Otra semana de alto voltaje político dejó esquirlas de explosiones en los principales campamentos oficialistas y opositores. Con un oficialismo desalineado y que no encuentra la forma de avanzar en armonía, el macrismo que no logra venderle al presidente la solución de integrarlo a su Gobierno, y un peronismo más ocupado en la definición de sus liderazgos internos que en la confrontación con Milei, el resultado de los últimos días es un rompecabezas político aún más desarmado de lo que estaba semanas atrás. El cimbronazo que sufrió todo el sistema el año pasado, en una elección inédita que encumbró a un outsider de posiciones estrafalarias y con un armado extremadamente precario, y condenó al mismo tiempo a la renovación o a olvido a los sectores tradicionales de la política, lejos está de haberse asentado y aún se sienten los temblores de sus réplicas.

Que el momento político es relevante lo marca el hecho de que las principales figuras de cada espacio salieron a jugar, y jugaron fuerte. Milei, Macri y CFK tuvieron una semana en la que cada uno de ellos movió fichas en el tablero buscando nuevas posiciones. Pasado el primer semestre del Gobierno y con una economía que no levanta, la política interpreta que es momento de redefiniciones que marcarán lo que viene: el camino hacia un fin de año caliente y un principio del 2025 en el cuál habrá que decidir rápidamente las alianzas y estrategias electorales. 

La aparición de la carta de los dos tercios en el Congreso la semana pasada sacudió el avispero y colocó a la política en un lugar de protagonismo en el que Milei se había esforzado por mantener solo a la economía. Los malos resultados del Gobierno en el campo económico le dieron aire al sistema que el presidente llamó casta para ponerle límites concretos y obligarlo a bajar al barro. Macri aprovecha esa debilidad pero no termina de obtener su tajada, mientras que CFK libra su propia batalla al interior de un peronismo donde las jerarquías entraron a boxes, y Kicillof recibe palos de propios y extraños. Política en llamas a poco menos de un año de las PASO.

Kirchnerismo contra todos y un león rebajado en el nido de ratas

GATO CAMA ADENTRO PERO FUERA DEL GOBIERNO

Si hay algo que quedó claro en las últimas semanas es que Macri volvió con todo a la cancha y se ganó un lugar en la discusión del nuevo orden tras el reseteo político del año pasado. Luego de sus críticas a la marcha del Gobierno, enfocadas en su incapacidad para “formar equipos” (léase incorporar jugadores macristas) y apuntadas al entorno de Milei (léase Karina y Santiago Caputo), el ex presidente logró lo que venía buscando. Muchas veces se dijo en estos meses que, tras prestarle los votos para el balotaje, Macri esperaría a que Milei se le arrimara con el caballo cansado en busca de ayuda frente a los siempre complejos dilemas de la política argentina.

Finalmente, y tras meses de cierta distancia, Milei ya invitó cuatro veces a cenar a Olivos al ex presidente en las últimas semanas. Sin embargo, y pese a la variación en los menú y las charlas, Macri no termina de conseguir los puestos que quiere en el Gobierno: Transporte para Guillermo Dietrich, Justicia para Germán Garavano, y la conformación del interbloque legislativo. Las acciones de Macri subieron incluso luego de apuntarle directamente a las otras dos patas del “triángulo de hierro” que sostiene el presidente, pero justamente ese entorno sigue frenando un acuerdo más profundo entre LLA y el PRO.

Macri jugó la carta de los dos tercios y luego se desentendió de la piedra que había tirado escondiendo la mano. Su propia tropa legislativa quedó desconcertada ante el nivel de individualismo de la jugada del ex presidente, que dejó en claro que es capaz de prender fuego a cualquiera con tal de avanzar en su plan de condicionar a Milei. Por lo pronto, logró que el presidente se mostrara cuasi dependiente suyo, y sacarlo de la burbuja de los viajes al extranjero a recibir condecoraciones de la ultraderecha mundial para hacerlo bajar al barro de la negociación política con “la casta”.

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EL LEÓN AL NIDO DE RATAS, ¿QUIÉN TIENE LA CULPA?

