Viva la libertad, de quedarte sin medicamentos
Los precios vuelan y las ventas se desploman. El aumento en los últimos meses superó por 40 puntos la inflación general. El 70% de la caída es en medicamentos recetados, lo que marca pacientes abandonando tratamientos. El ejemplo más duro del fracaso de la desregulación.
El proyecto libertario que Javier Milei le vendió a la sociedad argentina prometía un país en el que la desregulación absoluta llevaría a situación de competencia de mercado en la que la inflación caería y el consumo de bienes y servicios estaría más al alcance de todos. A casi un trimestre de su gobierno la realidad económica muestra un escenario totalmente opuesto: inflación disparada, el poder adquisitivo de los salarios pulverizado y el consumo cayendo estrepitosamente en todas las áreas. Lejos de ordenarse, la economía del “especialista en crecimiento con o sin dinero” se asemeja mucho más a la ley de la selva a lo que lo hacía la ya desastrosa situación provocada por el gobierno anterior.
Pero lo más dramático del momento actual es que las mayores caídas del consumo no se verifican en bienes suntuosos, viajes al exterior o servicios de lujo. La clase media y los sectores populares del país, los segmentos de la población más afectados por el nuevo rumbo económico, se ajustan hasta el límite en lo más básico para la vida: alimentos y medicamentos. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) informó una caída anual en enero del 37% en las ventas minoristas de alimentos y de 47% en farmacias. Este dato escalofriante se complementa con un informe reciente del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar), que desnuda una realidad cada vez más preocupante.
Según el Ceprofar, los medicamentos aumentaron un 110% en los últimos tres meses, 40 puntos por encima de la ya demencial inflación del 70% para ese período. La consecuencia de esa disparada es una caída en las compras por 10 millones de unidades mensuales. Los profesionales farmacéuticos señalan el inicio de estos aumentos “una vez finalizados los acuerdos que se venían sosteniendo entre los laboratorios y el gobierno anterior, que si bien eran de cumplimiento voluntario implicaban una regulación de los precios”.
En una entrevista reciente con el programa La Inmensa Minoría de Radio con Vos, el director del Ceprofar, Ruben Sajem, señaló que “hay una caída nunca vista en el uso de los medicamentos. La gente está comprando los medicamentos como puede, parte con el efectivo que tiene, parte con dinero en las aplicaciones, parte pide cuotas con tarjeta de crédito. Compran envases cada vez más chicos, piden marcas alternativas”.
El relevamiento habitual que el centro realiza de las ventas de medicamentos mostró una preocupante caída en enero. “Comparado enero-2024 con enero-2023 la caída en las ventas fue del 18,2%, medida en unidades (representa 10.867.00 unidades)” informaron desde Ceprofar. El panorama empeora cuando se desglosa ese total entre los medicamentos recetados y los de venta libre. “A los medicamentos recetados le corresponde una caída del 16%, que representa 6.874.000 unidades; con unidades se hace referencia a la cantidad de envases de medicamentos que se dejan de comprar, es decir que las cifras indicadas corresponden a tratamientos caídos durante el mes de enero, en este caso, por lo que los datos son preocupantes” sentenciaron.
La caída es una tendencia que se verifica en los últimos meses, a partir de la inminencia de la llegada del nuevo Gobierno. Diciembre del 2023 contra diciembre del 2022 también marcó una caída del 16,6%, 10.085.000 unidades mensuales. Contrastando enero contra octubre del año pasado, último mes con regulación de precios, la caída en la compra de unidades es del 26%, unas 17.393.000 unidades mensuales.
“Se están dejando de comprar medicamentos para tratamientos crónicos, esto es serio desde el punto de vista sanitario” continuó Sajem, y agregó que la situación puede derivar “incluso en gastos muchos más altos para el sistema sanitario”. A esta situación hay que agregar, además los brutales aumentos de las prepagas, que a partir de la liberalización de los precios empujaron al ítem salud a ser el segundo que más aumentó en diciembre según el INDEC, con una suba del 32,6%, que se profundizó con otro incremento del 20,5% en enero.
La cuestión de fondo tiene que ver con la regulación. “Las autoridades sanitarias del gobierno anterior, al ver un aumento de este tipo, intervenían. Ahora sorprende mucho que en tres meses que se están dando estos alertas, este nivel de aumento de precios de medicamentos, las autoridades no intervienen” señaló el director de Ceprofar en la entrevista en Radio con Vos. Sajem profundizó su mirada: “Así se sigan políticas de liberalización de precios, suponiendo que el mercado equilibra los precios con la competencia, no es así, porque acá no hay un consumidor, hay personas que tienen que comprar medicamentos, tienen muy poco margen para elegir, no pueden posponer la compra y lo tiene que comprar sí o sí”.
