Milei me fundió: “Tuve que decirle a gente que me vio nacer y me tuvo en brazos que la dejaba sin trabajo”
Las dramáticas historias de la Argentina productiva se multiplican. La fábrica de bicipartes Miguelito apagó para siempre sus máquinas tras 46 años de historia, y 12 familias quedaron en la calle en un pueblo de 1200 personas. “Es como que se te vaya un hijo, lo más difícil que pasé en mi vida”, cuenta su dueño a Diagonales. Tras décadas generando empleo, “hoy no sé cómo voy a sostener a mi familia”, se lamenta.
“No hace falta ser una empresa grande para ser una Gran Empresa”. La leyenda aún se encuentra en la página web de la fábrica de asientos de bicicleta “Bicipartes Miguelito”, describiendo lo que la empresa describe como “Nuestra filosofía”. Tristemente, esa idea que bien podría ser una bandera de la Argentina pyme, desde el miércoles 26 de junio tiene un exponente menos en el país. “Hoy a las 12 del mediodía apagamos las máquinas por última vez”, le cuenta a Diagonales Rogelio Bella, dueño de Miguelito e hijo de Hugo, fundador de la empresa que desde 1968 funcionaba ininterrumpidamente como el mayor empleador privado en el pueblo de Carrizales, Santa Fe, donde viven 1200 personas.
Con esa filosofía, la de una empresa pensada más como un actor social que como una generadora de riqueza privada, la del trabajo entendido como el principal ordenador de una comunidad y no sólo como el “recurso humano” de un proceso productivo, así atravesó Miguelito más de cinco décadas de la turbulenta historia económica de la Argentina, con todas sus crisis. Hasta que llegó Milei y logró lo que no pudieron ni el Rodrigazo, ni los 90, ni el 2001, ni Macri, ni la pandemia: que la pyme familiar santafecina pasara a engrosar la trágica lista de más de 3500 empresas que se perdieron sólo entre fines de noviembre y marzo, según informó esta semana el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en base a datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo.
“Tuve que decirle que la dejaba sin trabajo a gente que me vio nacer, que me tuvo en brazos y vio mis primeros pasos entre los fierros de la fábrica. Es como que se te vaya un hijo, lo más difícil que pasé en mi vida”, relata Rogelio a este medio apenas unas horas después de bajar la persiana por última vez de la empresa que marcó su vida y los últimos 56 años de Carrizales.
“TUVE QUE DECIRLE QUE LA DEJABA SIN TRABAJO A LA GENTE QUE ME VIO NACER, QUE ME TUVO EN BRAZOS”.
Y lanza preguntas que Milei y Caputo harían bien en tener la valentía de responder: “¿cómo el mercado va a resolver que en un pueblo como el mío, de 1200 habitantes, ya no exista más la fuente laboral de esas 12 familias? ¿Quién va a venir a establecerse acá?”. Pero la historia de Miguelito, que pinta al detalle las características, las dificultades y el drama actual del entramado social y productivo nacional, comienza mucho antes que este presente trágico, y tiene mucho para decirle.
LA HISTORIA DEL PAÍS EN UNA EMPRESA
En 1968, Hugo Bella decidió lanzarse a una aventura productiva. Miguel, un vecino del pueblo, había adquirido unas máquinas para fabricar zapatos que no pudo hacer funcionar. Un amigo en común le había salido de garante, y el experimento fallido terminó con las máquinas en manos de Hugo. “Mi viejo laburaba en un banco pero siempre fue un tipo inquieto. Así fue que adquirió las máquinas y recién después empezó a investigar qué podía hacer con ellas”, relata hoy Rogelio.
En aquel momento los asientos de bicicletas eran de acero y llevaban unas tapas de caucho que solían tapizarse con flecos de colores y banderines de escudos de equipos de fútbol. Ese fue el nacimiento de “Tapicería El Miguelito”, que hoy Rogelio describe con nostalgia: “Arrancó en un cuartito de la que era su casa de soltero todavía, arrancó cosiendo mi abuela, mi abuelo, mi mamá, que en ese momento era su novia. Mi viejo empezó a viajar por el país con eso, volvía con ideas nuevas para seguir expandiendo lo que podía producir”.
