Así estafó Vicentin: Qué dicen los tres informes del Banco Central
Auto deudas entre empresas del grupo, salarios astronómicos para familiares, y vaciamiento patrimonial de directivos y accionistas. Así funcionaba la estafa
El Juez de Reconquista Fabián Lorenzini parece no haber escuchado nunca la expresión “mono con navaja”. Horas atrás, restituyó en la dirección de Vicentín a los directivos que quebraron la empresa habiendo recibido ingresos por 1000 millones de dólares entre agosto y diciembre de 2019. A su parecer, esto no sería un riesgo para la propiedad de los acreedores del grupo. O tal vez alguien le haya prometido algo para dentro de cuatro años, si todo sale bien.
Lo cierto es que defensores de la propiedad privada se preguntan hoy, en el país y en el mundo, cómo pudo una empresa pasar de un crecimiento exponencial a la cesación de pagos en cuestión de días. No son quienes el fin de semana salieron a calles y rutas embanderados en la causa de la empresa familiar ejemplo de la meritocracia y una perdida cultura del trabajo, y asediada ahora injustamente por el comunismo K. Un pool de bancos internacionales, liderados por el Banco Mundial, el Nederlandse Financierins (FMO) holandés, ING Bank, Rabobank y los franceses Natixis y Credit Agricole, presentó en febrero ante los tribunales de Nueva York un pedido de descubrimiento de activos (Discovery) sobre Vicentín SAIC, a raíz de la deuda de la empresa con esas entidades de $33.137 millones. En dicha solicitud, revelada por el periodista Alejandro Bercovich, los bancos expresan que “el Consorcio necesita saber cómo desaparecieron cientos de millones de dólares –posiblemente más de 1000 millones- de activos”. Atención a esa cifra, cobrará sentido apenas abajo. Luego, los acreedores se preguntan “¿Se desvió indebidamente el efectivo del negocio?”. A raíz de esa pregunta, el Juez Alvin Hellerstein de la Corte del Distrito Sur de Nueva York, está recolectando de bancos y entidades financieras las transferencias electrónicas internacionales ordenadas y recibidas durante los últimos tres años por Vicentín SAIC, sus subsidiarias, afiliadas y accionistas individuales.
Y es que las cuentas no cierran. La empresa se declaró en “estrés financiero” y suspendió la totalidad de sus pagos el cinco de diciembre pasado. Pero desde agosto a esa fecha, recibió en una cuenta del Banco Nación sucursal Reconquista alrededor de 790 millones de dólares por pago de exportaciones. También recibió, entre el 8 y el 26 de noviembre, 26 préstamos del Banco Nación por un total de más de $18.000 millones, el equivalente aproximado a unos 95,5 millones de dólares. Pero eso no es todo. En los primeros días de diciembre, antes de estresarse, la firma vendió el 16,7% de las acciones de Renova, la empresa estrella del grupo, por lo cual recibió otros 122 millones de dólares más. Sumando esas cantidades, encontramos los más de 1000 millones de dólares que la justicia Neoyorkina rastrea por paraísos fiscales a pedido de los bancos internacionales. Para el momento del cambio de autoridades nacionales y del Banco Nación, esa jugosa cuenta de Vicentín en la sucursal Reconquista estaba vacía. ¿Dónde fueron a parar los millones de Vicentín? Curiosa pregunta que reconcilia al Estado Argentino y los tribunales de Nueva York después del desencuentro por el litigio con los buitres. Si Griesa viviera sería montonera.
EL MECANISMO DEL GRUPO
Para preguntarse qué pasó con esos millones hay que entender la conformación del grupo, para lo cual recurrimos al profundo y detallado trabajo del Director del Banco Nación, Claudio Lozano, en los tres informes que publicó.
