No fueron dos, sino varios los encuentros que el presidente Javier Milei tuvo en las últimas semanas con Mauricio Macri. En la última “reunión de amigos” en la quinta de Olivos ambos líderes comieron entraña, como contó el vocero Manuel Adorni, pero lo visceral estuvo en lo que charlaron.

A pesar de la cordialidad y el respeto personal que todavía conservan, y la mirada similar sobre hacia qué modelo de país debe virar la Argentina, los socios de la derecha argentina venían sumando desaveniencias que complicaban la relación y que la semana anterior le habían significado derrotas políticas al Gobierno.

Uno de los últimos temas de debate y negociación entre Milei y Macri tenía que ver con cómo darle forma a una mesa de diálogo “prolibertario” en el Congreso, que le significaría al oficialismo robustecer sus filas para poder seguir sacando normativas en línea a los planes del Gobierno, o al menos evitar que el Congreso rechace los decretos de Milei. Algo de eso terminó de verse ayer.

Luego de que Milei tuviera el camino más allanado por la colaboración de Macri en su cruzada contra la reforma jubilatoria, votada por amplia mayoría en ambas Cámaras, llegó la hora de plasmarlo en la rosca parlamentaria.

El jefe de Estado se reunió primero con los jefes de bloque de su partido, Gabriel Bornoroni; y, de los aliados Cristian Ritondo (PRO) y el extitular de la bancada “libertaria” Oscar Zago (ahora en el MID). Ese fue el preludio para después pasar a una reunión ampliada con el resto de los legisladores.

A ese mitin, Milei llegó con su hermana y secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. No estaba Santiago Caputo, descongelado esta semana después de unos días de vacaciones en el sur. Las especulaciones indican que el pedido asertivo de Macri para que no participe se hizo realidad. Tampoco estuvo un alfil de Karina, el titular de la Cámara de Diputados Martin Menem, como gesto de tregua de “El Jefe” con el bando amarillo.

Luego de las explicaciones de Milei, en una reunión que duró una hora, el mandatario se aseguró la palabra de los aliados de que, al menos en la Cámara baja, el veto presidencial a la normativa sancionada por el Congreso, que aumentaba de 304 mil pesos a 318 mil lo que iban a cobrar los jubilados de la mínima este mes de septiembre, quedaría garantizado.  

Los reproches de Ritondo, que estuvo acompañado de los diputados Diego Santilli, Maria Eugenia Vidal y Luciano Laspina, tuvieron que ver con recordarle al Gobierno las situaciones en que no fueron escuchadas las críticas del partido amarillo, que aseguran que le hubiera evitado derrotas parlamentarias como la última semana. Aun en el oficialismo nadie se hace cargo de haber perdido las votaciones por el aumento jubilatorio y por el rechazo para los fondos reservados de la SIDE. Los “amarillos” también reclamaron que sus gobernadores e intendentes propios tengan instancias de negociación con emisarios habilitados por Milei.

El bando liderado por Ritondo sabe que la sangría de diputados de La Libertad Avanza (LLA) haría que queden como segunda minoría en la Cámara baja, si se confirman las bajas de Rocío Bonacci, Marcela Pagano o José Peluc, que caminan por la cornisa de la interna “libertaria”. Esto los habilitaría a tener un papel crucial para la conformación de comisiones y les daría un poder con el que hasta ahora no habían contado.  Hay lugar para que el oficialismo al menos tenga que sentarse a escuchar lo que le dicen sus aliados.

LA ROSCA DE FONDO

Milei llegó así al desenlace deseado con respecto al veto de los haberes jubilatorios, pero de fondo vuelven los cruces que hubo con Macri en esa tanda de reuniones, por temas más capilares para el funcionamiento de la gestión de La Libertad Avanza (LLA).

Frente al caos en la Cámara de Diputados, con los escándalos por las visitas a los genocidas, de las que el propio Presidente se desentiende, y frente a un bloque que cada vez queda más desmembrado, con la salida de Lourdes Arrieta, la invitación a Zago no es casual. El titular del MID fue de los primeros que había insistido en conformar un interbloque con el PRO, instancia más formal que la mesa de diálogo convenida ayer.

El ex jefe de Estado, que presentó la Fundación Pensar en Entre Ríos y ya está fuera del país atendiendo su rol como presidente de la FUNDACION FIFA en África, además de mantener protocolarmente el respeto por el Presidente también necesita saber que puede contar con Milei.

Como ya habíamos contado en el anterior panorama, el expresidente teme ir preso (Causa espionaje ilegal ARA San Juan) y fundir a su familia (Causa Correos). Milei le concedió esta semana la eyección de los abogados que deambulaban por los tribunales donde se trataban estos casos que crispan al exmandatario.

Macri también busca conservar su bastión electoral de la Ciudad de Buenos Aires. El retaceo de fondos que la Nación le esquiva a Jorge Macri tiene la intencionalidad subrepticia de LLA de condicionar al PRO en CABA.

Pero en esa reunión nocturna, Macri le enrostró a Milei la investigación que encabezo el periodista Hugo Alconada Mon en la que se investiga si el actual jefe de Estado facturó, a valores de agosto, unos $120.383.868 a Provincia Seguros en paralelo a cuando se desempeñaba como economista en jefe de la Fundación Acordar, una usina de propuestas para la campaña presidencial de Daniel Scioli en 2015 que comandaba Guillermo Francos. El líder del PRO sabe que, a pesar de que le endilguen una bajísima imagen positiva en las encuestas, tiene aún capacidad de daño.

Es por eso que pisa el acelerador y va a fondo con su contraprestación “desinteresada” que viene repitiendo desde noviembre, cuando le dio a Milei su apoyo definitivo en la previa al balotaje presidencial: quiere a Ritondo al frente de la Cámara de Diputados, sacando a Martin Menem, y debilitando a Karina Milei. También pide por Guillermo Dietrich al frente de Transporte y a Germán Garavano como reemplazo de Mariano Cuneo Libarona, en el ministerio de Justicia.

Para esa definición, Milei no está solo, debe definirlo con las otras dos patas de su “triángulo de hierro”, y tanto Karina como Caputo están en contra de ceder ante “su enemigo”.