Que Javier Milei se considera a sí mismo una estrella de las más deslumbrantes del firmamento internacional no es ninguna novedad. Que su desmedido egocentrismo le exige permanentes sobreactuaciones para intentar conquistar el máximo reconocimiento posible en el concierto de actores internacionales al que busca desesperadamente pertenecer, tampoco. Lo que sí resulta novedoso en el trazado de los últimos días es un rotundo y reiterado fracaso de Milei y todo su aparato en esos objetivos, algo que no le había sucedido hasta ahora en sus anteriores aventuras discursivas fronteras afuera.

El presidente fue al Foro de Davos con una dificultad de base que no tenía hasta este año. Con Donald Trump ya presidiendo los EEUU, y aplicando nuevamente las políticas económicas ultra proteccionistas que ya impulsó en su primera presidencia, Milei quedó acotado en su margen de maniobra para hablar de economía. Es sabido: más allá de la forzada idolatría de Milei por su par estadounidense, lo cierto es que el gringo pregona un proteccionismo y un fortalecimiento de la economía interna de su país que está en las antípodas del ultraliberalismo irracional con el que el argentino llevó los índices de producción y consumo internos a pisos históricos en tan sólo un año de gestión por estas latitudes.

De la encerrona Milei intentó salirse por una tangente con la cual, además, quiso congraciarse con otro de sus amores platónicos. Su participación en Davos el año pasado generó una curiosa respuesta de Elon Musk, quien posteó una imagen de un hombre en pleno acto sexual con una mujer a la que parecía no prestarle atención, totalmente compenetrado como estaba con el discurso del argentino en la pantalla de una computadora. Musk es padre de Vivian Jenna Wilson, una mujer trans que eligió abandonar el apellido paterno y alejarse del multimillonario por sus posiciones conservadoras y anti derechos. El hecho fue fundante de la acérrima militancia anti “woke” de Musk, que atribuyó su fracaso como padre de Jenna a influencias “neomarxistas” sobre su hija.

Cercado en lo económico por la necesidad de no competir con Trump, única llave concreta a un posible desembolso de dólares frescos del FMI para la Argentina tal como lo hiciera con Macri, Milei se metió en la “batalla cultural” que Musk impulsa internacionalmente y que, en lo local, le sirvió hasta ahora de base de sustentación para buena parte de sus apoyos más férreos, sobre todo entre los hombres jóvenes que rechazan las agendas de género y todas sus derivadas. Pero esta vez le salió mal. No sólo no hubo una celebración como la del año pasado por parte de sus ídolos del norte, abocados como están a su propia aventura de gobierno, sino que al presidente argentino se le armó una rebelión en la granja que no tenía en radar y frente a la cual aún se sigue mostrando errático, ya dos semanas después de Davos.

La pasada de rosca de Milei de equiparar la homosexualidad con la pedofilia, uno más de sus movimientos habituales de provocación sin sustento alguno en materia argumental o factual, generó una respuesta contundente por parte de la sociedad argentina que repercutió negativamente en la imagen del presidente. La potente movilización en múltiples puntos del país, que además tuvo el acierto de asociar los dichos de Milei con posturas fascistas, movió la estantería del oficialismo y puso a todo el aparato libertario a intentar, hasta ahora sin éxito, cambiar el eje de la discusión o los saldos de la misma.

La razón es cuantitativa y no se reflejó solamente en las calles físicas del país, sino también en “la calle online” que tanto le importa al Gobierno. La consultora AdHoc, que monitorea permanentemente la repercusiones e interacciones en redes sociales en relación a temas de la política y la sociedad, publicó recientemente un adelanto de su último estudio que reveló una estrepitosa caída de la positividad en las menciones a Milei en las redes.

Los números hablan por sí solos. Del 1 al 22 de enero, es decir, antes del discurso de Milei en Davos, las menciones al presidente eran positivas en un  61%, negativas en un 25% y neutrales en un 14%. Luego de la sobreactuación en Suiza, la tendencia se dio vuelta al punto de marcar un 50% de menciones negativas, 37% positivas y 13% neutrales.

