Las grandes empresas quieren un diez de Macri
Columna de opinión por María José Lubertino
Es tiempo de evaluación. Vencido el pedido de changüi del primer semestre y vencidos todos los plazos razonables para ver si la economía y la política toman un buen rumbo, se constatan nuestras peores hipótesis de un gobierno que va en dirección contraria a los intereses generales.
Hay indicadores, aun en los datos duros del propio gobierno, durante este año que lo demuestran
La inflación pasó del 25 al 43%, la desocupación del 7 al 9,6%, la pobreza del 21 al 32%, el consumo cayó un 8,2%, cerraron más de 6300 locales. Alcanzamos el record histórico de endeudamiento la deuda externa asciende ahora a U$ 87 mil millones. Las exportaciones cayeron en un 6%, el déficit fiscal aumentó un 336%, lo que equivale a un 9% del PBI, la fuga de capitales se estima en U$12 mil millones. Ahora hay 700000 personas más que antes que pagan impuesto a las ganancias. Las tarifas de todos los servicios aumentaron en promedio un 500%.
ANSES comenzó a vender las acciones en las grandes empresas, en un conocido proceso de privatización y descapitalización del Estado. Eliminaron retenciones a las mineras ($3mil millones) y a los agroexportadores ($16 mil millones). Se perdonaron las deudas a las grandes empresas energéticas ($19 mil millones) y se incrementan subsidios a las petroleras y gasíferas. Los bancos se beneficiaron en $57 mil millones.
Esto es se dió una vertiginosa nueva reconcentración de la riqueza, donde aún quedaba mucho camino por recorrer en la búsqueda de mayor justicia y equidad. Con ello se constata que la ampliación de derechos de la década anterior retrocede al no haberse adoptado medidas más profundas que permitan la irreversibilidad de algunos cambios& La pregunta es si había consenso social y masa crítica para impulsarlos y sostenerlos. Pareciera que no.
Por otro lado, en el plano de lo simbólico, en orden a la construcción de una democracia cada vez más inclusiva, real y participativa, poco es lo avanzado y grave la pérdida del valor de la palabra empeñada que erosiona hasta la misma democracia representativa. En los '90 hubo slogans vacíos de contenido y no se dijo lo que harían. En este caso se prometieron políticas y al llegar al gobierno se hace todo lo contrario. A punto tal que la semana próxima Macri hasta podría llegar a vetar una ley que avanza en el camino de una de sus promesas de campaña. Así en campaña electoral preguntado y repreguntado por periodistas y opositores Macri dijo que no iba a ajustar, que no iba a devaluar, no aumentaría tarifas, que no habría inflación y que eliminaría el impuesto a las ganancias, entre otras.
Dijo que acabaría con la corrupción y la oficina anticorrupción sigue siendo un órgano que de él depende, puso funcionarios con evidente conflicto de intereses a manejar temas sensibles, él mismo y muchos de su equipo aparecen con empresas off shore no declaradas en Argentina en los Panamá Papers y como frutilla del postre ahora por decreto y contra ley permite amnistiar a los/as familiares de funcionarios evasores.
Prometió más trabajo y se perdieron en un año más de 2 millones de puestos de trabajo, vetando la ley de suspensión de despidos y doble indemnización. Hoy hay 1.300.000 trabajadores/as que pagamos ganancias, o sea muchos más y más que antes. Prometió viviendas y obras y el millón de créditos hipotecarios a 30 años aun no asoma y el Plan Belgrano para la reparación del Norte en varias provincias ni comenzó. Prometió pobreza cero y aumentó. Prometió más derechos y eliminó los planes Progresar y Fines. Prometió independencia del Poder Judicial y pretendía nombrar por decreto a los jueces de la Corte y ha iniciado a través de sus aliados políticos persecuciones y denuncias a los/as jueces/zas que no se disciplinan o tienen otras miradas, como el caso de la Jueza Forns que dictó una cautelar en defensa de los usuarios/as de servicios públicos. Prometió lluvia de dólares, pero no dijo que sólo llovería en paraísos fiscales o a las grandes empresas que vienen ganando desde los noventa o solo a los acreedores internacionales.
Por todo esto, esperamos que más que nunca seamos la mayoría de los argentinos, hayan votado a quien hayan votado, los que tengamos conciencia.
Estemos atentos/as, movilizados/as, y nos organicemos para que no se siga un rumbo contrario al interés general. Ayudemos al diálogo en la diversidad entre las fuerzas opositoras y aún con aquellos/as dirigentes de Cambiemos que tenían críticas al gobierno anterior pero que no supieron o no quisieron que se tomen estas medidas antipopulares.
Empecemos con esperanza el 2017 de que otro país es posible y que debemos construirlo entre todos/as aprendiendo de los errores pasados pero sin reiterar otros errores también ya experimentados.
Macri hizo los deberes y humildemente se puso un 8, aunque las grandes empresas piden 10. El Pueblo desde la tribuna se quedó una vez más con el sueño incumplido. Revertirlo de nosotros/as depende. En este baile, Jurado somos todos/as.