Operaciones, tensión interna y guerra en redes en el kilómetro cero del larretismo
La señal de largada de Rodríguez Larreta se encontró con los objetores de siempre: el ala dura encabezada por Macri, Bullrich y, ahora, María Eugenia Vidal. Vendaval de operaciones y guerra de declaraciones en el kilómetro cero del larretismo.
El kilómetro cero del camino de Horacio Rodríguez Larreta hacia la Rosada ya se encontró con varios obstáculos. Y fueron dirigentes de su propio partido, aspirantes a la presidencia como él, quienes se encargaron de ponerle palos en la rueda. Apenas unas horas antes del primer anuncio de anoche, que daba inicio a la campaña vía redes sociales, su ex aliada María Eugenia Vidal hacía lo propio, casi emulándolo: la diputada inauguró búnker y se fotografió nada menos que con Mauricio Macri, por ahora el principal objetor del Jefe de Gobierno. Patricia Bullrich, para no ser menos, le dedicó indirectamente un hilo de tweets en clave de confrontación y disputando los flashes y los “me gusta”.
Pese al esfuerzo del larretismo (desde Diego Valenzuela hasta Waldo Wolff, pasando por Luis Juez), que se sumó en banda a la campaña digital, la señal de largada de Rodríguez Larreta no pudo ser más torpedeada: ninguno de los tres principales dirigentes de su propio partido se dignó siquiera a darle un gesto de buenaventura. La competencia está abierta y en el ring hay al menos tres esquinas (la de Vidal, la de Bullrich, la del propio Jefe de Gobierno) y a la espera de un cuarto, que podría ser el propio Macri, como gran elector, facilitador o de acuerdos o finalmente él mismo como candidato.
Patricia hasta posteó una foto de Aníbal Fernández, quizás el funcionario más emblemático para el antikirchnerismo rabioso: “¿Vamos a dialogar con Aníbal Fernández, que abandona a los rosarinos, copados por las mafias del narcotráfico y el crimen organizado?”, escribió la presidenta del Pro. Lo mismo hizo con Roberto Baradel, el clan Moyano, Juan Grabois y Eugenio Raúl Zaffaroni.
El dardo iba teledirigido: en su primer spot como candidato a presidente, Larreta reforzó su idea madre de terminar con la grieta, del diálogo y de “gobernar con el 70 por ciento”, una suerte de mantra que apunta al centro, donde cree que está su principal capital electoral.
“Quiero ser presidente para que juntos terminemos con el odio y transformemos nuestro país para siempre”, dice Larreta en el video promocional que lo muestra en el kilómetro cero de la Ruta 40, en Santa Cruz, delante de un faro.
“No hay lugar para dialogar con quienes son parte del problema y profundizan la decadencia de nuestro país. No hay lugar para respuestas tibias ante la triste realidad que sufren los argentinos. Voy a luchar junto a los argentinos para poner las cosas en su lugar. Solo con decisión, convicción y coraje ordenamos el país”, lo torpedeó anoche la ex ministra de Seguridad, adelantándose a la jugada.
El contrapunto entre ambos más reciente había sido la polémica en torno al uso de las pistolas Táser, luego del asesinato de la agente de la Policía de la Ciudad Maribel Zalazar, en la estación de subte de Retiro. El ministro de Seguridad porteño en licencia, Marcelo D`Alessandro, se había despachado pidiendo las pistolas eléctricas que el Gobierno nacional mantenía bloqueadas. Patricia lo cruzó y fiel a su estilo dijo que “no hay que pedir permiso a nadie”. Felipe Miguel, jefe de Gabinete y protagonista de otro escándalo reciente con la presidenta del Pro, tras la difusión de un video en que ella lo insulta, se sumó a la contienda. Larreta eludió el tema: hace rato que tiene definido no contestarle, y delega el cruce de declaraciones a cargo de sus funcionarios.
Otro Bullrich, Esteban, hizo él mismo los deberes: “Hace falta más coraje para conversar con el que piensa diferente que para insultarlo. Ya probamos la pelea y no dio resultado. No caigamos en la trampa, cambiemos”, escribió.
Vidal, por su parte, apuesta por “el camino del medio”, tal como confiaron desde su entorno a Diagonales. Creen que su candidatura, en silencio, puede capitalizar la pelea entre los principales contendientes, sobre la base de una hipótesis que comparten buena parte de los dirigentes del Pro: la mayoría de la sociedad está tan lejos de la rosca política que cada confrontación, en lugar de sumar, resta. Hay quienes pueden eludirla y otros que ya no.
Pese a todo, de lo que no está exenta Vidal es a las operaciones. En el voleo de ofrecimientos y tácticas, le llegó el turno la semana pasada con la filtración de un tanteo de Patricia para que juegue como su candidata en la Ciudad, lo que en el entorno de la diputada niegan de plano. Cristian Ritondo, del armado vidalista, también sonó vinculado a Patricia en la Provincia. También, como si fuera poco, hay una línea interna del Pro que propone a la propia Bullrich como candidata, precisamente, en territorio bonaerense. Nadie se baja, pero todos hablan y escuchan.
MAURICIO, LA INCÓGNITA
Para evitar una diáspora de dirigentes tras la derrota de 2019, al interior del Pro se impuso la lógica de una suerte de conducción colegiada. Con el liderazgo de Mauricio Macri golpeado, la mesa del partido se amplió y operó un reseteo en las jerarquías. Al punto que Horacio Rodríguez Larreta impuso su estrategia para las elecciones de 2021 por encima de las preferencias del propio ex presidente. El triunfo de Diego Santilli en Provincia y de María Eugenia Vidal en la Ciudad le dieron impulso a su candidatura presidencial, a caballo también de su acuerdo macro con el radicalismo.
Pero el ala dura, lejos de desistir, se fortaleció haciendo lo que sabe hacer: capitalizar el descontento de buena parte de la sociedad con la dirigencia política, un ánimo disruptivo, por derecha, nacido al calor de las restricciones de la pandemia. La disputa desde entonces está abierta: con Patricia Bullrich a la cabeza, ese sector, que coquetea con las posiciones de Javier Miliei, entiende que aquél triunfo se lo deben a su etapa de “resistencia” con quema de barbijos, guillotinas y bolsonarismo.
El apoyo de Macri a Vidal habla también de un enfriamiento de su relación con Patricia. Mauricio sumó a una tercera en discordia para torpedear aún más el camino que sus herederos ven con muchas chances: creen que ante las internas del Frente de Todos y la situación económica cualquiera puede llegar. Macri, que en su libro Para Qué los describió a todos ellos como sus hijos políticos, se reserva el derecho de admisión.