Conscientes de ese nuevo mapa, en el oficialismo empezaron las piruetas y los saltos ornamentales para intentar que el episodio genere el menor daño posible. Primero ensayaron la vía de tapar el sol con el dedo, lanzando la explicación de que el video que había generado la polémica había sido editado por el medio Cenital, y que en realidad Milei no había dicho lo que dijo. El propio presidente sostuvo esa teoría conspirativa en una entrevista que tuvo que salir a darle a uno de sus principales voceros mediáticos, Esteban Trebucq, que lo entrevistó esta semana en su despacho de la Rosada.

Curioso o no tanto viniendo del gobierno de los ingenieros del caos, que reinan en la confusión, en la misma entrevista Milei volvió a insistir poco después en aquello que supuestamente no había dicho. Reformuló su idea en que “la ideología de género” llevada al extremo conduce a la pedofilia. No fue lo único que tuvo que aclarar en el amigable reportaje. El presidente también respondió que los que lo llaman fascista o nazi se equivocan, porque el propio nombre de “nacional socialismo” revela que el liderado por Adolph Hitler fue en realidad un movimiento de izquierda, algo de lo cual él se encuentra en las antípodas.

Más allá de las burradas históricas y las simplificaciones infantiles a las que ya nos tiene acostumbrados, lo concreto es que todo el episodio puso a Milei en el banquillo de los acusados y a tener que dar explicaciones que sin dudas hubiera preferido evitar. Del victorioso y rutilante Davos 2024, el presidente argentino tuvo esta vez un fallida segunda versión que le generó el golpe más fuerte en lo que va del año. Por eso es que tuvo que jugarse un all in con una de sus cartas preferidas pero ya cada vez más gastada.

El ataque a un enemigo inventado es ya un clásico en Milei, tanto cuando está de avanzada y para consolidarla como cuando lo ponen a la defensiva como este caso. Nuevamente la depositaria de ese otro manotazo de ahogado fue la actriz y cantante Lali Espósito, que agitó con su presencia junto a otros artistas la marcha anti fascista del sábado pasado. Milei escaló aún más el sobrenombre despectivo y violento que ya le había proferido meses atrás desde el mismo sillón al llamarla “Lali depósito”, y se despachó junto a su vocero Trebucq con un “Ladri depósito” para criticar el activismo de la artista.

Como siempre, la movida tuvo su réplica en el aparato comunicacional del oficialismo, que inundó las redes con una noticia falsa en torno a que Lali habría cobrado 200 millones de pesos por participar de la marcha. El dinero habría sido aportado por Amnistía Internacional, y el ejército de trolls libertarios llegó hasta difundir un supuesto contrato, supuestamente publicado por el portal Infobae, en el que se sellaba ese acuerdo económico entre la ONG y la cantante. Tanta falsedad chorreaba la pieza que armaron, que el contrato se celebraba entre Amnistía y “la artista conocida como “Lali”, de la cual ni siquiera figuraba su nombre real. La operación duró muy poco antes de ser desmentida por las partes implicadas.

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X de Amnistía Internacional Argentina

Por supuesto, todos estos burdos intentos del Gobierno por esquivar el problema que se auto generó Milei por pasarse de rosca en su chupamedismo para con sus amores platónicos de norteamérica van cayendo uno a uno en saco roto, más allá de lograr generar alguna confusión alrededor del tema que consiga alivianar un poco el peso del fracaso del presidente en Suiza. Manotazos de ahoDavos, como los de los periodistas oficialistas Luis Majul y Esteban Trebucq, que en la pantalla de LN+ mostraban anoche una curva creciente de la imagen de Milei, que supuestamente respondía al momento de la marcha del sábado y que en el delirio oficialista exponía cómo en realidad la percepción sobre el presidente crecía en lugar de caer, al tiempo que millones se manifestaban en su contra en las calles y en la redes.

Lo cierto es que el Gobierno sintió el golpe y las piruetas no le alcanzaron esta vez para correr el foco de lo que fue un verdadero papelón internacional de Milei, que en el plano local le generó un problema político mucho más temprano en el año de lo que esperaban. Aún mucha gente está de vacaciones, aún no impactan los aumentos ya anunciados en las tarifas de servicios, aún las familias no tienen que comprar los útiles escolares, todavía no llegan los aumentos esperados en torno al 10% para la carne, y la lista podría seguir y seguir. En un acto irreflexivo y claramente impulsado por su ego desmedido, Milei se pasó de rosca y arrancó un año de conflictos bastante antes de lo que hubiera esperado.