Hacia fines de los 80 y principios de los 90, la producción de Miguelito se reconvirtió hacia los asientos de plástico que comenzaban a llegar con la apertura de importaciones. La década menemista fue dura para la industria nacional, y Bella recuerda que “a principios de los 2000 mi viejo volvió llorando de un viaje porque no había vendido nada. Yo era adolescente, estudiaba en una escuela técnica fuera del pueblo y recuerdo a mi viejo llorando porque no tenía un mango para darme para que yo me fuera toda la semana afuera”. Para sortear la crisis, Hugo Bella tuvo que vender parte de un campo que tenía, “para sostenerle el laburo a la gente”.
“RECUERDO A MI VIEJO LLORANDO PORQUE NO TENÍA UN MANGO PARA DARME PARA QUE YO ME FUERA TODA LA SEMANA AFUERA”.
El período del kirchnerismo es narrado por Rogelio como “los mejores años”, en los que pudieron agrandar la fábrica y tomar más empleados, que llegaron a ser 25. “El gobierno de Macri nos dejó con la lengua afuera, llegamos al final recontra endeudados en AFIP, que fue la única forma que encontramos de sobrevivir, no teníamos otra”, cuenta Bella, y agrega que “con Alberto medianamente fuimos pagando las deudas, pudimos entrar en las moratorias, fue la primera vez en 50 años que recibimos algo del Estado, cobramos 2 o 3 meses el ATP”.
Así llegó la empresa a un “2023 mediocre”, en el que el empresario intentó sin éxito que el gobierno del FdT/UP fomentara su proyecto de protección a los fabricantes nacionales de piezas de bicicletas: “Hoy el 95% de todo lo que ves en una bicicleta en la calle es importado y ensamblado por 5 grandes jugadores que manejan todo el mercado. Nosotros somos una industria, a la fábrica entran 10 materias primas y sale un producto terminado.
“TERMINAN MANEJANDO LUGARES DE PODER PERSONAS QUE NUNCA PAGARON UN SUELDO, QUE NO SABEN LO QUE ES JUNTAR UNA MASA SALARIAL PARA PAGARLE A TUS EMPLEADOS”.
Podría haber polos con micro empresas produciendo todas las partes. El laburo se crea generando pymes, no hay otra manera de generar trabajo. Nadie me escuchó, y ahí es donde uno se pregunta, ¿cómo se entera la política de lo que pasa? Terminan manejando lugares de poder personas que nunca pagaron un sueldo, que no saben lo que es juntar una masa salarial para pagarle a tus empleados”.
“MILEI ME FUNDIÓ"
Todas las vicisitudes, complicaciones, resurrecciones y críticas a gobiernos sin distinción de banderas políticas que componen la historia de Miguelito podrían caberle a miles de empresas de todo el país. Así como también la angustia del momento actual, frente a una crisis que recién comienza y desafía en potencia y profundidad a todas las anteriores.
“EN DICIEMBRE LA DEVALUACIÓN ME VUELVE TOTALMENTE ANTI COMPETITIVO”.
“Nuestro punto de equilibrio, la cantidad de unidades a vender para surfear la ola, era de 8000 por mes. Hasta diciembre de 2023 veníamos ahí, con más meses que no llegábamos, pero siempre cerca”, comienza Rogelio el relato del punto de quiebre al que llegaron. “En diciembre la devaluación me vuelve totalmente anti competitivo. Acá pagamos la materia prima en dólares 3 o 4 veces más que lo que la pagan los brasileros, los chinos, los indios. Devaluaron y se cayó todo, para poder juntar la plata para pagar sueldo y aguinaldo de los empleados vendimos mercadería a un 50% del costo”, continúa.
En enero la empresa adelantó vacaciones y en febrero acordaron con los empleados turnos de 4 horas “porque no había para más”. Rogelio esperaba “un milagro que no pasó”, y cuenta que “en estos 6 meses, no llegué a vender 8000 unidades. Lo que era mi punto de equilibrio en un mes no lo alcancé en 6, se reflotó la importación, quedé fuera de precio y se cayó la demanda”. Este punto resulta descriptivo de la crisis, que no se circunscribe sólo a una empresa o a un sector: “Tenemos una relación entrañable con nuestros clientes, forjada por nuestros padres en 50 años, y todos nos decían que no nos compraban porque ellos tampoco estaban vendiendo”.
