien, de hecho habíamos cerrado el año con unos buenos números. Nos tomó por sorpresa el cierre justamente por eso. A pesar de que los últimos tres o cuatro meses fueron muy malos, nos parecía una decisión apresurada que no esperábamos.

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 Dos meses antes a lo que pasó con ustedes ya había cerrado Diarco en Berazategui…

 -Allá las autoridades fueron un día y lo cerraron. La diferencia es que ahí no había organización gremial ni asesoramiento de la gente. Los anotaron y les ofrecieron acuerdos de indemnizaciones al cincuenta por ciento. Una realidad diferente a la nuestra.  Y encima era la sucursal del Gran Buenos Aires que más vendía. No se entiende lo que hicieron ahí, tampoco. 

“NO ESTABAMOS AJENOS A SU SITUACIÓN, SIEMPRE INTENTAMOS DAR UNA MANO, SABIENDO QUE NOS PODÍA TOCAR A NOSOTROS, Y HOY LAMENTABLEMENTE LA REALIDAD ES ESTA”. 

Los que hacía muchos años que estábamos en la empresa teníamos compañeros que habían cambiado de sucursales. Por momentos hacíamos inventarios juntos, íbamos de apoyo. No estábamos ajenos a su situación, siempre intentamos dar una mano, sabiendo que nos podía tocar también a nosotros, y hoy lamentablemente la realidad es esta.

 No era la primera crisis que afrontaban, tuvieron que lidiar con una pandemia y la pudieron sortear, pero en esta ocasión los dueños dijeron ‘hasta acá llegamos’

 -Nuestro horario de trabajo siempre fue de 8 a 16. En la pandemia trabajábamos de siete de la mañana a las nueve de la noche. Obviamente a nosotros como trabajadores nos servía porque era una ‘moneda’ más que llevábamos a casa. Fueron casi dos años de venta, superávit. Increíble. Y en esta ocasión, salieron a decir que después de una caída en los últimos tres meses tenían la decisión de cerrar, sin poder aparear una situación que a mí me parece que no era tan crítica. Yo creo que aprovecharon el cambio de gobierno y se definieron por cerrar. Hay que pensar que eran dueños del predio, que no pagaban alquiler. ,Fue muy ilógico lo que hicieron, pero también hay que tener en cuenta que se mueven por otros rubros: negocios inmobiliarios, tiene empresas que hacen enlatado. ¿Van a dejar ahí sin usar semejante predio? Para mi van a apuntar a otra cosa.

 “ESTÁ MUY DIFÍCIL CONSEGUIR TRABAJO FIJO”. 

 ¿Cómo fue ese día que les notificaron los despidos?

 -Llegamos como un día más. Era bien temprano y ya no estábamos yendo a arrancar con nuestras tareas y antes de las ocho llegó la gente de Recursos Humanos de la empresa que nos dijo que no subiéramos las persianas, que íbamos a hacer una reunión. Se presentaron con escribano incluso. Nos notificaron por escrito, sin ni una firma, sin nada. Ahí decía que la sucursal cerraba y que había cese de actividad. Nos decían que nos iban a depositar la liquidación supuestamente en tiempo y forma, pero todo muy de palabra, nada escrito. No había ningún telegrama.

 ¿Qué medidas tomaron?

 -Llamamos al gremio (al Sindicato de Empleados de Comercio de Lanús y Avellaneda- SECLA), y tomamos la decisión de quedarnos adentro. Solicitamos la intervención del Ministerio de Trabajo (de la Provincia de Buenos Aires) hasta que se esclareciera la situación. Estaba todo muy ‘atado con alambres’. Después de la conciliación obligatoria nos fueron liquidando las indemnizaciones.

A mí también me echó Milei (IX): “Nos tomó por sorpresa el cierre de Diarco porque la situación no era tan crítica”

¿Seguís en contacto con tus excompañeros?

 -Seguimos teniendo vínculo entre nosotros. De hecho, el último lunes feriado nos juntamos a comer. Estamos todos en la misma, está muy muy difícil conseguir trabajo fijo. La cartera de empleo es muy reducida. Nosotros ya somos gente grande que pasó los treinta años, treinta y cinco años, cuarenta. Y se reduce todavía un poco más todo. La verdad es que los sueldos son muy precarios también. Se hace verdaderamente difícil seguir. Al que en todos estos años no pudo armar algo o proyectar otra cosa se le complica conseguir laburo.

“UNO INTENTA SER OPTIMISTA PERO ESTAMOS MUY COMPLICADOS. LO PEOR DE TODO ES QUE TODOS SABÍAMOS QUE IBA A PASAR ESTO”. 

¿Crees que la situación económica podrá mejorar en el futuro próximo? Que le decis a algún compañero tuyo que votó con cierta esperanza la propuesta de Milei?

 -Uno intenta ser optimista pero estamos muy complicados. Se está avanzando un montón contra los derechos laborales. En nuestro caso hubo un solo compañero que votó a Milei. La verdad es que se quiere matar (risas). Hasta me pidió perdón lo dije más hasta me pidió perdón. Lo peor de todo es que todos sabíamos que iba a pasar esto. Este desastre económico que teníamos, después terminó en el cierre de nuestra sucursal, e hizo que nos quedáramos sin laburo. Él nos dijo que se siente culpable, un poco. El cambio era este. Lamentablemente no era un cambio para mejor.

A mí también me echó Milei (IX): “Nos tomó por sorpresa el cierre de Diarco porque la situación no era tan crítica”

¿Qué momentos lindos te llevas de tu paso por Diarco?

 -Se me vienen a la cabeza muchas cosas. Yo estuve catorce años ahí adentro. Te podés imaginar que tengo un montón de recuerdos con mis compañeros, y ellos también. Nos juntamos a comer y fue una caricia porque compartíamos nueve, diez horas juntos todos los días. Fiestas de fin de año, los almuerzos, los desayunos. Son las cosas que más se extrañan. Después, en lo laboral uno va a tener que salir a trabajar. A barajar y dar de nuevo. No queda otra.