Impresión 3D y su impacto cultural
Sus aspectos político, económico y social en una ciudad
Imaginémonos de repente que desde una pequeña localidad del interior del país se está necesitando una pieza como repuesto de la maquinaria agrícola para continuar con la cosecha, y la misma demora cerca de 90 días en ser importada y trasladada desde la capital a la localidad. Que sencillo sería si contáramos con la posibilidad de que una fabrica cercana pudiera proveerla. O ¿por qué no pensar en producirla directamente en esa localidad? Ya es momento de comenzar a trabajar desde lo estrictamente tecnológico como servicio a la comunidad, con las herramientas que actualmente están disponibles y son plausibles de utilizar rápidamente.
La revolucionaria impresión 3D de hace ya casi 5 años, hoy es materia de uso corriente en distintos distritos de diferentes países como aporte o servicio para la comunidad; así es el caso del Ayuntamiento de León donde desde principios del 2015 han decidido apostar por la impresión 3D, adquiriendo una impresora para uso ciudadano, apoyando la educación y el desarrollo de esta disciplina y sobre todo apuntando a la micropyme local.
El mayor aporte de este tipo de tecnologías, ha sido la evolución en el desarrollo de las pequeñas industrias productoras de piezas, que han evitado la necesidad de importación o la innecesaria acumulación de productos para poder desarrollar sus propios elementos a muy bajo costo. Así como sucedió en España, donde el empleo en este sector se ha duplicado en el último año, y donde se prevé seguir creciendo exponencialmente por la creación de más empresas de impresión 3D, se puede pensar en el desarrollo de pequeñas industrias locales de ciudades alejadas de los centros urbanos que apoyen el desarrollo social de las localidades.
Universidades, escuelas, o así mismo centros culturales municipales, podrían ser excelentes centros de cultura digital 3D, donde la capacitación, o el mancomunado trabajo comunitario podrían rápidamente producir piezas para el uso de los vecinos. No es descabellado pensar el fomento desde estos lugares en el desarrollo de la actividad de forma colaborativa, como bien se está llevando a cabo en forma virtual en esta comunidad de impresión.
La ciudad se convierte hoy en el mejor territorio para la innovación, liderazgo y sobre todo para el desarrollo de las personas, democratizando su uso, siendo este tipo de propuestas tecnológicas las que llevan a la productividad, inclusión social y participación ciudadana local, generando una rebelión digital en las ciudades.
El punto de partida es la capacitación, en busca de un gran laboratorio urbano para experimentación de este tipo de iniciativas y buscando fomentar la innovación en los servicios públicos al ciudadano. Y el lugar de partida, por qué no, el municipio, el cual puede tomar como estratégica esta actividad no solo en su plan de modernización, sino también en su plan social y educativo, poniendo siempre como eje el desarrollo ciudadano.