El nudo de todo es Vicentín SAIC, la empresa central y de las cuales dependen muchas otras. Casi el 25% de las acciones de esta empresa se dividen en tres accionistas ligados a la familia: Norma Vicentín de Boschi (9,74%), Martín Sebastián Colombo (9,07%) y Liliana Torossi de Goldaraz (6,15%). El restante 75% de las acciones de Vicentín SAIC son propiedad de Vicentín Family Group, una de las empresas que el holding abrió en Uruguay a mediados de 2018. Simplificando, el capital accionario de la empresa por la cual se enarboló la bandera argentina el fin de semana pasado en Uruguay.
Pero este no es el único vínculo del grupo santafesino con la hermana República Oriental. Vicentín SAIC posee el 100% de las acciones de Vicentín SAIC Uruguay. Esta empresa uruguaya fue la compradora de las exportaciones de granos de Vicentín SAIC prefinanciadas con los créditos del Banco Nación de fines del año pasado. Es decir, el principal banco público de la Argentina financió exportaciones que los Vicentín se autocompraron desde una filial uruguaya para, desde allí, exportarlos sin pagar los impuestos y retenciones que el comercio exterior argentino exige. Todo esto, además, sin pagarle los granos a los productores argentinos.
Otro caso es el de Vicentín Paraguay. Esta firma, que con tan solo 6 empleados exporta 200 millones de dólares al año desde el país vecino, pasando antes por el puerto de Vicentín SAIC en San Lorenzo, pertenece a la propia Vicentín SAIC en un 97% de su capital accionario. Además, entre estas dos empresas Vicentín tenía, hasta el 2 de diciembre pasado, el 50% de Renova. De hecho, la venta del 16,7% de las acciones de esa firma por 122 millones de dólares al grupo suizo Glencore, se hizo desde Vicentín Paraguay. El grupo, en comunicado emitido esta semana, declaró que esa venta se había realizado desde Vicentín SAIC Uruguay, pero según los propios balances de las empresas la filial uruguaya nunca tuvo acciones de Renova, que se dividían en un 33,3% de Vicentín SAIC, y el mencionado 16,7% que la filial Paraguay le vendió a Glencore. No hay que ser mal pensado, el enredo de compañías es tal que quizás hasta los directivos se confundieron de filial.
A partir de estas operaciones con empresas propias en distintos países, el grupo eludía las exigencias impositivas argentinas y desviaba fondos salidos de las arcas públicas al exterior.
AUTO DEUDAS
Vicentín SAIC tiene deudas con accionistas, instituciones impositivas, prestadores de servicios, productores de granos, entidades financieras, y otras sociedades denominadas Art. 33. Estas son empresas controladas por Vicentín SAIC a las cuales, a su vez, la propia empresa les debe. Se trata de Vicentín Paraguay S.A., Diferol S.A. y Renova S.A. que reclaman en conjunto $5.428.292.913,15 pesos. De ese total, $4079,2 millones corresponden a Vicentín Paraguay, de la cual ya se dijo que el 97% de sus acciones son de Vicentín SAIC. Renova S.A., por su parte, tiene acreencias por $1346,4 millones, pero los Vicentín controlan el 33,3% de sus acciones. La última sociedad acreedora, Diferol S.A. tiene una acreencia de $2,7 millones, y el 95% de su capital accionario está en manos de Vicentín. La suma de las deudas que Vicentín SAIC tiene con estas empresas que a su vez controla, corresponde al 5,5% del total de la deuda bajo concurso.
La cosa se pone más burda si pasamos a los accionistas. Se trata de 98 personas que reclaman $351 millones, encabezadas por tres Vicentín y un Nardelli: Olga Vicentín de Rodríguez, con acreencia por $65,3 millones de pesos; Susana Vicentín de Boschi, que reclama $28,2 millones; Pedro Germán Vicentín con 20,2 millones; y Sergio Manuel Nardelli con 15,5 millones. Cabe aclarar que a estos cuatro acreedores, que son dueños y gerentes de la empresa, Vicentín les debe más dinero en promedio a cada uno de lo que le debe a la gran mayoría de los productores de grano.
