Cuántas horas pasa Milei en Twitter por día
Entre el sábado y el jueves, el Presidente pasó un promedio de más de dos horas diarias en la red social de Elon Musk. Los likes y retuits a trolls oficialistas que atacan a quienes critican al Gobierno como una ocupación permanente del principal responsable de gestionar la crisis. ¿Vicio personal o estrategia política?
Argentina atraviesa su momento más turbulento en décadas. Con la pobreza consolidada por encima del 40% y creciendo, la inflación más alta desde la híper menemista y la peor caída del salario real en un solo mes (diciembre) desde que existen registros de ese indicador, el Presidente Javier Milei parece más abocado a sus peleas virtuales que a construir las soluciones para la peor crisis económica y social desde el estallido del 2001, en buena medida generada por sus decisiones desde que asumió hace dos meses.
La explosión del caso Lali Espósito a partir de los ataques de Milei hacia la cantante y actriz argentina que brilla en el mundo, expusieron todavía más a fondo una tendencia que ya se había visto en la pelea con gobernadores y diputados tras la caída de la ley ómnibus. El Presidente, votado por 56% del país en el balotaje fundamentalmente para enfrentar los problemas de la economía, dedica buena parte de su tiempo a likear y retuitear posteos de trolls y cuentas oficialistas que agreden a quienes de alguna manera critican el rumbo del Gobierno.
La pregunta inevitable es si esta ocupación permanente de Javier Milei es una consecuencia natural de tener en la Argentina por primera vez un Presidente tuitero, que edificó su carrera política a partir de entablar polémicas siempre desde la violencia en la red social de Elon Musk, o si se trata de una efectiva estrategia política para desviar la atención de la sociedad de lo verdaderamente importante: cuánto de profundiza la catástrofe económica día a día bajo su gobierno.
En la semana en la que la inflación mensual volvió a superar el 20%, como no lo hacía desde 1991, que se oficializó un aumento de hasta 150% en las boletas de luz del AMBA, que el Gobierno informó la eliminación del Fondo Nacional de Incentivo Docente en un paso más del ahogo presupuestario a las provincias, dejando en vilo el inicio del ciclo lectivo, el Presidente se pasó más de dos hora en promedio diario amplificando desde su cuenta de Twitter los ataques de sus troll a los más variados “enemigos”.
El cálculo lo estimó una página web a partir del recuento de las interacciones de la cuenta personal del Presidente con otras, asignándole un rango de tiempo mínimo a cada una de esas interacciones. Al momento de la redacción de estas líneas, cerca del mediodía del viernes, Milei había likeado 506 tuits en las últimas 24 horas, destinando un tiempo estimado de 2 horas y 57 minutos a ello, entre las 11 am del jueves y las 10 am del viernes, con un bache entre la 1 y las 8 de la mañana en el que su cuenta no tuvo actividad.
Aunque parezca mucho que el Presidente destine ese tiempo solamente a sus polémicas virtuales cuando debería estar ocupándose de los graves problemas que surgen los argentinos, las casi tres horas de la última medición no fueron su pico semanal. El martes, Milei pasó 3 horas y 45 minutos likeando tuits. El jueves, día de la polémica con Lali Espósito, sus más de 600 likes le tomaron 3 horas y 20 minutos. El sábado fueron 2 horas y 4 minutos, y el lunes 1 hora y 7 minutos. En promedio, desde el sábado al jueves, el Presidente dedicó 120,83 minutos diarios a poner “me gusta” en posteos de Twitter.
Según el día, la página que cuenta los likes de Milei actualiza los usuarios más faveados por el Presidente. Trolls libertarios como @Hombre_Manzana, @TommyShelby_30, @Hombregrisxd, o @ElTrumpista se combinan con cuentas oficialistas como @agarra_pala y @MileiAbrazoo entre las presencias permanentes en el ranking. Entre las cuentas atribuibles a personas reales o instituciones, resaltan la del periodista Luis Majul, la de La Nación y la de La Derecha Diario, el medio comandado por Fernando Cerimedo, el estratega brasilero detrás de las redes de Milei y LLA que recientemente fue denunciado por la justicia de ese país por haber sido parte de un intento de golpe de estado junto a Jair Bolsonaro tras el triunfo de Lula Da Silva en las últimas elecciones.
Detrás de la importante discusión en torno a la agresividad y la violencia con la que el Presidente ataca a todo aquel que critique algo de su gobierno, utilizando sus ejércitos virtuales y amplificando desde su cuenta personal mensajes de hostigamiento emitidos muchas veces por usuarios que no se identifican con ninguna persona de carne y hueso, subyace una pregunta desde el sentido común: ¿no debería el Presidente, el “capitán del barco en el que vamos TODOS los argentinos, los que lo votaron y los que no”, como le respondió Lali Espósito, dedicarse completamente a encausar la crisis económica que sus propias decisiones profundizaron a niveles inéditos hace décadas, en lugar de estar peleándose con cualquiera por twitter?
Más allá de la evidente respuesta a esa pregunta, lo que también resulta obvio es que el modus operandi de Milei está lejos de ser una mordida de banquina de su parte. Calculados al detalle, el Presidente consigue con estos movimientos un doble objetivo. Por un lado, y principalmente, evita que la sociedad discuta la inflación que no puede controlar, los salarios que está destruyendo y la actividad económica que se desploma por sus decisiones de gobierno. Por el otro, refuerza el atributo que lo llevó a quebrar el sistema político de dos coaliciones primero, y a la presidencia de la nación después: el mostrarse como un “hombre común”, que se enfurece como cualquiera, putea y agravia violentamente como tantos otros, sin anteponer ningún elemento institucional a la expresión de sus emociones y opiniones.
¿Cuán efectiva resulta esa estrategia? Hasta ahora, muy efectiva. Así llegó a donde está, y su comportamiento es totalmente coherente con lo que siempre mostró. ¿Cuánto puede durar ese efectismo? Allí la respuesta se entrecruza con la realidad económica y el éxito que consiga en frenar la inflación y recuperar la economía y los salarios, algo por ahora lejano en el horizonte.
Lo concreto es que, más allá de cuánto le rinda políticamente, el Presidente haría bien en darse cuenta que si el modo troll le sirvió para llegar al Sillón de Rivadavia, en medio de una clase política totalmente desprestigiada por su propios resultados, la verdadera necesidad del pueblo argentino es otra: que trabaje 24/7 en la construcción de los consensos imprescindibles e impostergables para evitar que la crisis se profundice aún más. Para eso fue votado. Si no lo hace, si por puro cálculo y especulación política persiste en su actitud de generar cortinas de humo para no hacerse cargo de los resultados económicos y sociales de sus decisiones, entonces sólo reafirmará ante la sociedad algo que empieza a quedar claro: que tiene los mismos vicios y prácticas de “la casta política” a la que prometió venir a combatir.