“EN ESTOS 6 MESES, NO LLEGUÉ A VENDER 8 MIL UNIDADES. LO QUE ERA MI PUNTO DE EQUILIBRIO EN UN MES NO LO ALCANCÉ EN 6”.
Así pasó la fábrica a lo que Rogelio describe como “funcionar como kiosquero”. De comprar 2 o 3 pallets mensuales de 1200 kg de plástico, pasaron 5 bolsas de 25 kg “para sostener lo mínimo de la rueda girando”. Como a muchos empresarios pyme, la dinámica de la crisis fue llevando a Bella a un punto de no retorno: “Veníamos comiéndonos todas las reservas, dejamos de pagar aportes patronales y los impuestos de AFIP, tengo una pila de intimaciones y quilombos, porque a los grandes no le cobran nunca un impuesto y queda ahí, pero yo me atraso 5 minutos y tengo una intimación de AFIP arriba de mi escritorio. Y no es que no pagamos porque no queremos, es que decidimos sostener hasta que se pudiera el laburo de la gente”.
Finalmente, la crónica de un cierre anunciado llegó al límite que durante 56 años y todas sus crisis la empresa familiar había logrado evitar. “Llegamos a un punto donde o pagábamos sueldos o comprábamos materia prima, y yo no soy un empresario que invirtió en bonos, en bolsa, que tengo dólares o edificios en Rosario, nosotros siempre lo que ganamos lo pusimos ahí y siempre ganamos poco. No tenemos de dónde sacar y eso fue lo que nos llevó a tomar la decisión de cerrar”, explica Bella la dura definición a la que debió enfrentarse.
“A LOS GRANDES NO LE COBRAN NUNCA UN IMPUESTO Y QUEDA AHÍ, PERO YO ME ATRASO 5 MINUTOS Y TENGO UNA INTIMACIÓN DE AFIP ARRIBA DE MI ESCRITORIO”.
LA TRAGEDIA SOCIAL QUE AVANZA: “LA FÁBRICA FUE LA PRIMERA OPORTUNIDAD LABORAL DE MEDIO PUEBLO”
Las empresas pyme son el corazón de la Argentina productiva y la columna vertebral de la idiosincrasia de un país con movilidad social ascendente. La generación de empleo en todo el territorio y el abastecimiento del consumo interno son caras de una misma moneda, que marca a empresas que muchas veces funcionan como familias. Cuando una de ellas se cae, es mucho más que puestos de trabajo y generación de riquezas lo que se pierde.
“Tuve que decirle a mi padrino tío, el hermano de mi madre, que lo dejaba sin trabajo. A gente que me vio nacer, que me tuvo en brazos, que me vio dar mis primeros pasos entre los fierros de la fábrica. A ese punto me llevaron y en ese punto me encuentro. Imaginate, hace noches que no duermo, hace un mes que no puedo dormir una noche de corrido. Tengo 45 años y fue lo más duro que me tocó vivir en mi vida, es como que se te vaya un hijo, no se lo deseo ni al más miserable de mis enemigos”, relata Rogelio cargado de angustia. Y es que no solo su historia y la de su familia está marcada por Bicipartes Miguelito, sino la de todo el pueblo de Carrizales.
“HACE NOCHES QUE NO DUERMO, HACE UN MES QUE NO PUEDO DORMIR UNA NOCHE DE CORRIDO”.
“Nací y me crie en esa empresa. Desde gerente hasta limpieza hice de todo. Aprendí con mi padre a hacer cada una de las tareas. Cada verano, cuando venía de la escuela técnica, iba a al balancín a hacer piecitas para que mi viejo me tirara unos mangos para poder salir el fin de semana. Así entré a la empresa, no entré como el hijo del dueño, y así la llevé hasta acá. Mi mayor orgullo y alegría era el día que terminaba de pagarle el sueldo a mis empleados, lo primordial en mi vida era juntar la guita para pagarles”, recuerda Rogelio, trayendo la memoria de su padre, a quien describe como “mi Dios en la tierra y un prócer de mi pueblo”.
