Movimiento Evita: “se acabó el tiempo en que las organizaciones populares miran desde afuera cómo deciden los demás”
La organización social llevó adelante su sexto Congreso Nacional. La crisis de representación política de las estructuras tradicionales y su mirada sobre el nuevo sujeto trabajador. La unidad del FDT para 2023 y la construcción del partido de los movimientos sociales.
El sexto Congreso Nacional del Movimiento Evita tuvo lugar el sábado pasado en el microestadio Malvinas Argentinas y congregó a 2570 delegados y delegadas de una de las organizaciones sociales más importantes del país. En medio de las fuertes polémicas con el kirchnerismo y la figura de CFK durante las últimas semanas, la organización conducida por Emilio Pérsico confluyó en un proceso de síntesis de las discusiones internas que se venían desarrollando a lo largo del país, definió sus autoridades y marcó una línea de acción estratégica con el enfoque puesto en una nueva etapa política con los movimientos populares como protagonistas centrales.
“El Congreso Nacional fue el fin de un proceso de muchos meses, qué incluyó 24 congresos provinciales, 6 congresos regionales y cientos de congresos municipales y locales que confluyeron en este encuentro que no es no más ni menos que las líneas estratégicas, las lógicas productiva, social y económica que estamos planteando para sacar adelante a nuestro país” le dijo a Diagonales Gildo Onorato, Secretario Gremial de la UTEP y referente nacional del Evita. A su vez, el Diputado nacional por Santa Fe, Eduardo Toniolli, expresó que “el Congreso nos sirvió para vernos las caras después de los duros años de pandemia, abrazarnos y encontrarnos, y reafirmar la idea de que sólo hay 2023 si somos capaces de construir en unidad, de seguir fortaleciendo el gobierno del FDT y sobre todo de dar respuesta a las demandas profundas de nuestro pueblo, para lo que reafirmamos nuestra vocación de construir un camino conjunto de los movimientos populares”.
El Evita viene sosteniendo una idea central de la que se desprende su acción política y que reafirmó en Congreso Nacional “Oscar Valdovinos” el sábado. Para esa organización social, en el capitalismo del siglo XXI la nueva clase obrera son los trabajadores que quedan excluidos del sistema a partir del paso de un sistema económico productivo a uno fundamentalmente financiero. Ese sector excluido, que ante la falta de respuestas del sistema y la incapacidad del Estado para reinsertarlos se terminó generando sus propios medios de subsistencia, es lo que hoy se conoce como la Economía Popular. Allí reside el nuevo sujeto social con potencial transformador desde la óptica de los movimientos sociales, y por eso estos movimientos se consideran “el órgano de participación democrática, política y social de la mayor porción de los trabajadores y trabajadoras en la Argentina”, tal como expresa el documento final del Congreso.
“La mayor parte de los trabajadores y trabajadoras argentinos están sin derechos y organizados comunitariamente en el territorio. Los trabajadores formales, tanto de la órbita privada como la pública, son una minoría en esta nueva realidad socio económica de nuestro país, por eso los movimientos populares organizamos a los nuevos descamisados del presente” explica Onorato. El Evita le pone números a esta lectura del contexto social: frente a los 6,5 millones de trabajadores formales del sector privado y los 3 millones del sector público, los 11 millones de trabajadores y trabajadoras que solicitaron el IFE en plena pandemia son parte de un universo que algunos cálculos sitúan en los 18 millones de personas excluidas de toda formalidad laboral. Ese es el sujeto social que los movimientos populares intentan representar y al que comparan en términos estratégicos con la clase trabajadora que en su momento representó el peronismo. “Es el sector social que tiene en su germen la potencialidad del cambio revolucionario en nuestro país” afirma Onorato.
El planteo central del Movimiento Evita en este sentido es que esos trabajadores excluidos y las organizaciones que los nuclean son la alternativa frente a una crisis de representación política por parte de las estructuras tradicionales, incluido el peronismo tal como se lo conoce hoy. Así lo explica en conversación con Diagonales el referente de la juventud del Evita, Rafael Villanueva: “así como el peronismo fue una estrategia de los trabajadores para construir poder y hacer la revolución en la Argentina, los movimientos populares son una estrategia de las y los humildes para la construcción de una alternativa distinta a esta sociedad de consumo de descarte y exclusión a la que nos tiene acostumbrados el neoliberalismo”. A su vez, Villanueva entiende que esa representación por parte de los movimientos populares del nuevo sujeto social trabajador se da “en el marco de una clase política a la que le cuesta interpretar los deseos y anhelos de nuestro pueblo, que le cuesta encontrar un modelo político que de respuesta a sus necesidades, y también en el marco de una crisis de representación política y de la militancia popular que hace que los movimientos populares sean el principal órgano de participación democrática”.
En el fondo, el movimiento popular que hoy representa una de las mayores bases de sustentación del Presidente Alberto Fernández considera que los gobiernos peronistas de las últimas décadas deben ser pensados como gobiernos de transición. “Los procesos políticos que hemos sabido construir desde la recuperación de la democracia hasta acá, fundamentalmente del 2003 al 2015 y del 2019 a la fecha han sido de enormes avances, pero todavía tenemos en el debe la profundización de esos avances a partir de la participación masiva, plena, contundente y organizada de los trabajadores en el movimiento nacional. Dejar de pensarlos como beneficiarios para que sean protagonistas plenos” explica el Diputado y posible candidato a gobernador de Santa Fe, Eduardo Toniolli.
