Boleta Única de Papel
¿La reforma que nos toca o la que realmente necesitábamos?
Argentina cuenta con un sistema electoral que no registró denuncias de fraude, tanto a nivel nacional como internacional, durante su tiempo de vigencia. Nuestro sistema también permitió numerosos cambios de gobierno entre fuerzas políticas opuestas, incluyendo radicales, peronistas, kirchneristas, macristas y libertarios.
Para quienes nos apasionan los sistemas electorales y las elecciones argentinas, la aprobación de la Boleta Única de Papel (BUP) es una reforma crucial para nuestro sistema electoral. ¿Qué modificaciones implica la BUP? ¿Aumenta la transparencia, reduce la fragmentación partidaria, implica menos costos o simplifica el proceso electoral? ¿Qué efectos puede implicar sobre el sistema de partidos, las políticas públicas y nuestra democracia?
¿TRANSPARENTA LAS ELECCIONES Y TERMINA CON LAS PRÁCTICAS CLIENTELARES?
Existe una confusión entre causa y efecto en este asunto. Lo que asegura la transparencia en las elecciones es la presencia de fiscales, ni más ni menos, no hay ninguna otra cosa que pueda reemplazarlo. En otras palabras, indistinto del modelo de boleta (BUP o partidaria), lo fundamental es la presencia de personas que supervisen de manera directa el proceso electoral para prevenir irregularidades.
Es importante destacar que, con la BUP, se elimina el riesgo de robo o desaparición de boletas, una problemática denunciada rutinaria y mediáticamente por los partidos políticos. Sin embargo, las boletas pueden seguir siendo manipuladas durante el conteo de votos. Por lo tanto, la BUP no resuelve el problema de la necesidad de fiscales en el proceso electoral. Sospechamos que las denuncias de irregularidades y falta de transparencia se mantendrán en aquellos partidos que no logren garantizar fiscales. La transparencia en la elección depende de la participación activa de los partidos políticos, que se concreta a través de sus fiscales, pero aún sin garantizar en todo el territorio, Javier Milei ganó la última elección. Son los fiscales quienes cuidan y protegen la intención de los votos, propios y ajenos al partido al que pertenezcan.
Por su parte, el clásico intercambio de favores por votos, como el "chori y la coca", tampoco desaparecerá con la implementación de la BUP, ya que los incentivos que ofrecen los partidos en función del voto seguirán existiendo. La única diferencia es que ahora los votantes no entrarán al cuarto oscuro con la boleta partidaria, donde nunca nadie vio su elección, sino que marcarán su voto dentro del cuarto.
¿Reduce la fragmentación partidaria? ¿Ayuda a institucionalizar a los partidos políticos y al sistema de partidos? Con la eliminación de la posibilidad de votar por lista completa, se fortalece el fenómeno de la personalización de la política. Las condiciones institucionales que promueve la BUP pueden implicar que los partidos se encuentren motivados a presentar candidatos reconocidos pública y mediáticamente en todos los cargos por los que compitan. En otras palabras, pareciera que dejamos atrás el "efecto arrastre" que exigía tener candidatos sólidos en algún tramo de la boleta partidaria y saludamos emprendimientos electorales con caras conocidas, aunque corremos el riesgo que carezcan de trayectoria y experiencia en el campo de la política pública y, especialmente, en el ámbito legislativo.
A esto se suma que, con las facilidades que ofrece nuestra Ley Orgánica de los Partidos Políticos (N° 23.298) para crear un partido y presentarse a elecciones, la votación por cargo individual que promueve la BUP ayuda a personajes conocidos sin respaldo partidaria a presentarse en los comicios de igual condiciones que los partidos tradicionales. Personajes mediáticos o del ámbito deportivo como Amalia Granata, Maximiliano Guerra, Daniel Scioli, o Walter Queijeiro tendrán mejores condiciones institucionales para participar de las elecciones sin estructuras partidarias detrás.
De concretarse, este escenario puede implicar una mayor fragmentación del sistema de partidos e incentivos a ir por fuera de los partidos tradicionales, es decir, más candidatos compitiendo en las PASO, menos disciplina partidaria, más partidos con representación en el Congreso, mayor dificultad para aprobar leyes y gobernar, entre otras dificultades.
Otro asunto no menor es que dependiendo del diseño de la BUP, se podrían generar efectos que incentiven el voto en blanco, como se evidencia en el caso de provincias que ya han adoptado este método de votación. Al no marcar ninguna opción, no se emite un voto, lo que seguramente genere un amplio debate en las próximas elecciones.
¿Y LA PLATA?
Uno de los aspectos positivos de esta reforma es que el Estado se encargará de la impresión de las boletas, lo que pondría fin a las estafas de los “candidatos fantasmas". Estos son candidatos sin chances de superar las PASO, que se presentaban únicamente para aprovechar el financiamiento destinado a la impresión de las boletas, como ocurrió en el caso de Biondini. Ahora, las boletas serán impresas directamente por el Estado.
Sin embargo, es evidente que la inversión necesaria para contratar capacitadores y diseñar programas de formación para autoridades y electores va a implicar un gasto significativo que, a corto plazo, no resultará en una mejora, sino que se va a incrementar la carga financiera del Estado. La contratación de recursos humanos es uno de los mayores costos que debe afrontar el Estado si desea que las próximas elecciones se desarrollen de manera adecuada y prolija.