Hugo Bella falleció el año pasado y a su hijo le cuesta recordarlo en el día en que la fábrica que fundó en 1968 se quedó sin alternativas y tuvo que cerrar. “Me vas a hacer llorar”, dice a Diagonales ante la pregunta de cómo siente que estaría hoy su padre ante esta situación, y su respuesta estruja el pecho del cronista: “Tengo miedo que se levante y me cague a trompadas, siento que lo defraudé, que le fallé a su legado. Porque él hubiera hecho cualquier cosa, seguro más de lo que yo estoy capacitado para hacer, y todo para sostener el laburo, porque él se preocupaba por eso, porque la gente tuviera trabajo. La fábrica fue la primera oportunidad laboral de medio pueblo, por acá pasó gente que después fue gerente de banco, médicos, encargados de empresas de la zona, profesionales, y toda gente que aprendió a trabajar con nosotros. Algo que me llena de orgullo, porque debe haber pocas cosas más satisfactorias que darle una primera oportunidad laboral a los pibes. Son pocos los que dan primeras oportunidades, todos piden experiencias. Mi viejo dedicó su vida a darlas, y yo intenté desde mi humilde lugar continuar eso”.
“MIS EMPLEADOS SON MI FAMILIA, Y VOY A VENDER TODO LO QUE TENGO PARA PODER PAGARLES PORQUE NO LOS VOY A DEJAR TIRADOS”.
El sentido social de las pymes encarna en la historia de Miguelito desde su fundación hasta sus últimos días. De los 12 empleados que se quedaron sin trabajo con su cierre, 6 de ellos contaban más de 30 años en la empresa. “Son mi familia, y voy a vender todo lo que tengo para poder pagarles porque no los voy a dejar tirados. Voy a tener que rematar capital de trabajo que costó toda una vida juntar para poder pagarle a la gente lo que le corresponde o lo que pueda”, dice Rogelio, y emparenta su decisión con el hacerle honor a la memoria de su padre.
Inmediatamente después, lee a Diagonales el estado de WhatsApp de Hernán, uno de los trabajadores que a sus 57 años y con 37 de antigüedad en Miguelito, desde esta semana quedó desempleado: “ya no habrá mañana, ya no habrá alarma a las 5:40, ya no habrá mates con los compañeros de trabajo. Fueron 37 años dentro de Miguelito. Aprendí muchísimo, coseché amigos, compiches para las bromas, en fin, fue casi todo bueno. Hoy me duele el alma por no poder seguir trabajando. Gracias a Miguelito por formar gente de bien, siempre en mi corazón”. A Rogelio se le quiebra la voz luego de leer el mensaje y la reacción le sale de las tripas: “leo esto y me da ganas de tirarme acá en el fuego del hogar, porque digo loco, le fallé a todo el mundo, fracasé, no les pude mantener el sustento. No es fácil”.
“LLORAMOS TODOS, SON MÁS DE 50 AÑOS”.
El miércoles 26 de junio la fábrica Bicipartes Miguelito cerró definitivamente. Con ella se fue un pedazo de historia de Carrizales, Santa Fe, que podría ser la de tantos pueblos, tantos compatriotas, tantas empresas y familias argentinas. “Lloramos todos, son más de 50 años”, describe Rogelio con tristeza y agradeciendo “a Dios no estuve ahí en ese momento, le tocó a mi socio, no sé cómo hubiera hecho”.
¿QUÉ PAÍS QUEREMOS?
Bella dice que la palabra empresario le queda muy grande y se define como un laburante. A sus 45 años, cuenta que nunca salió del país y que toda su vida se la pasó “laburando y sosteniendo el trabajo de la gente de mi pueblo”. Su situación personal no dista demasiado de la de sus empleados: “Yo no sacaba un sueldo mucho más grande que el de ellos, pero vivíamos de esto. Ahora tengo que salir a buscar otro laburo, hoy no sé cómo voy a sostener mañana a mi familia”, describe.
