En el sistema presidencialista la figura del vicepresidente es clara en términos formales y constitucionales pero mucho menos lo es en términos reales. Participa en la boleta más importante que cualquier político quisiera estar, en la boleta nacional (y hace campaña en todo el país), pero como un actor de reparto. Está en una posición de ser… A medias. Sueña con ser el protagonista, pero estando en un lugar privilegiado, es el NO lugar. Según el art. 87 “el Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de Presidente de la Nación”

El rol del Vicepresidente de la Nación es ser Presidente del Senado (art. 57): “El vicepresidente de la Nación será presidente del Senado, pero no tendrá voto sino en caso que haya empate en la votación”. No tiene voz, no tiene voto, no tiene protagonismo. Una vez de la luz de la campaña, queda desdibujado.

Esto no es nuevo, el gran Adolfo Alsina, popular Gobernador de la provincia de Buenos Aires como su abuelo materno y su padre, intentó ser presidente, pero se conformó con la Vicepresidencia de otro grande...Domingo Faustino Sarmiento, su relación fue tirante en extremo, pero Sarmiento lo puso en caja. Alsina era joven y creía que tenía más chances. Una insuficiencia renal terminó con su vida a los 51 años. En ese conflicto el confrontativo Presidente educador dijo que el vice se “limite a agitar la campanita en el Senado”.

Luego Miguel Juárez Celman y Carlos Pellegrini. La relación venía  mal y la revolución radical de 1890, la Revolución del Parque puso en jaque al Presidente “falaz y descreído”. Juarez Celman renunció, el Vice ganó transitoriamente.

En el siglo XX, el presidente Roberto Ortiz, en un contexto de Segunda Guerra Mundial, era pro británico y aliado, su Vicepresidente Ramón Castillo, pro Eje, convencido que Alemania ganaría la guerra. Ortiz ganó con unas de la elecciones más fraudulentas de la historia argentina, paradójicamente quiso democratizar el sistema, lo obligaron a renunciar.

Uno de los hechos institucionales más graves de la historia del Siglo XX, fue la del Presidente Arturo Frondizi, su vicepresidente renunció al poco tiempo de asumir la formula. Pareció una cuestión conceptual ideológica, pero lo cierto es que lo dejó con poco apoyo político y sin autoridades.

Desde la recuperación de la democracia en 1983, el vice de Raúl Alfonsín, si bien venía del mismo partido, era de otra corriente interna; no obstante no tuvo demasiada dificultad.

Carlos Menem eligió al intendente Eduardo Duhalde, y era una sombra un tanto molesta, lo resolvió poniéndolo Gobernador de la provincia de Buenos Aires y con los fondos del Conurbano. Cumplido los dos mandatos de Menem, quiso sucederlo y el Presidente saliente no colaboró en esa aventura, lo observó como una competencia.

Uno de los motivos de la caída de Fernando de la Rúa fue su vicepresidente. Chacho Alvarez renunció a menos de dos años de gestión y eso quebró aún más la débil situación del Presidente.

De la historia más conocida y reciente, Julio Cobos y su “voto no positivo” generó la ruptura absoluta con la Presidente Cristina Fernández, y a su vez, ella en ejercicio de la Vicepresidencia enfrentaba al Presidente Alberto Fernández.

Ahora le toca el turno a los libertarios, la pareja sólida entre Milei y Villareal tuvo corta vida, al regreso de la luna de miel lejos de pensar en los futuros hijos, vino la separación de bienes, comenzó con algunos destratos, pero ahora el agua ya llegó al río. El enfrentamiento es abierto no sólo con el Presidente, sino con todo el Gobierno. El último capítulo (hasta la redacción de este artículo) fue con la Ministra de Seguridad que casi parafraseando a Domingo Faustino Sarmiento, le recomendó a la Vicepresidente a “que se ocupe de sus cosas”.

Esta pelea parecía innecesaria, la Vicepresidente le agrega un plus al Primer Mandatario. Hasta el momento en cada conflicto, el Presidente sale fortalecido, parece dar batallas personales de manera semanal. Los números de la política macroeconómica y el humor social de la población lo acompañan hasta el momento. Quedan tres años de gestión compartida, la política es el arte de lo posible, pero parece la boda llegó a su fin. El futuro de la Vicepresidente está atado a la gestión, pero paradójicamente su imagen puede crecer en tanto decrece la del Presidente.