El dogmatismo ideológico y la inflexibilidad del Presidente Javier Milei para analizar la sociedad y la economía están llevando al Gobierno no solo a no poder discernir entre situaciones que requieren intervenciones diferenciales, sino también a ir contracorriente a lo que hacen las potencias mundiales a las que dice tener como modelo. “En todos los países del mundo, hasta los más liberales, EEUU, Austria, Luxemburgo, Reino Unido, tienen regulación de precios. Reino Unido tiene cuatro regulaciones distintas, barreras para que los medicamentos no aumenten o aumenten a precios lógicos, además de tener su propia industria farmacéutica” sintetizó Sajem.
El director de Ceprofar abogó por una “regulación de precios de medicamentos como se hace en todos los países del mundo, con razonabilidad”, a la vez que explicó que “cuando hablamos de regulación estamos hablando de conversaciones amigables con los laboratorios como se hace en todos los países del mundo, pedir explicaciones de por qué se aumenta por encima de la inflación, a ver si existen esas explicaciones”, confrontando con la idea de que regular implica necesariamente una imposición en contra de los privados.
Otra de las propuestas en este punto pasa por la prescripción de medicamentos genéricos, en muchos casos mucho más baratos que los de marca. El informe relevó estas diferencias en varios de los medicamentos más comunes, por ejemplo el ibuprofeno, que en envases de 10 cápsulas o comprimidos por 600 mg puede variar de los $1.500 a los $5.3287, un 335% más; la amlodiphina de 10 mg por 30 comprimidos, que va de los $8.843,1 a los $29.018,2, un 328% más; el Salbutamol nebulizador por 20 ml, que salta entre los $528 y los $7.585,3, una diferencia de 1437%; o el Omeoprazol de 20 mg por 30 comprimidos, que varía un 804% entre los $2.600 y los $20.897,4.
“Esto se explica por el bajo cumplimiento y deficiente difusión de la ley 25649 de prescripción por nombre genérico y por la inclusión de marcas comerciales en las recetas, en favor de las marcas más costosas, sin fundamento” concluyó el informe del Ceprofar.
“Una forma de regulación es la posibilidad de sustituir por genéricos” dice Sajem, y recupera una discusión que se dio en torno a este tema a partir del DNU 70/23: “la única buena noticia que traía el DNU, que los médicos no incluyan marcas, y esto no es contra los médicos porque la libertad de prescripción hay que pasarla por otro lado, después lo revirtieron. Se sacó un nuevo DNU por el lobby de la industria farmacéutica, apoyada por algunas entidades médicas, y ahora otra vez los médicos pueden incluir las marcas. Tienen que recetar con el nombre del genérico, pero cuando el médico incluye la marca, es muy difícil que el paciente cambie la marca que se incluye en la receta” explicó.
Detrás del discurso de la desregulación absoluta de todo siempre se esconden los intereses concentrados, únicos ganadores de la ley de la selva en los países oligopolizados y sin defensa al consumidor como la Argentina. “Hay 20 laboratorios de los más de 300 que existen que tienen más del 50% de las ventas. Eso se logra imponiendo marcas, si se recetara por el nombre genérico todo eso cae. ¿Por qué no dan a la gente la libertad de elegir qué comprar?” reflexionó al respecto el director del Ceprofar.
La libertad es un concepto abstracto y siempre sujeto a las dinámicas de poder. No todos los individuos tienen las mismas posibilidades para ejercer su libertad, justamente a raíz de las asimetrías inherentes a las sociedades, y por eso existen los estados para regular los intercambios sociales tendiendo a sean justos. Pero allí radica otro problema, que es qué entiende cada quien por el concepto de justicia.
Javier Milei fue muy claro al afirmar que considera como una aberración a la idea de justicia social, y en un interesante debate preelectoral con Juan Grabois afirmó sin pelos en la lengua que un individuo puede ejercer su libertad eligiendo morirse de hambre si le resulta demasiado costoso garantizarse lo necesario para vivir. Quizás el Presidente también considera un ejercicio de la libertad el abandonar tratamientos médicos cuando la plata no alcanza para los medicamentos.