En este sentido, el Evita planteó un recorrido histórico de la organización durante su Congreso para llegar a definir una nueva etapa para lo que viene, que en su documento final se define como "La etapa por la disputa del poder: ser parte de la transición y prepararse para gobernar". La mirada en términos estratégicos se distancia de todas las experiencias del pasado reciente, afirmando que "los gobiernos de esta democracia imperfecta no son nuestros gobiernos, ni los gobiernos de corte neoliberal ni los gobiernos populares, reformistas y progresistas; en todo caso estos últimos son gobiernos de transición hacia gobiernos que realmente encaren transformaciones de fondo". Es desde esa mirada que los movimientos populares entran en tensión con las representaciones políticas, incluso de los gobiernos peronistas, y desde la cual apuestan a la construcción de una herramienta partidaria propia que les permita participar con otro peso específico de la discusión por el país que se viene.
"Cuando planteamos el carácter político y organizativo de las organizaciones populares no estamos hablando de un partido del Evita, estamos hablando de una propuesta de un sector social que viene impulsando transformaciones productivas, económicas y sociales. Creo que hay un fin de ciclo histórico, donde los emergentes de la gran crisis del 2001 no lograron construir una idea de nación que involucre al conjunto de la sociedad, y nos han mantenido de crisis en crisis. De cada una de ellas los sectores populares hemos salido con mayor desigualdad y pobreza y los ricos han consolidado su lugar hegemónico” define Gildo Onorato para explicar la necesidad de un nuevo instrumento político propio de los movimientos populares.
Ese partido, que el Movimiento Evita viene conversando fundamentalmente con Barrios de Pie pero en el que también entrarían otras organizaciones, es planteado como el fin de las intermediaciones entre los sectores populares y la clase política, para dar paso a una representación directa. “Estamos en la lucha por construir una alternativa política que no es el partidito para ganar 1, 2, 3 o 4 concejales, sino que sea un espacio político que represente a un sector social y que construya condiciones de posibilidad para un modelo económico, social, cultural y político distinto que represente a esos excluidos de la patria. No se trata de una elección, no se trata de 2023, se trata de un espacio político para que ese sector sea realmente protagonista” explica Villanueva, y luego profundiza: “hasta ahora los movimientos populares hemos acompañado estrategias de poder de espacios políticos más tradicionales, eso estuvo bien, fue parte de un momento, pero llegó la hora de los movimientos populares”.
A ese objetivo está lanzado el Evita, que sin embargo no desconoce la importancia de sostener la unidad del FDT y de ganar las elecciones el año que viene. “La construcción de un partido de este sector social no implica abandonar el justicialismo ni mucho menos el FDT” explica Onorato. “Al contrario, implica ampliar el frente, hacerlo multicolor, heterogéneo, darle participación y lugar a las fuerzas vivas de nuestra sociedad que resistieron al macrismo y estuvieron en la primera línea de la lucha contra la pandemia. No es dividir ni fragmentar, es fundamentalmente integrar, ampliar y darle vitalidad al FDT desde las fuerzas populares que vienen planteando una agenda distintiva desde los sectores más humildes, más postergados y con más vocación de lucha en esta nueva realidad argentina” agrega.
Pero esa unidad, a los ojos del movimiento social, ya es imposible sin contemplar unas PASO como una instancia que pueda sintetizar las diferencias que emergieron con fuerza durante este último tiempo. “Las PASO no muerden, son una herramienta que propuso el peronismo” justifica el Diputado Toniolli. Rafael Villanueva lo expresa de otra manera, “necesitamos unidad de todo el FDT para ganar y seguir soñando con una Argentina para todos. También necesitamos PASO para democratizar el frente y que todas las expresiones políticas del mismo puedan sentirse representadas, incluso para ampliarlo buscando a otros que estén afuera. Por último, necesitamos organización popular para transformar. Unidad para ganar, PASO para democratizar, organización popular para transformar”.
La transformación del capitalismo, que en el siglo XXI excluye inevitablemente a la mayoría de la población trabajadora; la consolidación de la Economía Popular como la respuesta a esa situación, y los trabajadores y trabajadoras de ese sector como los nueva clase obrera, los descamisados del siglo XXI; la necesidad de una herramienta política construida a partir de esas bases y por fuera de las representaciones políticas tradicionales; la discusión por una democracia participativa en la que el Estado y el mercado confluyan con la comunidad organizada en los territorios y con sus herramientas políticas. Sobre esos ejes mira el presente y el futuro uno de los movimientos populares más importantes del país, que pese a las tensiones con diferentes sectores del peronismo más tradicional y el kirchnerismo insiste en que la unidad del FDT es el único camino posible al 2023, aunque no sin dejar de expresar en el documento de síntesis de su sexto Congreso Nacional que “queremos voz propia en el campo nacional y popular y ya no queremos ser espectadores de los acuerdos de otros”.