El 17 de octubre segmentado y el mundo del trabajo
El peronismo dividido en sectores es una expresión de la realidad laboral fragmentada y heterogénea del país. Reivindicaciones diferentes en un mapa atomizado. El aumento de la brecha entre el trabajo registrado y la informalidad, y el nivel más bajo de conflictividad laboral en 15 años.
La noticia de este lunes es una foto: la de un peronismo dividido, fragmentado por sectores, atomizado en sus diferentes demandas. Los múltiples actos por el día de la lealtad reflejan no sólo la falta de una conducción política homogénea del movimiento, sino también las distancias existentes entre los planteos, las expectativas y las necesidades de los diferentes sujetos sociales que componen el peronismo y hoy de aglutinan bajo el paraguas del FDT. Quizás la contraposición más explícita sea la del que organizaron los “gordos” de la CGT en Obras Sanitarias, y el del Triunvirato de San Cayetano, las organizaciones y referentes de la economía popular, en Laferrere, La Matanza. Paradójicamente, dos sectores alineados con el Presidente Alberto Fernández.
La cúpula de la Confederación General del Trabajo, sin la participación del moyanismo que tuvo acto aparte junto al kirchnerismo en Plaza de Mayo, organizó su día de la lealtad con una agenda muy marcada por lo político. El encuentro ofició de lanzamiento del Movimiento Nacional Sindical Peronista, un armado con el cual la dirigencia sindical pretende meterse en la rosca por lugares en las listas el año que viene. El objetivo estuvo declarado explícitamente en las voces de los máximos referentes del espacio.
“Decidimos crear un espacio político para estar presentes en los debates que necesita la Argentina” manifestó el titular de Sanidad, Héctor Dáer, quien agregó que “en un Gobierno peronista, la CGT es parte del Gobierno. No queremos romper el peronismo, pero queremos peronismo con trabajadores y trabajadoras”. Gerardo Martínez, secretario general de la UOCRA, fue más directo: “Queremos poner concejales, legisladores provinciales, diputados y senadores nacionales”. “El movimiento obrero merece cargos en el Congreso, y no con el dedo de nadie, sino con la decisión orgánica” sumó a su turno Andrés “el Centauro” Rodríguez, titular de UPCN. Y hasta hubo dardos para La Cámpora en boca del secretario general de la Juventud Sindical de la CGT, Sebastián Maturano, quien expresó que “Hoy el PJ está compuesto por 113 miembros. 14 son del movimiento obrero y 15 de La Cámpora. No tengo nada contra La Cámpora, ¿pero acaso ellos son más importantes que nosotros?”.
La decisión de la cúpula CGT de utilizar el día de la lealtad para una autoproclamación política parece, sin embargo, bastante desconectada con la realidad del mundo laboral donde sobreviven diariamente sus representados. Un estudio reciente del centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETYD) de la Universidad Nacional de San Martín, reveló que la conflictividad laboral medida según la intensidad de sus conflictos es la menor en 15 años, a pesar de que el ritmo inflacionario y la dinámica de paritarias siguen sin permitir recuperar el valor real se los salarios anteriores a 2017. El título del trabajo resulta sugestivo: “La oportunidad de disciplinar”.
El estudio relevó los conflictos mensuales publicados por el Ministerio de Trabajo. “Por cada conflicto laboral con paro se registraron cerca de dos conflictos en que la medida de fuerza adoptada por los trabajadores no incluyó el paro de actividades. En efecto, durante el primer semestre de 2022 se registraron, en promedio, 24 conflictos mensuales con paro y 41 sin paro” estableció el texto del estudio. A ese dato lo acompañó otro igualmente significativo y en la misma dirección: en 2022 se registró el record de acuerdos paritarios que incluyeron cláusulas de paz social, que implican el compromiso del sindicato y la patronal por agotar todas las instancias de diálogo antes de iniciar una medida de fuerza.
De esta manera, el estudio viene a mostrar una actualidad de la dirigencia sindical que no está muy marcada por la lucha directa por recuperar los más de 20 puntos de pérdida de poder adquisitivo del salario entre 2017 y 2019, al tiempo que acompaña una gestión del FDT en la que a duras penas los convenios alcanzar para correr de a tras a la inflación. Sobre este punto también el CETYD arroja una mirada interesante. De los 121 acuerdos suscritos y homologados en el segundo trimestre del 2022, el 95% incluyó una cláusula de revisión salarial para intentar empatar la inflación, así como también en muchos casos se vieron anticipación de las reaperturas y adelantamiento de aumentos como estrategias para contener la situación en el corto plazo.
La mirada que arroja el informe del CETYD es que esta dinámica de revisión permanente “se constituye en un rasgo definitorio que desdibuja el esquema de las paritarias de años anteriores” donde existía un patrón estable de la negociación colectiva donde los actores definían los aumentos porcentuales al término de un año. Así, con acuerdos que incluyen hasta 8 y 9 aumentos en un año atados a revisiones, el mecanismo de las paritarias se vuelve también una herramienta con la que los dirigentes sindicales pueden estar presentes en el centro de la discusión permanentemente y que los empodera quizás más que en el esquema clásico de un acuerdo anual.
