El peronismo se resiente en una de sus batallas internas más duras de los últimos tiempos. Todos lo saben: el gobernador bonaerense Axel Kicillof, el diputado nacional Eduardo “Wado” de Pedro y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien subió a ambos a escenario en el acto después del acto en la Universidad Nacional del Oeste (UNO) en Merlo. Delante de un axelista y de un camporista, la líder opositora -que tiene su lado favorito- dejó un mensaje trascendente: “Hablemos sin pelear”.

Parecía un momento improvisado, pero bien podría no ser el caso. Al término de su clase magistral junto a autoridades de la casa de estudios del conurbano, donde recibió un doctorado honoris causa y fulminó al presidente Javier Milei por aliarse a la “casta” para “joder a los jubilados”, la exmandataria hizo el after de cara a un grupo de militantes y sobre una pista angosta al costado de una pantalla. E invitó a subir junto a ella a dos figuras clave del armado bonaerense: a Kicillof y a “Wado”.

“Estemos junto a los que más lo necesitan. La gente está con muchos problemas y muchas veces no tiene la posibilidad de ver las cosas con claridad. Hay que hablar sin pelearnos con nadie”, lanzó CFK de cara a los seguidores peronistas. Las declaraciones se camuflaron como un aliento a la militancia, pero escondían un doble significado: un aviso a las dos principales alas en pugna en el peronismo bonaerense, encarnadas en el Gobernador bonaerense -axelista- y en el exministro del Interior -kirchnerista-.

Es necesario ponerle mucho corazón a todo esto ante tanto desamor. Ellos no van a poder. Confío en las fuerzas del pueblo”, concluyó la expresidenta. Los dos invitados se veían incómodos: ninguno de los dos ha sido vocero principal de la disputa ni se ha embarrado tanto en la guerra interna como otros dirigentes, pero ninguno le escapa tampoco al conflicto que aqueja hace varios meses al peronismo y se dirimirá en las elecciones de autoridades del Partido Justicialista (PJ) nacional y provincial en noviembre.

Y hablando de incomodidades y favoritismos, el acto central en la UNO contó con su propio capítulo al respecto. El paneo de las cámaras dejó descubrir en reiteradas ocasiones una curiosa disposición en la audiencia: Kicillof y, a su lado, la vicegobernadora Verónica Magario, fueron sentados delante de nada menos que la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza, una de las caras más importantes de La Cámpora y aliada primordial de CFK. El kirchnerismo, desde luego, tiene a sus preferidos, y pronto tendrá que decidir si apoya la gestión de Kicillof e insiste con la figura del hijo Máximo Kirchner.