En total, de los 98 accionistas 29 tienen directa o indirectamente el apellido Vicentín en sus documentos de identidad. La suma de sus reclamos asciende a los $219 millones, lo cual representa el 62% de la deuda total de la empresa con accionistas, y un promedio de $7,5 millones cada uno. Pero la familia es grande y limitarla a un apellido sería injusto. Los Rodriguez (4 accionistas), Buyatti (9 accionistas), Boschi (2 accionistas), Nardelli (8 accionistas) y Padoan (8 accionistas) completan el mapa filial que explica el 85% del total de la deuda que Vicentín SAIC tiene con sus accionistas. Nada que preocuparse, todo queda en familia.
Pero las auto deudas no son la única forma de mantener el negocio en casa. Un informe elaborado por la producción del programa Brotes Verdes, conducido por el periodista Alejandro Bercovich, mostró las sumas que estas familias depositaban en sus cuentas bancarias personales todos los meses bajo concepto de salario. Los Nardelli, por ejemplo, cobraban en total $1,5 millones por sus cargos gerenciales, sin contar a sus esposas o parientes más cercanos. Los Padoan, por su parte, embolzaban mensualmente $1,4 millones, sin sueldos por debajo de los $135.000. Los Vicentín, sin contar a sus esposas que también figuran como empleadas de la empresa, se llevaban cada mes $3,2 millones. Es preciso decir también que estos sueldos no incluyen honorarios como directores ni los dividendos como accionistas, de lo que se deduce que la sangría permanente de dinero desde la empresa hacia las familias dueñas era aún mucho mayor. Así sí se llega a entender cómo es que el estrés financiero deriva en paseos en yate rompiendo la cuarentena.
Vicentín SAIC era una aspiradora de dinero que se redireccionaba hacia lugares donde se volviera intocable. Ese dinero podía provenir de la venta de granos tomados a crédito a productores a los que luego no se les pagaba, o de créditos de la banca pública administrada por socios y amigos. Y podía irse por alguno de los mecanismos mencionados: la triangulación con empresas propias en otros países, la deuda cuya acreencia era propia, o los pagos de salarios y honorarios a toda la familia. Parte de esto, sin dudas, fue a conformar importantes patrimonios familiares que, si la Justicia decide ver lo evidente de todas estas maniobras fraudulentas, podrían ser tomados como una forma de responder a las deudas. Por eso, los dueños del grupo comenzaron, a partir de enero y con la empresa ya en cesación de pagos, a desprenderse y esconder ese patrimonio evitando posibles remates. El informe que la IPGJ de Santa Fe presentó al Juez Lorenzini, expone movimientos legales de vaciamiento patrimonial de parte de toda la cúpula directiva de Vicentín. Roberto Vicentín, director de la empresa, intentó liquidar una sociedad comercial el 10 de enero, y pidió permiso legal para vender una casa el 22 de ese mes, y otra el 21 de febrero, con el concurso de acreedores ya decretado. Martín Colombo, también director, presenta la donación de un inmueble el día 27, y la venta de otro entre el 15 y el 20 de febrero. El presidente de la compañía, Daniel Buyatti, pagó aforos por 5 donaciones de bienes, el 3 y 11 de ese mes. El 14, la directora suplente Bettina Padoan, pagó aforos también por cinco escrituras de transferencia nominal. Por las dudas.
Las pruebas del fraude del grupo Vicentín se acumulan como grano en silo bolsa. El poder de presión del grupo escaló el conflicto este miércoles con la decisión de Lorenzini de negar la intervención solicitada por Santa Fe. Alberto Fernández había avisado que, de no prosperar esa propuesta, el camino seguía siendo la expropiación. Quedará por verse con cuanta fuerza esgrimirá el Gobierno los numerosos e indiscutibles argumentos para establecer que la quiebra de Vicentín fue una estafa, y qué responsabilidades asumirán quienes la perpetraron y se enriquecieron con ella.