La eterna discusión sobre un empresariado nacional responsable socialmente y consciente de su situación atraviesa particularmente a Bella. “Dentro de 3 o 4 años en el gremio de las bicicletas van a quedar sólo 3 o 4 tipos, desaparece todo el chiquitaje y van a quedar los que están haciendo un canibalismo empresarial. No logro entender cómo empresarios pyme votan gobiernos como este, y todavía hay muchos que lo están defendiendo. No sé porqué piensa que su cliente es Bulgheroni, Paolo Roca, Mindlin, cuando la realidad es que nuestro cliente es nuestro propio empleado, el laburante al que le tiene que sobrar un mango en el bolsillo y no se le tiene que ir toda en comida, para que pueda cambiarle el asiento a la bici o comprarle una bici al pibe o la piba en su cumpleaños o el día del niño. El 85% de este país vive del mercado interno, de que el laburante tenga un mango de sobra para gastar. El que se selva de eso es el que tiene algo para exportar o el que tiene 15 departamentos en Rosario, el resto dependemos de que al laburante le sobre un manguito para comprarnos lo que fabricamos”, explica.
“NO LOGRO ENTENDER CÓMO EMPRESARIOS PYME VOTAN GOBIERNOS COMO ESTE”.
Bella también discute el modelo económico términos estructurales: “Es una locura no tener una sola política económica que proteja un poquito la industria nacional. Acá se llenan la boca hablando de Trump, pero el tipo llamó a los empresarios y les dijo ´muchachos, ustedes quieren seguir vendiendo en EEUU lo que fabrican, dejen de fabricarlo en China y vengan a fabricarlo al país´. Y Los trumpistas de acá abren todo, dejan pasar todo, crean un RIGI que parece que a propósito busca destruir a las pymes. Y encima nos dicen que nos quedamos en el camino porque no somos gente de bien, explícame por qué yo no soy gente de bien, porqué encima de todo tengo que aguantar que todas las mañanas el soberbio de Adorni le falte el respeto a tanta gente que la está pasando mal en el país, gente mucho más de bien que él. Yo soy gente de laburo hermano, mi alarma sonaba todos los días a las 5 de la mañana para ir a abrir las puertas de mi empresa porque mis empleados llegaban 5:30”.
Diagonales le propone al empresario un encuentro imaginario con el presidente y su ministro de Economía, y su respuesta es contundente: “Yo les quisiera hacer una sola pregunta, ¿cómo el mercado va a resolver que en un pueblo como el mío ya no exista más la fuente laboral de esas 12 familias? ¿Quién va a venir a establecerse acá a para que esas familias vuelvan a tener trabajo? ¿Cómo el mercado va a resolver esa situación? A mí me dejó afuera, Milei dice que está bien que quebremos los que tengamos que quebrar porque eso le va a hacer un bien a la sociedad, que los monopolios van a manejar todo mejor. Bueno, ¿qué monopolio va a venir acá? ¿Va a venir Paolo Rocca con Techint, Bulgheroni a fabricar caños para la industria del petróleo, Calcaterra a poner una constructora? ¿Quién va a venir a Carrizales, Santa Fe, Argentina, pueblo de 1200 habitantes en el centro de la provincia a poner una fuente laboral para las 12 familias que perdieron la mía? Con que me respondan eso estoy contento”.
“A MÍ ME DEJÓ AFUERA, MILEI DICE QUE ESTÁ BIEN QUE QUEBREMOS LOS QUE TENGAMOS QUE QUEBRAR”
La Argentina de la producción y el trabajo, la de la movilidad social ascendente, la de los entramados comunitarios y colectivos capaces de sostener sociedades enteras, camina peligrosamente hacia un abismo de profundidad desconocida. La historia de Bicipartes Miguelito es sólo una de las miles que se replican a lo largo y ancho del país, mientras el Gobierno festeja números macro forzados y el presidente se postula como líder mundial de ultraderecha con méritos para un premio Nobel. La pregunta por qué Argentina queremos y cuál estamos construyendo es urgente. La respuesta no puede ser aquella en que las fábricas apaguen para siempre sus máquinas tras más de 50 años de actividad, los empleos se pierdan, y familias y pueblos enteros se queden sin horizontes.