Súper Berni: El ministro que quiere ser Presidente
Desde hace años, el titular de Seguridad bonaerense construyó un camino de fuertes aspiraciones políticas, hasta ahora frustradas por las disputas internas
Sin dudas, una de las figuras más contundentes del actual equipo de ministros de Axel Kicillof es el responsable de la cartera de Seguridad de la Provincia, Sergio Berni. Dentro del grupo de caras jóvenes y cuadros técnicos diseñado por el Gobernador, se distingue el ministro que supo construir su perfil desde hace varios años y que todavía demuestra una fuerte intención de meterse de lleno en la esfera Nacional. Tanto así, que hasta se vislumbra la posibilidad de aspirar a una posible Presidencia de la Nación.
Con lenguaje militar y paso firme, el funcionario que ahora patrulla la provincia de Buenos Aires en plena pandemia no parece descansar. Su reciente aparición pública, en persona y con ametralladora en mano, al frente del operativo de captura de los presuntos asesinos de un efectivo de Gendarmería en Zárate, volvió a poner el foco sobre su estilo explícito de “lucha contra el crimen” frente a frente en territorio, impronta que supo utilizar en spots de campaña en 2017, donde se lo veía montado lancha y helicóptero con heavy metal de fondo, a modo de superhéroe de acción.
Más allá del perfil espectacularizado, casi bizarro, que siempre se le adjudicó a Berni, el médico cirujano que luego se metió de lleno en la carrera militar mantiene un historial político mucho más profundo. Su pasaje por el ámbito legislativo de la mano del entonces gobernador Daniel Scioli, le valió un lugar visible en el escenario político. Catapultado desde los tiempos del kirchnerismo, fue su etapa como secretario de Seguridad de la Nación, a partir de 2012, lo que terminó de instalarlo en el centro de todas las miradas. En ese momento, ingresó en esa área en remplazo de Cristina Caamaño, actual titular de la AFI.
Su debut en ese cargo ya fue controversial: el mentado “Operativo Centinela” dispuso el despliegue de miles de efectivos de Gendarmería en todo el conurbano bonaerense, en especial en las zonas más “picantes” de la Provincia. Otras medidas como el sistema AFA Plus, o la utilización de botones antipánico domésticos aumentaron su nivel de presencia mediática en aquellos años. No obstante, las controversias llegaron con su papel en el caso de suicidio de Alberto Nisman, en el 2015, donde fue duramente criticado por su accionar en la investigación del hecho y hasta se lo llegó a acusar de alterar la evidencia en el lugar.
Al retirarse el kirchnerismo del Gobierno, Berni se mantuvo en la periferia del poder pero con firmes muestras de disputar el escenario, ya desde la oposición. Si bien siempre supo mostrarse como un soldado de su espacio partidario, tuvo un camino signado por las discusiones internas respecto de su perfil de gestión. Los adeptos del espíritu judicial “zaffaronista” y vinculados al ala progresista y de derechos humanos comenzaron a ver su carácter duro como un obstáculo “pianta votos” de la órbita kirchnerista, precio que tuvo que pagar a fuerza de “rosca”. En 2018, se candidateó para integrar el Consejo de la Magistratura, pero un acuerdo entre el PJ bonaerense y la entonces gobernadora María Eugenia Vidal lo dejó fuera de juego.
Cada vez más marginado del núcleo duro K, condensado en el frente Unidad Ciudadana, Berni pasó los años del macrismo atrincherado en su propia figura, sin declinar su búsqueda de reingresar en la administración del Estado. A comienzos de 2019, de manera definitiva, blanqueó su intención de competir por la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Con fuertes internas con el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, Berni llegó a fogonear su precandidatura durante un tiempo, hasta que el acuerdo final terminó por designar a Axel Kicillof como el nombre definitivo para darle pelea a Vidal. El ex secretario de Seguridad guardó silencio, masticó su frustración y volvió a plegarse a los designios del peronismo.
No obstante, la revancha llegó con el triunfo de Kicillof, quien tomó la decisión de incluir el nombre de Sergio Berni en su flamante Gabinete. La designación fue tomada con sorpresa, no solo por el contraste con el resto del Gabinete, sino por abrir la puerta una vez más a un personaje que supo ganarse incomodidades para el perfil del gobierno. Incluso el propio Berni llegó a renegar de la idea de recibir un cargo de gestión provincial. No tomó mucho tiempo para que el nuevo funcionario volviera a hacer eco en los medios, ahora con la mira puesta en la Nación.
Así quedó demostrado con la grieta, voluntaria o no, generada frente a su par de Nación, Sabina Frederic, con quien mantuvo fricciones en base a los distintos perfiles de gestión en materia de delito. Instaurada como un cuadro académico de las ciencias sociales y una impronta ideológica más ligada al progresismo moderado “albertista”, Frederic marcó desde el comienzo el contraste al lado de Berni, quien encarna la figura policial-militar, encargado del “trabajo pesado” en el conurbano. Sus posiciones radicales frente a la lucha contra el narcotráfico o las recientes prisiones domiciliarias ubicaron a Berni más cerca incluso de figuras como Patricia Bullrich que de la propia Frederic. Ambos mandatarios luego limaron asperezas y sellaron una paz momentánea.
A diferencia del perfil bajo y discreto de Frederic, el ministro continúa acaparando el escenario político y mediático en el trabajo territorial en plena pandemia de la mano de Kicillof, sin descuidar la lucha contra la delincuencia en los múltiples territorios del Gran Buenos Aires. Mientras tanto, tras recorrer legislaturas, secretarías y cargos de Nación, el actual responsable de Seguridad bonaerense no pierde el olfato político y no descarta la posibilidad de poder, en algún momento, llevar su carrera política incluso a disputar el sillón de Rivadavia.