Milei delegó todo lo que pudo la gestión política y la rosca, en parte porque dijo en reiteradas ocasiones que no entiende ni disfruta ese lenguaje, en parte para conservar ese lugar de outsider que tanto le rindió en campaña y durante estos meses. Así lo marca el hecho de que su imagen se sostenga parcialmente mientras la de la gestión retrocede. Pero el cúmulo de errores libertarios y el desorden de su tropa ya empezaron a generarle derrotas costosas, como la aprobación de la nueva fórmula jubilatoria. El veto al mísero aumento que recibirían los jubilados, sumado a la represión que el Gobierno desplegó contra los adultos mayores que reclamaron frente al Congreso, sin dudas son falsas muestras de autoridad que Milei habría preferido evitar y de las que no saldrá ileso.

Los apuntados por haber llevado al oficialismo a esa posición son varios. Santiago Caputo funciona tan bien para comandar su ejército de trolls e instalar climas en las redes sociales como para ganar enemigos para el oficialismo en el sistema político. Macri es el mayor ejemplo de eso. Guillermo Francos venía siendo el encargado de suturar las heridas que Caputo infringía, negociando con la casta de gobernadores los votos parlamentarios. Todo ese dispositivo voló por los aires en la semana del veto al DNU de fondos reservados para la SIDE y la aprobación de la fórmula jubilatoria.

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Pero el cortafuegos de Caputo y Francos no logra impedir que el incendio llegue hasta la propia Karina Milei. La hermana del presidente es la última palabra en casi todo dentro de LLA, al nivel de Milei, y el zafarrancho interno que redunda en derrotas políticas para el oficialismo puede verse como resultado de su forma de conducir. Con Lilia Lemoine como principal espada, Karina castiga a la vicepresidente Victoria Villarruel, a diputados y senadores que muestran cierta autonomía, pero sus intentos de adoctrinamiento empiezan a  caer en saco roto. Martín Menem, empleado de Karina, es una máquina de perder votaciones en Diputados y no puede contener ni el propio bloque, donde figuras de mínima relevancia como Lourdes Arrieta o Marcela Pagano le generaron crisis profundas. Dato al margen, una encuesta de Synopsis reveló que la imagen negativa de “el jefe” roza el 60%.

Con los bloques propios desangrándose en ambas cámaras, sumado al juego unipersonal de Villarruel en el Senado y la falta de conducción en Diputados, Milei se vio obligado a reunirse con legisladores del PRO para explicarles el veto a la ley jubilatoria y explorar nuevos acuerdos. La reunión no fue muy positiva, y el presidente aparece ahora más debilitado que antes, por más firmeza que intente mostrar con el veto. Tuvo que bajar él mismo al nido de ratas que detesta, a intentar ampliar sus fronteras de aliados frente al descontrol de su propia fuerza. Sus comandantes no le llevan victorias, y ahora está por verse si rebajarse a negociar él mismo con la casta le cambiará un poco los vientos o profundizará su debilitamiento frente a propios y extraños. Cuestiones más que determinantes dependerán de eso, sin ir más lejos, la posibilidad de ampliar o no la Corte Suprema. Con Milei al frente de la rosca del Gobierno, ya no quedan fusibles para los errores libertarios y el presidente corre el riesgo de empezar a pagar los costos él mismo de las iniciativas que no consiga vehiculizar.

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KIRCHNERISMO CONTRA TODOS

Justamente una de las principales negociaciones que encara el oficialismo es la de los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla para el Supremo Tribunal. Con el veto a Lijo por parte de Macri y Villarruel, Milei se ve obligado a pescar votos en la pecera del peronismo, donde las aguas se dividen por este y varios temas más. En esa clave se inscribe el misil de esta semana de la mismísima CFK contra José Mayans, veterano de la Cámara Alta y dirigente de línea directa con Gildo Insfrán y los gobernadores. Debajo de la superficie de la cuasi ridícula discusión sobre el nivel de peronismo en sangre de Villarruel, que nadie en su sano juicio puede tomarse muy en serio, CFK decidió marcarle la cancha a un sector importante del peronismo con el que discute, entre otras cosas, la mayoría accionaria en la interlocución con el Gobierno y las presidencias del PJ nacional y de la PBA.