¿SIMPLIFICA O COMPLEJIZA EL PROCESO ELECTORAL?
La introducción de la BUP enfrenta muchas complejidades por varios motivos. Cambiar los comportamientos de la población, implica una adaptación que va a impactar en los tiempos de votación, la extensión del conteo de votos y los potenciales errores en la emisión del voto, entre otros aspectos.
En segundo lugar, la adopción de la BUP será una decisión que la mayoría de las provincias deberá evaluar con atención, para ver si se suman al nuevo modelo o no. Algunas podrán implementarlo, pero deberán usar urnas separadas para las elecciones concurrentes, es decir, aunque se vote el mismo día, las urnas para cargos nacionales y locales estarán diferenciadas. Otras provincias podrán seguir usando la boleta partidaria tradicional para sus elecciones locales, ya sea en comicios concurrentes o en fechas diferentes.
Como consecuencia, necesariamente se multiplican y coexisten diferentes métodos de votación en los distritos, lo que va a generar una proliferación de elecciones y un grave desorden en el sistema electoral, sumando complejidad y desorganización en un sistema que, insistimos, funcionaba de manera adecuada y sin denuncias.
Además, esta separación de boletas locales de nacionales trae aparejado un poroto que suma a distanciar más la política provincial de la nacional, lo que fortalece la desnacionalización de la política provincial, favoreciendo partidos políticos provinciales o regionales, otro punto para la fragmentación.
¿LA REFORMA QUE TENEMOS O LA QUE NECESITAMOS?
Nuestro sistema electoral está compuesto por diversos elementos que generan efectos directos e indirectos sobre los partidos políticos, el sistema que conforman y los electores. Los diseños de los sistemas electorales, que incluyen el método de votación pero no se limitan a este, configuran el marco de reglas en el que los partidos políticos se desarrollan, es decir, donde se crean, compiten, se concentran y fragmentan.
De acuerdo con el último informe[1] del Latinobarómetro publicado en 2023, el 76% de los encuestados en Argentina opina que los partidos políticos no funcionan adecuadamente. En el informe[2] de Poliarquía de 2023, el 90% de los encuestados expresó que no confiaba en los partidos políticos, un aumento respecto a años anteriores.
Para que haya democracia deben competir partidos políticos, pero en la actualidad, estos muestran fallas severas en mantener la disciplina legislativa de sus miembros, lo que tiene efectos sobre la coherencia de sus propuestas programáticas y su capacidad de generar representación en la ciudadanía, que afecta directamente la legitimidad del sistema democrático.
En el gráfico que se presenta a continuación, se puede observar la insatisfacción con la democracia en Argentina en los últimos años, según los informes de Latinobarómetro. Esta desconfianza hacia los partidos políticos está vinculada con un aumento general de la insatisfacción democrática, salvo en los años en que 1) hay bonanza económica y 2) se elige a un presidente de un partido diferente al oficialista, donde parece haber un ligero repunte en la satisfacción que luego cae.
Las reglas del juego que le marcan la cancha a los partidos políticos impactan en la confianza que se deposita en ellos. Estas instituciones políticas, al igual que muchas en Argentina, han perdido mucha confianza en los últimos años, ¿esta reforma los fortalece o perjudica?
En definitiva, la reforma de la BUP establece condiciones institucionales que fomentan una mayor fragmentación del sistema de partidos, lo que puede generar incentivos para que candidatos opten ir por fuera de las estructuras tradicionales o el surgimiento de independientes. Esto se traduce en un aumento en la cantidad de candidatos compitiendo en las elecciones primarias (PASO), así como en una menor disciplina y cohesión partidaria y una mayor diversidad de partidos con representación en el Congreso. Esta situación puede generar dificultades para la sanción de leyes y la gobernabilidad, mayor desnacionalización de la política territorial, entre otros factores que tendrán efectos negativos sobre la calidad y el consenso de nuestras futuras políticas públicas.
A nuestro modo de ver, la Boleta Única de Papel es un mecanismo de votación tan legítimo como la boleta partidaria, pero que complejiza un sistema electoral que funciona bien y no resuelve los problemas que se propone abordar. Es crucial que los futuros gobiernos comprendan bien los problemas de la competencia electoral en Argentina y su sistema de partidos, así como las reformas que implementan y cómo estas se combinan con otros factores institucionales e informales existentes. Año tras año, el desprestigio de nuestras instituciones políticas y de la democracia parece estar en aumento. Esta reforma sólo contribuye a profundizar esa situación.
En colaboración con Sebastián Gruz: Maestrando en Administración y Políticas Públicas (UDESA). Licenciado en Ciencia Política (UBA). Técnico Superior en Periodismo (TEA). Profesor en UBA | Twitter: @SebiGruz
[1] https://www.fundacioncarolina.es/wp-content/uploads/2023/11/Latinobarometro_Informe_2023.pdf
[2] https://www.clarin.com/politica/40-anos-democracia-ffaa-imagen-positiva-alta-partidos-politicos-baja_0_IiIetO9Obg.html?srsltid=AfmBOoqkqNP1PbxMj8zAhZRGZIBudGpW_DtyNHrjxkjNQkukaO6u4ePe