Es por esta razón que también ese sindicalismo, representante de los sectores asalariados formales y bajo convenio, se abrazan a las paritarias casi como único método redistributivo, cuando existen múltiples opciones. La más concreta, y a la que la CGT se opone, es la de los aumentos por suma fija que podrían establecerse por decreto como se ha hecho en otros momentos del país, por caso bajo las presidencias peronistas de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. En el acto de hoy, la cúpula sindical volvió a insistir en esta línea de profundizar las negociaciones paritarias y agregar una suma fija adicional pero a modo de excepcionalidad por el contexto inflacionario.
La CGT expresa a una parte del mundo laboral y, sumado esto a su actitud corporativa y de construcción de poder propio, allí reside una de las explicaciones para su acto en soledad este 17 de octubre al que no invitaron ni al propio Alberto Fernández. Pero otro informe, esta vez del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), revela otra de las caras del mundo del trabajo argentino que le da razón de ser a otro de los actos de este lunes, el de los movimientos sociales.
“Heterogeneidad en la clase trabajadora: la dinámica del empleo y los salarios en la Argentina reciente (2015-2022)” es el nombre del trabajo con el que el CEPA pretende describir un escenario diferente al de otros momentos del país, con crecimiento económico, recuperación del empleo y la actividad, pero sin recuperación salarial y aumento de la brecha entre el mercado formal y el informal. “Este fenómeno resulta relativamente novedoso: tanto durante el menemismo como el macrismo, empleo y salarios cayeron al mismo tiempo y, en sentido inverso, durante el kirchnerismo cuando subió el empleo, también subieron los ingresos. Es decir, en otros momentos se han movido a la par”.
La idea de la heterogeneidad de la nueva clase trabajadora en el país resulta muy potente como descripción de la realidad laboral actual. Uno de los datos que la sustentan es que “la caída del salario entre enero de 2015 y junio de 2022 fue de 16,3% para trabajadoras/es registrados y de 33,1% en trabajadoras/es no registrados”, cuantificando las distancias entre distintos sectores del mundo del trabajo. Pero la fragmentación también alcanza al mundo de los trabajadores registrados, donde en los últimos años se observó un crecimiento de la brecha entre la media salarial y la mediana salarial. La primera se refiere al promedio de las remuneraciones, y la segunda corresponde al salario que divide en mitades a la cantidad de trabajadores.
Ambos valores, según el CEPA, se comportaron de manera uniforme entre 2014 y junio del 2019, y a partir de allí la media se redujo en un 2,8% mientras que la mediana lo hizo un 6%, “lo que da cuenta de una mayor dispersión salarial con salarios altos que despuntan progresivamente y una gran masa de trabajadores/as de ingresos relativamente bajos (los que se ubican en la mitad inferior, de salarios más bajos)”.
El informe plantea como medidas posibles el impulso de un bono o una transferencia directa para atender la diferencia entre los salarios de registrados e informales, y la implementación de una suma fija que se incorpore al salario de los trabajadores para enfrentar la heterogeneidad en el sector registrado. Los movimientos sociales vienen planteando hace tiempo la necesidad de avanzar en transferencias directas de este estilo, como podría ser un salario universal o los bonos que permanentemente se reclaman como forma de campear la crisis. Sin embargo, el acto de este lunes en La Matanza también estuvo muy marcado por su carácter político, al igual que el de la CGT.
Además de lo económico, el acto de los movimientos sociales estuvo muy atravesado por la discusión alrededor de una posible suspensión de las PASO, algo a lo que se niegan rotundamente porque significaría quedar fuera de las listas o tener que negociar con las lapiceras de intendentes y La Cámpora. En ese sentido, lo de este lunes fue un paso más hacia el lanzamiento del “Partido de los Comunes”, la herramienta con la que el Movimiento Evita pretende presentarse a las elecciones el año que viene. No por nada el cierre del acto estuvo a cargo de Patricia Cubría, legisladora provincial y pareja de Emilio Pérsico que está lanzada a disputar la intendencia de La Matanza con el PJ de Fernando Espinoza.
Así, un mundo del trabajo fragmentado, entre el mercado formal y registrado y la economía popular, y al interior mismo del sector formal entre trabajadores con salarios dignos y mayorías de salarios de miseria, tiene su reflejo político en un peronismo donde distintos campamentos pelean por la representación de esos diferentes sectores y por imponerse entre sí las agendas y reivindicaciones de cada uno. Lejos del marco de unidad que la crisis económica del macrismo le permitió construir al peronismo bajo el paraguas del FDT, hoy la crisis y la realidad material de los trabajadores es un factor de división y atomización en el peronismo. Así quedó expresado en este 17 de octubre segmentado y parece difícil que la tendencia vaya a revertirse en el corto plazo.