Pero el palo de CFK a Mayans estuvo lejos de ser el único fogonazo K de la semana. Más bien se inscribió en lo que pareció un bombardeo planificado contra todos los campamentos del resto del peronismo. Al tuit de CFK lo acompañó al inicio de la semana una explosiva publicación de Emmanuel Santalla, senador provincial y dirigente de La Cámpora en Avellaneda, en la que destrozó a Jorge Ferraresi por criticar las elecciones de candidatos “a dedo” de los últimos turnos en el peronismo. Santalla es uno de los “tres ñatos de WhatsApp” señalados por el “Cuervo” Larroque, y tiene una disputa particular con el intendente de Avellaneda, quien debajo de la bandera del liderazgo y la eventual candidatura presidencial de Kicillof recorre la provincia intentando articular al peronismo reactivo a la hegemonía de Máximo Kirchner. “Albertista devenido en Axelista”, chicaneó Santalla, nombrando una subespecie del nuevo peronismo que La Cámpora parece detestar más que ninguna otra.

Ferraresi respondió anunciando un nuevo Plenario de la Militancia en Quilmes, territorio de una de las principales comandantes camporistas. Mayra Mendoza viene impulsando junto a Julián Álvarez un proyecto para que el Puerto de Dock Sud, manejado por Ferraresi, pague los arreglos de las calles de Quilmes y Lanús que rompen por el alto tránsito de camiones hacia el puerto. Es la punta de un iceberg que bajo el agua esconde una pelea de larga data de los dirigentes camporistas de municipios aledaños con el jefe comunal de Avellaneda. En Quilmes resaltaron que Ferraresi recurre a un “peronismo marginal” en su intento por “dividir al peronismo de la PBA, diferenciándose de CFK y Máximo”.

Mayra Mendoza también sostuvo esa línea “todos contra CFK” en su respuesta a Mayans tras el cruce con la ex presidenta. La intendenta de Quilmes publicó un decálogo de notas de Clarín como respuesta al pedido del senador de pericia psiquiátrica para quienes pidieron a Alberto para la presidencia del PJ. Su posteo, replicado por CFK, mostró que no fue la ex presidenta sino otros sectores del peronismo los que llevaron a Fernández a la titularidad del partido. Si Mayans hubiera apuntado contra la selección de Alberto para la presidencia no del PJ sino del país, la argumentación en contra se hubiera complicado mucho más. 

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Tan inesperado como el tuit de CFK contra Mayans, fue el tiro por elevación de Wado de Pedro a Sergio Massa con el que cerró la semana. Desmintiendo una nota de Clarín que lo ponía como supuesto candidato K a la Corte, el senador camporista “aclaró” que en el Gobierno no hay funcionarios kirchneristas y mandó a los que busquen peronistas en el oficialismo a hurgar en el Frente Renovador. El massismo respondió intentando bajar la espuma pero alertando contra las “ambiciones personales” que tensionan la cada vez más frágil unidad del peronismo. El cruce, totalmente fuera de radar, quedó colgado en el debate semanal simplemente como un episodio más de una interna que surcó el gobierno fallido del FdT, resultó en la derrota electoral con Milei y hoy tiñe de incertidumbre el futuro de UP.

Con sus principales espadas activas y apuntando más hacia adentro que hacia afuera, el kirchnerismo parece cada vez más lanzado a una redefinición de lo propio, un repliegue sobre el núcleo duro para luego desde allí disputar la conducción del nuevo peronismo. La fórmula no es nueva y remite a la experiencia de CFK y Unidad Ciudadana en 2017. El riesgo pasa por un contexto totalmente distinto al de siete años atrás: ni la sociedad tiene el recuerdo que en ese momento tenía de los años del kirchnerismo, ni CFK la legitimidad que se llevó de la plaza repleta el 9 de diciembre del 2015 cuando dejó el poder, ni la derecha de Milei es la misma que comandó Macri en los intentos permanentes por sepultar al peronismo.

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TODOS CONTRA KICILLOF

En ese repliegue del kirchnerismo sobre su núcleo, ¿qué lugar tiene el gobernador bonaerense? En el plano de la rosca y por fuera de la mirada de la base electoral, ¿entra Kicillof en ese núcleo cristinista? ¿Es considerado uno de los “propios”, un aliado cercano al cual es posible tanto impulsar como intentar condicionar, o rival interno por el liderazgo de lo que viene? Son preguntas con respuestas aún en desarrollo.

