Brote histórico de dengue: el ministro de Salud sigue sin hablar en medio del desfinanciamiento
El titular de la cartera sanitaria Mario Russo mantiene el perfil bajo y el Gobierno de Javier Milei no anunció ninguna campaña para combatir la peor epidemia de dengue de la historia argentina. La deriva del área que por poco no dejó de tener rango ministerial y un “tapado” que tiene más influencia que el propio Russo.
El brote de dengue más importante que haya sufrido la Argentina es tema de profunda sensibilidad social y causa una preocupación que se generaliza en todos los estratos. Ya se registran 151 mil casos confirmados y 106 fallecidos, y los estudios epidemiológicos plantean que entre abril y mayo se empeorará la situación. Pero el Gobierno nacional sigue sin acusar recibo.
En medio de la tensión en los centros de salud y los hospitales de las grandes ciudades de nuestro país, por la cantidad de gente que se presenta con síntomas y desborda los establecimientos, sumado al faltante de repelentes, hay una pregunta que suele repetirse: ¿dónde está el ministerio de Salud?
El vocero del Presidente Javier Milei, Manuel Adorni, quiso contestar esta cuestión en una de sus habituales ruedas de prensa y defendió al titular de la cartera sanitaria Mario Russo, en medio de la urgencia social por la epidemia: "Se ha expresado no solo en los medios sino a través de comunicados”.
Y a continuación sintetizó la mirada del Poder Ejecutivo sobre este tema, bajo la premisa de seguir “no interviniendo”. Desterró la posibilidad de que este año la vacuna contra el dengue, que se aplica gratuitamente en Salta y Misiones, para algunos grupos poblacionales específicos, ingrese en el calendario nacional de vacunación.
“La clave con el dengue está en la prevención y la vacuna no ha mostrado la efectividad para combatir un brote”, afirmó Adorni, a pesar de los cuestionamientos de la comunidad científica, que estima que con la vacuna se evita en un 80 a 90 por ciento la posibilidad de desarrollar dengue grave.
Russo adopta el mismo perfil reservado que buena parte del Gabinete de Milei, a pesar de la apremiante situación sanitaria. Ni siquiera luego de la reunión de emergencia que mantuvo el ministerio nacional con las autoridades sanitarias provinciales en el Centro Cultural Kirchner (CCK) se oyó su voz.
En esa oportunidad, fue su secretario de Salud Leonardo Busso el que habló para los medios, y la respuesta del Estado nacional para los ministros de salud provinciales y municipales fue que, por su cuenta, activen campañas de concientización locales para descacharrar y fumigar. Quedó la promesa de las autoridades nacionales de considerar si en 2025 se llevará adelante una campaña de vacunación que se incluya en el calendario oficial.
Recién en los últimos días se conocieron algunas definiciones de Russo que ponen los pelos de punta sobre lo que será el incremento de casos de dengue hasta la llegada del invierno. “El aumento abrupto de casos en el AMBA puso al desnudo un sistema de salud al límite en los hospitales. Estamos cerca de llegar al pico de casos de dengue en las próximas semanas y luego debería empezar a bajar”, afirmó.
MINISTERIO DESFINANCIADO Y UN “TAPADO” QUE TEJE EN LAS SOMBRAS
Además de la inacción estatal por la epidemia de dengue, Russo sigue en el centro de las miradas por la falta de entrega de medicamentos oncológicos. Sin la asistencia del ministerio, los pacientes quedaron a la deriva ya que no pueden afrontar los millones de pesos y miles de dólares que en cada caso necesitan para conseguirlos.
Los números del presupuesto ejecutado por esta cartera son alarmantes y explican la falta de políticas públicas. Con las partidas congeladas con los montos nominales del 2023, sin indexación por inflación, la motosierra y la licuadora hicieron lo suyo.
En medio del flagelo del dengue, se puede constatar que el ministerio que conduce Russo tiene el presupuesto más bajo de las nueve carteras nacionales. Solo cuenta con 166 mil millones de pesos para todo el año, y apenas se ha ejecutado el 22 por ciento del total en lo que va de 2024.
Otro tema que subyace y que, según fuentes a las que consultó Diagonales, explicarían el silencio de Russo frente a estos temas señalados que revisten una gran importancia, es que no es él quien define la política sanitaria. Adquiere mayor notoriedad la figura del actual presidente de la Fundación Güemes, Mario Lugones.
Este médico cardiólogo ha participado de reuniones claves en la Casa Rosada, con las autoridades oficiales de Salud y se lo menciona por haber colocado funcionarios de su confianza en el área.
Su cercanía con el poder es manifiesta. Se lo apunta como integrante del Consejo de Asesores de Jefatura de Gabinete, como asesor de Nicolás Posse. En la Fundación Güemes que él dirige es socio del histórico operador radical Jorge “Coti” Nosiglia y del líder gastronómico Luis Barrionuevo.
Con Nosiglia también estuvo involucrado en el trabajo de la consultora Nuevo Buenos Aires. Allí también participó Alexis Hoffman, el yerno del histórico radical, que asumió a la cabeza de Anker Consultora cuando su extitular y actual ministro de Economía Luis “Toto” Caputo se sumó al gobierno de Milei.
Lugones también es señalado por la relación de amistad de su hijo Rodrigo con el asesor estrella del presidente Santiago Caputo. Como publicistas y propagandistas políticos, ambos son discípulos de Jaime Duran Barba.
En los días previos a la asunción de Milei, eran muchas las especulaciones sobre si el ministerio de Salud mantendría su rango o decantaría en secretaría, como ocurrió durante el gobierno de Mauricio Macri.
Cuando se dio a conocer que se mantendría, que habrían no ocho, si no nueve carteras nacionales, trascendió por lo bajo la presión que habían impuesto los grandes laboratorios farmacéuticos para esta decisión del Presidente.
El ministerio finalmente quedó, pero, sea por el motivo que sea, sin cara visible.