Si no vieron al nuevo vicepresidente de Aerolíneas Argentinas, no se alarmen: estará en Mendoza aprovechando los beneficios de su flamante puesto, bien lejos del caótico conflicto que tiene en vilo a trabajadores y pasajeros en Aeroparque y Ezeiza y podría derivar en el cierre de la compañía. Tal vez anticipándose a ello, el dirigente del PRO Omar de Marchi decidió exprimir los descuentos que le otorga la empresa más pronto que tarde y voló a Mendoza en primera clase por solo 25 mil pesos para tomarse un finde “XL”, informaron fuentes mediáticas este viernes.

Y se marchó. Tras pasar únicamente diez días en el cargo, De Marchi apuró su viaje y se desentendió de la guerra entre el Gobierno Nacional de Javier Milei y los gremios aeronáuticos para viajar a su provincia natal desde este jueves: regresará el martes próximo, lo que redondea un total de seis días lejos de Buenos Aires y, por tanto, distanciado de la creciente batalla que, tras las medidas de fuerza sindicales y la escalada de medidas del Ejecutivo, podría terminar en la privatización o la clausura definitiva de la aerolínea de bandera.

En ese marco, el exdiputado del PRO hizo lo que todo miembro de la “casta” habría hecho y aprovechó los jugosos descuentos que la empresa estatal le otorga a sus trabajadores para viajar – sí, esos mismos que el oficialismo denosta. Así, según informó este viernes el periodista Sebastián Dumont y recogió LPO, De Marchi habría logrado pagar solo ¡25 mil pesos! por su vuelo en primera clase a Mendoza, cifra que significa apenas un 5% del valor total del boleto para cualquier ciudadano que no sea vicepresidente de la compañía.

En el entorno del dirigente se apresuraron a asegurar que el viaje fue por motivo de sus funciones y que “no pidió ningún privilegio”. Mientras tanto, Aerolíneas Argentinas pende de un hilo y es constante foco de ataques por parte de la Casa Rosada, que ha encontrado en los gremios aeronáuticos un enemigo fantástico para el ideario libertario y la excusa perfecta para deshacerse de la empresa. Eso es, justamente, para lo que llegó De Marchi: para facilitar “el proceso de transformación profunda” de la compañía y catapultar su privatización o cierre. Pero ¿quién le quita lo bailado?