En sus misilazos de la semana el kirchnerismo no se ahorró alguna que otra granada para con el gobernador y su círculo. En los ya mencionados palazos contra Ferraresi, uno de los intendentes más cercanos a Kicillof pero que en la Gobernación sostienen que se mueve por su cuenta, la cúpula camporista soltó algunas esquirlas contra el gobernador. Santalla lo responsabilizó por el armado de la lista de 2021 a la par que a Alberto Fernández, y dijo que “bien haría en contarle a uno de sus voceros (Ferraresi), cómo se produjo la llegada de Massa al Ministerio de Economía, ya que el gobernador se vio altamente beneficiado por su gestión aunque hoy la memoria flaquee”. En relación al tema puerto de Dock Sud, desde uno de los municipios camporistas señalaron que “el intendente de Avellaneda junto a la PBA están del lado de las empresas y no de los municipios de Quilmes y Lanús”. 

No fueron las únicas arremetidas camporista contra la Gobernación. El ministro de Gobierno y mano derecha de Kicillof, Carlos Bianco, distanció al Ejecutivo provincial del proyecto legislativo de la organización de Máximo Kirchner para elevar el cálculo de las indemnizaciones en la PBA. La iniciativa, presentada por las diputadas de La Cámpora Maite Alvado y Soledad Alonso, podría multiplicar hasta por siete las indemnizaciones y desde la oposición critican que significaría un golpe fuerte sobre todo para las pymes. El gobernador queda en una encerrona entre ciertos sectores productivos en los que se quiere apoyar y el discurso pro trabajadores camporista, y de ser aprobado el proyecto se vería ante el problema de aceptarlo o vetarlo, similar al de Milei con la nueva fórmula jubilatoria. 

La distancia frente al proyecto expresada por Bianco suscitó otra picante respuesta por parte de otro de los “tres ñatos de WhatsApp” apuntados por Larroque. Facundo Tignianelli, jefe del Bloque de Diputados bonaerense de UP, opinó sobre la declaración de Bianco que “básicamente es porque los aprietan los sectores concentrados de la economía y tratan de lavarse las manos y despegarse, diciendo ‘es una cosa de la legislatura”. 

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A Kicillof le pegan de todos lados. En la novela de Villarruel y el peronismo, el que aprovechó para meter su cuchara fue Guillermo Moreno. El ex secretario de comercio de CFK dijo que la vicepresidenta “no va a destruir la industria como Kicillof”, y emparentó al gobernador con Milei porque “va a quebrar Techint”. Por su parte, el Gobierno sigue eligiendo al mandatario bonaerense como principal enemigo. Manuel Adorni respondió a la crítica de Kicillof por la traspaso de Nación a la PBA de líneas de colectivos sin los fondos para subsidiar las tarifas, afirmando: “Estamos acostumbrados a que diga absolutamente cualquier cosa, lo que diga no tiene demasiada relevancia después de haber sido parte de la destrucción de la Argentina”. 

El gobernador se concentra en su gestión e intenta esquivar el fuego amigo al tiempo que confronta políticamente con el Gobierno nacional. “A los dirigentes nos pueden agredir en las redes sociales, pero no pueden meterse con nuestro pueblo. En la provincia de Buenos Aires nos van a encontrar haciendo el trabajo que nos corresponde para proteger a las y los bonaerenses”, dijo esta semana en relación a la polémica por el transporte urbano, encuadrando su retórica en una defensa de los intereses de la calle y alejándola de las peleas de palacio.

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En ese sentido, una de las líneas en las que se mueve Kicillof es la crítica a la “disolución nacional” que le adjudica a las políticas de Milei, y frente a la cual se viene acercando a otros gobernadores del peronismo y también de Juntos por el Cambio. Tras las asistencias prestadas a Torres en Chubut y a Pullaro en Santa Fe, ahora Kicillof se mostró junto al puntano Luis Poggi en un evento en el que afirmó que “en este contexto de ausencia del Gobierno nacional, las provincias estamos profundizando la cooperación bilateral y regional para pensar la logística de un país federal, en el que nadie se salva solo”. 

Por el doble carril de la defensa concreta de los intereses de las mayorías desde el plano de la gestión, y la oposición al Gobierno nacional a partir de la ampliación de las fronteras de UP desde una postura federal, Kicillof avanza en un armado propio que aún tiene, como escollo principal, la consolidación de su liderazgo al interior del peronismo. Para ello se le multiplican tanto los apoyos de quienes otrora parecían lejos, como las resistencias de muchos de los que siempre estuvieron más cerca. Un equilibrio frágil que en algún momento exigirá definiciones más profundas.